En un mundo marcado por la interconexión y la cooperación, nuestras expectativas sobre las relaciones internacionales suelen ser altas. Pero a veces, la realidad nos recuerda que, en el ámbito diplomático, las comunicaciones pueden ser unidireccionales y, en ocasiones, simplemente no ocurren. Esto es precisamente lo que se ha observado entre España y Estados Unidos en los últimos meses. ¿Qué está pasando realmente detrás de los muros de la diplomacia? Vamos a sumergirnos en el intrigante mundo de las relaciones internacionales, la política y la comunicación, todo ello salpicado de un poco de humor y anécdotas personales que espero te arranquen una sonrisa.

La conversación que nunca fue

El 21 de enero, el ministro de Exteriores de España, José Manuel Albares, intentó comunicarse con el secretario de Estado de EE. UU., Marco Rubio. Este contacto fue tan exitoso como mis intentos de hacer yoga: anunciarlo con entusiasmo pero, al final del día, no pasó nada. Albares, en su capacidad como figura diplomática, felicitó a Rubio por su nombramiento y aprovechó la oportunidad para subrayar la importancia de una relación bilateral sólida en un mundo lleno de desafíos globales. Quiero decir, ¡qué diplomático! A veces siento que la diplomacia es como jugar al ajedrez, donde cada palabra debe ser calculada y cada movimiento, estratégico. Pero, ¿qué sucede cuando uno de los jugadores decide no mover ninguna pieza? Esa es la esencia de esta situación.

La diplomacia moderna y sus complejidades

Si hay algo que todos hemos aprendido en los últimos años es que la diplomacia moderna puede ser como una montaña rusa: llena de altibajos, giros inesperados y, a veces, un poco de miedo. Mientras otros países han recibido la atención de la administración de turno, España ha quedado un poco en la penumbra. Se empieza a sentir como esa persona en una fiesta que constantemente espera su turno para hablar, pero el DJ (o el secretario de Estado) nunca le da la oportunidad.

Rubio, mientras tanto, ha estado bastante ocupado. En su lugar, se ha comunicado con otros homólogos de países como Canadá, México, Reino Unido, Francia, Alemania, Italia y Turquía, mientras que España parece haber sido olvidada en la lista de prioridades. Es curioso cómo, en una época de interconexiones instantáneas, algunas comunicaciones aún parecen perderse en el aire.

Otros en la fila

Hablemos un poco de cómo se siente España en comparación con otros países de la Unión Europea. Mientras Albares observa a Rubio conversando con otros líderes, parece que España está atrapada bajo un viejo árbol de un parque, viendo cómo el resto del mundo avanza a pasos agigantados. La situación se siente aún más aguda al considerar que Brasil y Sudáfrica, también países del G20, están en una situación similar. La administración de Trump ha optado por tomar decisiones al respecto que repercuten en la configuración de alianzas globales. ¿Comprenderán estos retos los europeos? O quizás, ¿alguna vez los comprenderemos nosotros?

La reciente historia de la diplomacia española

Un toque de nostalgia se apodera de mí cuando pienso en cómo han cambiado las cosas. En febrero de 2021, el entonces secretario de Estado, Antony Blinken, fue lo suficientemente considerado como para llamar a la entonces ministra de Asuntos Exteriores de España, Arancha González Laya, para reafirmar la relación bilateral y fortalecer la cooperación transatlántica. Eso me hace recordar mi primera salida con un amor adolescente, siempre deseando que me llamara después. Pero al igual que en el caso de Blinken, ese deseo se desvaneció rápidamente. Cada vez que miro al teléfono… bueno, vamos, no voy a seguir hablando de mi vida amorosa aquí.

¿Es un descuido o un cálculo deliberado?

Uno de los elementos más intrigantes en esta narrativa es la posibilidad de que la falta de comunicación no sea simplemente un descuido. Algunos analistas sugieren que la ausencia de contacto podría ser un cálculo deliberado por parte de la administración estadounidense para reordenar prioridades geopolíticas. Con cada día que pasa sin una llamada desde la Casa Blanca, creo que muchos se preguntan: ¿Es España realmente importante en el nuevo contexto global?

Esto me lleva a reflexionar sobre cómo a veces en nuestras propias vidas podemos sentirnos invisibles o menospreciados. Como el que aguarda su turno en la fila del café mientras otros pasan antes, frustrando aún más la paciencia y la capacidad de esperar.

La política del miedo: un juego peligroso

Una de las claves en este juego geopolítico es el miedo. ¿Miedo a perder la relevancia? ¿Miedo a no ser escuchados? Algunos de los países que han recibido contacto de la administración de Trump han adoptado una postura más firme, buscando exenciones a los aranceles que Trump está a punto de imponer. Mientras tanto, España vive la tensión como un espectador en un drama de acción, preguntándose cómo y cuándo se volverá a los temas más importantes: el uso de las bases militares en Morón y Rota, cuestiones que tienen un impacto significativo en la seguridad nacional.

La búsqueda de atención

Así como un niño que anhela la atención de sus padres, la situación actual de España refleja esa búsqueda constante de importancia en el escenario internacional. No es fácil, ni debe serlo. Los líderes deben esforzarse para mantenerse relevantes, y la falta de atención puede crear inseguridad. Muchos se preguntan si las relaciones entre estos dos países podrían haber sido más robustas, pero, metafóricamente hablando, ¡parece que España está luchando por su lugar en la mesa de esta gran cena diplomática!

La presión de las decisiones históricas

Adentrándonos en el aspecto histórico, la realidad es que decisiones anteriores influyen en las dinámicas actuales. En un mundo cambiante, donde las alianzas se transforman más rápido que un cambiante de carreras, es crucial considerar la herencia política y económica que cada nación aporta a la mesa. Una de las cuestiones dolorosas en el sistema actual es la transición de relaciones que han sido cuidadosamente cultivadas a lo largo de los años; por ejemplo, las «relaciones amorosas» entre España y EE. UU. durante la administración anterior parecen ahora algo difusas.

Implicaciones para el futuro

De cara al futuro, la situación plantea muchas preguntas: ¿Hasta cuándo continuarán las relaciones, o más bien la falta de ellas, entre España y Estados Unidos? ¿Qué significará esto para la política exterior española? Es interesante reflexionar sobre el futuro de la Unión Europea en un mundo donde otros países se están uniendo en un frente más fuerte mientras España se siente un poco sola.

Conclusiones inesperadas

En última instancia, todo esto nos lleva a la realidad de que la diplomacia no es un campo sencillo. A medida que avanzamos, nos encontramos enfrentando desafíos no solo en términos de comunicación, sino también en cómo navegar las relaciones en constante cambio en un mundo dado a convulsiones. Algunas veces, piensa en las redes sociales: en lugar de comunicarte, estamos lanzando píldoras de información en lugar de tener un profundo diálogo. ¿Dónde está la humanidad en todo esto?

Así que, al igual que un malentendido en una conversación de café, la falta de comunicación puede llevar a suposiciones erróneas y frustraciones. Espero que, en el futuro, España encuentre su voz en la comunidad internacional y, quizás, el secretario de Estado de EE. UU. esté leyendo esto y decida hacer esa llamada tras tanto tiempo. ¡Nunca se sabe!

Y mientras tanto, es bueno recordar: la diplomacia puede ser un arte delicado, pero también puede ser tan sencilla como un apretón de manos o una llamada amistosa. En esta danza de relaciones, que el mundo global no olvide que la conexión humana, sin importar cuán lejana esté, es lo que realmente cuenta. Al final del día, todos buscamos ser escuchados y comprendidos, ya sea en la reunión de un gobernante o en nuestra propia casa. ¡Hasta la próxima!