La política hoy en día parece una gran obra de teatro, ¿no es así? Con un guion lleno de giros inesperados, personajes que entran y salen según la temporada y un público que, a veces, no sabe si reír o llorar. En medio de este caos, un eco resuena con fuerza. Se trata de la necesidad de un debate político sosegado y centrado en el bien común. En este artículo, haremos un recorrido por estos conceptos, sus implicaciones en nuestra vida diaria y la importancia de la democracia en tiempos de incertidumbre. Así que, siéntate cómodamente, posiblemente con una taza de café en la mano, y acompáñame en esta travesía.
El ruido de la política: ¿estrés o desinterés?
¿Cuántas veces te ha pasado que en medio de una conversación política, ya sea en la cena familiar o en una charla casual con amigos, sientes que todo el mundo se ha puesto a hablar a la vez? La cacofonía se ha apoderado de los debates, y no precisamente porque todos tengan algo valioso que aportar. Más bien, parece que hay una necesidad de acaparar la atención a través de la confrontación, dejando de lado el verdadero propósito del diálogo: encontrar soluciones que beneficien a la sociedad.
En mi experiencia, he tenido múltiples discusiones que comenzaron con buenas intenciones pero rápidamente se convirtieron en un tira y afloja de insultos disfrazados. Recuerdo una vez que, en un encuentro entre amigos, uno de ellos lanzó un comentario sobre la política actual. Bastaron unos segundos para que estallara un torbellino de opiniones, gritos y hasta memes que se empezaron a difundir en ese mismo instante. Al final de la noche, nos dimos cuenta de que todos estábamos más estresados que cuando llegamos. Pero, ¿es esto realmente necesario? ¿No sería mejor trabajar en el bien común y dejar de lado nuestros egos?
La desconexión de los votantes
Un fenómeno preocupante es la desconexión de ciudadanos que han decidido no hacer caso a la política porque simplemente ya no pueden más. Se han alejado de los medios de comunicación tradicionales, se han refugiado en el entretenimiento y han adoptado una actitud de «todos son iguales». Esto es peligroso, ya que pone en riesgo la base misma de una democracia saludable. Así como los sobrevivientes de un desastre natural buscan refugio, ellos buscan una salida de este caos político.
Esta desconexión no es solo un capricho. La gente está cansada de escuchar ataques constantes, promesas vacías y una polarización extrema que no busca más que dividir. En mi vida profesional, he visto a muchos colegas que ya no se interesan en las noticias políticas, optando en su lugar por ver series de televisión que, aunque entretenidas, no siempre nos aportan conocimiento útil para comprender lo que realmente está sucediendo en el mundo. ¿Es esto una falta de interés o más bien un mecanismo de defensa?
Bien común: un término que no debería ser una rareza
El concepto de bien común debería ser la brújula que guía todas nuestras acciones políticas. Pero, ¿qué significa realmente? Al final del día, se trata de crear condiciones que permitan a todas las personas vivir en paz, con justicia y libertad. No obstante, a menudo vemos que este objetivo queda relegado a un segundo plano. La lucha por el poder se convierte en el protagonista de nuestra historia política, y el bien común se convierte en un concepto abstracto que pocos parecen entender o valorar.
Recuerdo que durante mis años de universidad tuvimos una asignatura dedicada a la ética en la política y me llamó la atención que muchos de mis compañeros no podían definir lo que significaba el bien común. Me pregunto si este aspecto se ha vuelto tan extraño que hemos perdido de vista su verdadero significado. En un mundo donde cada vez más personas se interesan por las redes sociales y las tendencias virales, recordar que el bien común es más que una frase hecha es esencial.
La defensa de la democracia liberal
La democracia liberal es un pilar fundamental del bien común. Pero en tiempos de incertidumbre, es común ver grupos y organizaciones que buscan socavar estos principios en nombre de ideologías personales. Es fundamental que todos comprendamos que atacar la democracia es un error que puede llevar a consecuencias peligrosas para nuestra sociedad. Es casi como tratar de derribar una casa porque no te gusta la pintura; lo que realmente necesitas es decorar el interior, no destruir la estructura.
Con frecuencia, nos encontramos con discursos que atacan las bases de la democracia como si fueran una especie de defecto de diseño. ¿Acaso no nos parece que sería más fácil encontrar un terreno común y trabajar juntos en lugar de despreciar el sistema que tantas generaciones han construido? La democracia puede que no sea perfecta, pero es el sistema que nos permite tener voz y voto. Y, en este sentido, asumo que defender la democracia liberal, incluso desde una perspectiva crítica, es un acto de valentía. ¿Quieres cambiar algo? Entonces hazlo desde dentro del sistema, no destruyéndolo.
La necesidad de consenso en las instituciones
Una de las afirmaciones más contundentes del discurso reciente es la urgencia de fortalecer nuestras instituciones. En este sentido, Felipe VI ha recordado que las instituciones son las columnas que sostienen la democracia. Si estas se debilitan, eventualmente el arranque de confianza social se perderá, y la gente se alejará aún más de la vida política. Entiendo que las instituciones no siempre son perfectas y que podemos hacer críticas válidas, pero también es fundamental recordar que mejorar no implica socavarlas.
En nuestra vida cotidiana, muchas veces no pensamos en lo que implican estas instituciones. Sin embargo, cuando todo funciona como se espera, la mayoría de nosotros simplemente las damos por sentado. Te animo a que consideres, por un momento, tus propias experiencias. ¿Cuántas veces has ido al médico y ha tenido que seguir protocolos establecidos? ¿O cuántas veces has necesitado asistencia de alguna entidad pública y has notado que hay reglas que se siguen para que todo fluya adecuadamente?
La confianza ciudadana y el Estado de Derecho
El deterioro de la confianza ciudadana en el Estado de Derecho es un tema sensible. Cada afirmación desacertada, cada ataque, cada fake news acaba siendo una bomba que socava lo que hemos construido. A medida que este deterioro se prolonga, el panorama político se enrarece, y lo que una vez fue un debate sano se convierte en un campo de batalla donde los intereses individuales se colocan por encima del colectivo.
Es importante recordar que nuestra democracia debería ser nuestra «zona segura». Por lo que, al dudar de todas nuestras instituciones, corremos el riesgo de hacer que las nuevas generaciones crezcan en un ambiente de desconfianza, lo que les lleva a pensar que el cambio no es posible. Esto no solamente es un ciclo vicioso, sino que también hay profundos desapegos de la necesidad de involucrarse en la política.
Reflexiones finales
La política es un espectro complejísimo que encapsula nuestras luchas por la justicia, la equidad y, sobre todo, el bien común. Si seguimos permitiendo que la cacofonía se apodere de nuestro discurso, es posible que perdamos de vista lo que realmente importa. El desafío para nosotros, ciudadanos del presente, es crear un ambiente en el que podamos encontrar esa serenidad, seriedad y compromiso en los debates.
A veces, puede parecer que la defensa del bien común y la democracia son cuestiones de pereza intelectual. Pero recordar que el cambio comienza en cada uno de nosotros es clave. Si todos hiciéramos un esfuerzo por participar en el debate cívico de manera constructiva, en lugar de caer en la trampa del ruido, podríamos ver un cambio positivo. Reflexiona sobre esto, por favor. ¿Qué puedes hacer tú para contribuir a un discurso político más saludable? La respuesta a esas preguntas podría marcar la diferencia.
Y si la política se siente como un circo a menudo, recuerda que tú, querido lector, ¡tienes el poder de cambiar el espectáculo! La historia no está totalmente escrita, y aunque no siempre sea fácil, “mejorar el guion” es la única manera de garantizar que el público no se aburra y, quizás, un día, encuentren sentido a todo esto. Así que, cuando llegues a casa y te pongas cómoda, piénsalo: ¿cómo puedes ser parte de ese cambio?