El Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza se conmemora cada año el 17 de octubre, pero la pobreza no es sólo un número que aparece en las estadísticas. Para muchas familias, especialmente aquellas con personas con discapacidad intelectual y del desarrollo, enfrentarse a la pobreza es una lucha cotidiana. En este artículo, te invito a adentrarte en el impacto que esta situación genera en la vida real, a través de cifras alarmantes y realidades desgarradoras.

La pobreza y las familias con discapacidad: una cifra alarmante

El Informe sobre el Estado de la Pobreza de 2023 publicado por la Red Europea de Lucha contra la Pobreza (EAPN) es claro: el 30% de las personas con discapacidad en España viven en riesgo de pobreza o exclusión social. Esta cifra contrasta significativamente con el 22,7% de la población sin discapacidad. ¿Te has puesto a pensar en lo que significa esto para más de 400.000 personas con discapacidad intelectual? Imagina, por un momento, ser parte de este grupo y vivir en un entorno que constantemente te relega a un segundo plano.

La precariedad económica no es una mera cuestión estadística. Es un tipo de estrés que afecta a las relaciones familiares, la salud mental y la calidad de vida. Estas familias luchan cada día no sólo por cubrir sus necesidades básicas, sino también por el bienestar de sus seres queridos. La falta de apoyos públicos efectivos convierte a estas familias en verdaderos héroes silenciosos en una batalla que parece interminable.

La precariedad laboral: un círculo vicioso

Uno de los factores que perpetúa esta situación es la baja inserción laboral de las personas con discapacidad intelectual. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), apenas un 23,8% de este grupo tiene empleo, ¡y eso es 44,8 puntos menos que el resto de la población! Hasta me pregunto: ¿es que ser parte de una minoría debe ser sinónimo de dificultad?

Imaginemos la lucha de María, una madre trabajadora que tiene un hijo con discapacidad intelectual. Ella se levanta muy temprano para cumplir con sus responsabilidades laborales, pero se enfrenta a un doble reto: la dificultad de encontrar trabajo para su hijo y la escasez de oportunidades que lo inspiren a desarrollarse. ¿Cuántas veces se ha sentido atrapada en un sistema que parece no ofrecerle respuestas efectivas?

El sobrecoste familiar: una carga que no cesa

El sobrecoste familiar asociado al cuidado de personas con discapacidad también es alarmante. Plena Inclusión ha estimado que este gasto puede alcanzar la media de 27.000 euros al año por familia. Imagina tener que ajustarte un presupuesto ya de por sí limitado, multiplicado por la necesidad constante de pagar terapias, tratamientos y cuidados especiales. ¿Te imaginas el estrés que esto genera?

Además, se añaden las incertidumbres provocadas por la reciente Ley 8/21, que modifica la capacidad jurídica de las personas con discapacidad intelectual. El temor de perder pensiones y deducciones fiscales deja a muchas familias en un estado de ansiedad constante. La lucha por un sistema más justo parece una batalla en la que las familias siempre son las que salen perdiendo.

Demandas urgentes de Plena Inclusión

Ante esta situación, Plena Inclusión ha alzado la voz y ha expuesto sus demandas, que parecen más que razonables:

  • Acceso preferente y facilitado al Ingreso Mínimo Vital (IMV) para las familias que tienen a su cargo personas con discapacidad.

  • Compatibilización del IMV con la prestación por hijo a cargo para aquellos hijos e hijas con discapacidad. Esto es esencial, ya que los gastos adicionales no cesan.

  • Aumento de esta prestación a 170 euros mensuales por cada hijo menor y hasta 570,2 euros para aquellos con más del 65% de discapacidad. ¿Es mucho pedir que el gobierno escuche estas necesidades críticas?

Aunque la visión de una sociedad inclusiva sea un ideal hermoso, la realidad para muchas familias es que se enfrentan a barreras que parecen insuperables. La escasez de recursos y apoyos públicos robustos es un indicador de que estamos lejos de lograr este ideal.

La importancia del empoderamiento y la educación

Más allá de las cifras y las cifras, es importante abordar el impacto emocional de todo esto. La falta de acceso a un sistema educativo inclusivo y de calidad también disminuye las oportunidades para las personas con discapacidad intelectual. Cuando un niño se siente excluido en el aula, lo que sufre no es solo una falta de educación; se siente menospreciado y aislado. No hay nada más devastador que ver a un hijo caer en la desesperanza.

En mi experiencia personal, he tenido la oportunidad de trabajar en programas educativos para jóvenes con necesidades especiales. Cada pequeño avance es motivo de celebración, pero el camino está lleno de obstáculos. Las familias necesitan un sistema que les respete y les escuche, un sistema que potencie sus aspiraciones, en lugar de apagarlas.

La responsabilidad social de todos

La lucha no es solo de las familias afectadas ni de organizaciones como Plena Inclusión. Todos somos responsables de abogar por un cambio en el sistema. Media con empatía por aquellos que no tienen la misma voz que tú y yo. Porque, al final del día, cuando las muchas dimensiones de la sociedad se unen, se produce un poder que puede cambiar las cosas.

Por ejemplo, si una empresa aplica políticas de contratación inclusivas y ofrece formación laboral a personas con discapacidad, no solo se beneficia la comunidad, sino también el entorno empresarial. ¿Acaso no sería maravilloso ver a un empleado talentoso que antes pensábamos que estaría excluido en su lugar de trabajo?

Hacia un futuro más prometedor

Con la presión adecuada sobre las autoridades, se pueden lograr cambios significativos en la vida de estas familias. Un futuro donde el apoyo público esté garantizado y donde cada miembro de la comunidad tenga acceso a las mismas oportunidades. Es un camino largo, pero el primer paso siempre comienza con la conciencia.

Así que, ¿te gustaría involucrarte en esta causa? ¿O simplemente quieres ser más consciente del desafío que enfrentan miles de familias? Suscríbete a ‘Capaces’, donde podrás profundizar en estas realidades, entender sus necesidades y, por supuesto, celebrar sus logros.

¿Y quién sabe? Tal vez al final del día, la mejor forma de contribuir sea simplemente escuchar y aprender. La empatía es la clave para construir un mundo más compasivo y solidario. Porque al final, todos somos parte de esta misma comunidad.

Conclusión: frente a la adversidad, debemos unirnos

La lucha contra la pobreza y la exclusión social es una responsabilidad que debemos asumir de manera colectiva. Desde las organizaciones hasta cada miembro de la sociedad, no podemos quedarnos en silencio ante la adversidad que enfrentan las familias con personas con discapacidad. Aprendamos, hablemos y, sobre todo, ¡actuemos!

Cuando uno de nosotros se levanta, todos lo hacemos. Así que, ¿estás listo para ser parte del cambio? Como bien dijo el dramaturgo irlandés George Bernard Shaw: «La vida no deja de ser un experimento. Cuanto más experimentes, más vivo estarás». Así que, ¡vamos a experimentar juntos!