¿Alguna vez te has sentado en un autobús, rodeado de extraños, y te has preguntado qué creen realmente sobre el universo? Si cuentas al menos diez personas, hay un 30% de oportunidad de que tres de ellas estén convencidas de que los alienígenas han visitado la Tierra. Esto es más que una mera curiosidad; es un reflejo de cómo nos relacionamos con la ciencia, la fe y la auténtica realidad. En este artículo, exploraremos cómo estas creencias coexisten con la confianza en la ciencia, de manera amena y entretenida, y quizás con algunos giros inesperados. Así que ajusta tu cinturón y vamos a despegar en este viaje de reflexión.

La paradoja de la creencia en lo sobrenatural

Un estudio reciente de la Fundación BBVA ha desenterrado algunas curiosidades sobre las creencias alternativas en la sociedad española. Uno podría pensar que, en pleno siglo XXI, las evidencias científicas y la tecnología dominarían nuestras convicciones. Sin embargo, la realidad es que el 30% de los encuestados piensa que han habido visitas extraterrestres. ¿Qué nos dice esto sobre nuestra psique colectiva?

De hecho, esta fascinación por lo desconocido puede ser vista como un mecanismo de afrontamiento. En tiempos de incertidumbre, abrazar explicaciones que escapan a la lógica puede ser reconfortante. Recuerdo cuando, en esos días oscuros de la pandemia, muchos de mis amigos comenzaron a leer horóscopos en busca de respuestas. Reímos y bromeamos sobre ello, pero en el fondo estaba claro que esta búsqueda de certezas sólo reflejaba nuestro deseo de entender el mundo que nos rodea en un momento confuso.

Entonces surge la pregunta: ¿es realmente tan extraño creer en lo imposible? Tal vez no. A todos nos fascina la posibilidad de que haya algo más allá de nuestro planeta. Con películas de ciencia ficción por doquier y documentales que nos muestran misterios sin resolver, es solo natural que parte de nosotros busque respuestas en las estrellas.

El peso de la ciencia en la sociedad moderna

A pesar de este fenómeno, la ciencia sigue teniendo un lugar prominente en la mente de los españoles. Según el estudio, ocho de cada diez españoles consideran que el conocimiento más fiable proviene de expertos y científicos. Y, aunque un 30% crea en los extraterrestres, dos de cada tres ciudadanos creen que la mayoría de las cosas en el mundo pueden ser explicadas por la ciencia.

Esto resuena en un contexto más amplio. Vivimos en una era donde la desinformación y la posverdad juegan un papel importante. Nuestras pantallas están llenas de información contradictoria sobre vacunas, cambio climático y, por supuesto, la existencia de vida en otros planetas. Sin embargo, a medida que avanzamos, parece haber un consenso en que recurrir a la evidencia científica es crucial para tomar decisiones informadas. ¿Cuándo fue la última vez que tuviste una discusión sobre las vacunas y no sentiste un ligero dolor de cabeza?

El escepticismo también tiene su lugar. Especialmente entre los mayores de 65 años, que tienden a mostrarse más escépticos sobre las afirmaciones científicas. Y yo me pregunto: ¿será que tienen más experiencias que los hacen dudar o simplemente están cansados de cuestionar todo? A veces, me siento como un abuelo cibernético de 30 años, reflexionando sobre cómo todo parece más complejo a medida que envejecemos.

La influencia de la cultura y la religión en las creencias

La encuesta también revela que las narrativas religiosas ya no se presentan como una competencia seria para la ciencia. Menos del 33% de los encuestados cree que el universo fue creado por un ser supremo. En cambio, el 78% acepta la teoría evolucionista. ¡Toma eso, creacionistas! Pero, ¿qué sucede con los conceptos de Dios y la espiritualidad? Aún casi la mitad de la población española cree en Dios, aunque las creencias en el pecado, los milagros y la vida después de la muerte están en declive.

Este es el momento perfecto para introducir el término «cognitive dissonance» (disonancia cognitiva). Es ese momento incómodo que sentimos cuando nuestras creencias se enfrentan a la realidad. Yo mismo la experimenté cuando me di cuenta de que la mayoría de mis amigos y yo habíamos sido educados en creencias religiosas y, al mismo tiempo, éramos defensores de la ciencia. ¿Cómo conciliamos dos mundos tan separados?

Quizás el será el deseo humano de buscar respuestas finalmente nos lleve a la conclusión de que podemos tener un pie en la ciencia y otro en la espiritualidad al mismo tiempo. Solo así podría tener sentido mi amigo que evita el número 13, pero que no se pierde un solo capítulo de «Expediente X».

Los nuevos mitos urbanos: brujas, espíritus y números malditos

Hablando de mitos, el estudio también arroja luz sobre creencias inusuales que todavía habitan entre nosotros. Un 5% de los encuestados cree que el número 13 trae mala suerte. Nuestra cultura está llena de supersticiones que, en ocasiones, incluso me hacen preguntarme si al final fueron solo inventos de relaciones públicas para vender más amuletos y talismanes.

Y cuando se trata de hablar con espíritus, el porcentaje sube a un 24%. ¿Están realmente compartiendo una conversación intensa sobre la vida después de la muerte o simplemente redactando sus próximos tuits? Me imagino a un grupo de espíritus observando a través de un cristal de bola, preocupados porque nadie los toma en serio.

Si lo llevamos a un nivel más amplio, entonces deberíamos considerar cómo hemos llegado a celebrar estas creencias. Tal vez nuestras abuelas nos influenciaron con historias de fantasmas y supersticiones mientras nos enseñaban a hornear galletas. Es un legado que nunca se elimina por completo.

La ciencia contra la pseudociencia

Sorprendentemente, la medicina basada en la evidencia científica mantiene una alta tasa de confianza en la población. La mayoría de los encuestados afirma que recurriría a los servicios de salud frente a problemas médicos graves. Sin embargo, también existe un 21% que ha utilizado prácticas alternativas como la homeopatía. Es un fenómeno curioso, que nos lleva a reflexionar sobre el deseo humano de buscar lo que a veces llamamos «remedios a la antigua».

Compartí una experiencia con un amigo que juró por la homeopatía como su salvación para una migraña, mientras yo optaba por un doloroso y probablemente eficientísimo aspirina. Al final, terminó tan convencido de los efectos de su «remedio» que lo vi en una tienda de hierbas, investigando la espiritualidad del té de hierbas para sus «problemas energéticos». No me malinterpretes, cada uno tiene su forma de lidiar con el dolor, pero ¿realmente necesitamos confiar en pseudociencias para sentirnos mejor?

Un futuro incierto pero esperanzador

A medida que exploramos la interacción entre creencias en lo sobrenatural y la confianza en la ciencia, se hace evidente que estamos en una encrucijada cultural. Las posibilidades son infinitas, lo que plantea preguntas importantes: ¿hasta qué punto están nuestras vidas moldeadas por lo que creemos? Al final del día, nos gustaría pensar que tenemos una cierta autonomía sobre nuestras acciones y creencias, pero no podemos obviar la influencia de las creencias que nos rodean.

El futuro puede parecer incierto, pero también es prometedor. Si hay algo seguro, es que la curiosidad y el deseo de entender nuestro lugar en el universo seguirán impulsando nuestra exploración. Así que, ¿quién sabe? Quizás algún día tengamos pruebas irrefutables de que los alienígenas efectivamente nos visitan, o tal vez simplemente se queden vagando a través de las nebulosas, esperando que alguna de nuestras almas curiosas aborde un vuelo intergaláctico.

Y así, en nuestra búsqueda de conocimiento y verdad, recordemos que, aunque los extraterrestres pueden no estar entre nosotros, nuestras creencias y la confianza en la ciencia nos llevan a descubrir nuevas dimensiones más profundas de lo que significa ser humano. ¿Listo para continuar la exploración?