La DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) que azotó la Comunidad Valenciana a finales de octubre ha dejado más preguntas que respuestas en un momento en el que la gestión de emergencias parece haber fallado en sus más básicos principios. Y como buen amante del drama, no puedo evitar pensar en la frase: “en la historia, nada está decidido hasta que se convierte en pasado”. Pero, ¿realmente podemos dejar atrás lo que ocurrió en la reunión del Cecopi (Centro de Coordinación Operativa Integrada) del pasado 29 de octubre?
Un día que no debería haber terminado así
Imaginemos una sala repleta de políticos y expertos en gestión de crisis, todos reunidos para abordar una situación de emergencia. Suena a la trama de una película de acción, ¿verdad? Sin embargo, en este caso, la realidad fue bastante menos heroica. Pasados unos minutos de las 17:00, y con el agua ya comenzando a hacer estragos en el entorno, la consellera de Justicia, Salomé Pradas, se sintió inquieta, como muchos de nosotros en una reunión familiar cuando la discusión se torna incómoda.
A las 17:35, el río Magro y el Júcar ya estaban dando señales de alerta, pero ni los cataclismos ni las posadas de cinco estrellas por las que nos hemos conocido parecen haber hecho mella en su toma de decisiones. La consellera decidió hacer una pausa para “reflexionar”, como si estuviera eligiendo entre las tapas de la carta del bar. Y aquí es donde entramos ya en territorio de incredulidad: una reunión que debería estar repleta de acción se convierte en un parón que podría haber costado vidas y propiedades.
¿Cuánto tiempo necesitamos para actuar?
Uno podría preguntarse, ¿cuánto tiempo es razonable esperar para que se tomen decisiones fundamentales durante una crisis? En este sentido, el presidente de la Confederación Hidrográfica del Júcar, Miguel Polo, sugirió enviar alertas masivas a la población a las 18:00. Esto fue alrededor de dos horas antes de que se activara el sistema Es-alert, ¡dos horas! En un mundo donde los minutos cuentan más que las palabras en un mensaje de WhatsApp, esta situación es digna de un examen de conciencia colectivo.
Cuando finalmente se activó la alerta, el Júcar ya estaba transportando 1.725 metros cúbicos por segundo de agua, lo que equivale a casi cuatro veces el caudal del río Ebro. Quizás algunos de nosotros hemos estado en situaciones frustrantes, donde un pequeño retraso se convierte en una avalancha de problemas, pero aquí estamos hablando de vidas humanas y la seguridad de miles de personas.
Las contradicciones del discurso político
Es aquí donde la política entra como un elefante en una tienda de porcelana. La versión que ha intentado sostener el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, se tambalea como un barco en medio de la tormenta. Según su equipo, estaba “trabajando e informado” aunque físicamente no estuviera presente en la reunión. Pero, ¿qué significa eso realmente? ¿Es un trabajo del 1% que se hace a través de un mensaje de texto o una llamada perdida?
Por otro lado, la consellera Pradas intentó negar que la propuesta de alertas masivas se hubiese discutido antes de las 20:00. ¡Errores tan evidentes que harían a un estudiante de escuela primaria sonrojarse! Audios reveladores han sacado a la luz la verdad: ya se estaban discutiendo alertas a las 19:15, algo que definitivamente tira por tierra el discurso oficial.
Integración de esfuerzos: ¿Una utopía?
Pensar que la DANA es solo un evento natural es como creer que la trama de un buen thriller se puede contar sin giros inesperados. Aquí, las instituciones se comunicaron por videoconferencia, pero en medio de eso, la consellera no pudo tomar decisiones. ¿Alguien recuerda esa sensación de investigar un asunto y dar un vistazo, solo para darse cuenta de que está abrumado por la información? Bueno, imaginemos eso multiplicado en una escala masiva.
La falta de acción adecuada recuerda a otra situación que todos hemos experimentado: ese momento en que decidimos aplazar la tarea que no quería afrontar, solo para que se convirtiera en un monstruo de varios cabezas que finalmente explota en nuestras caras. La diferencia aquí es que los «aplazamientos» pueden costar vidas.
La grabación que podría cambiarlo todo
A pesar de la confusión y los discursos contradictorios, hay algo que podría aportar claridad al caos: los audios. Estos registros, como una especie de caja negra del Cecopi, podrán ser revisados en el futuro si se solicita por un juez o en una eventual comisión de investigación en las Corts Valencianes. Esto es un punto positivo, ya que se podrá comprobar de manera objetiva lo que sucedió y, quizás, responsabilizar a quienes lo merezcan.
Es inquietante pensar que una simple grabación podría ser el hilo conductor a través del que se derroten a los mentirosos. Estas reuniones no solo estarán grabadas para la posteridad, sino también como un testimonio histórico de lo que no se debe repetir.
Mirando hacia adelante: ¿qué se puede hacer?
Aquí llega el momento de preguntarnos: ¿cuáles son las lecciones aprendidas de esta crisis? Algunos podrían decir que estamos ante un nuevo llamado a la preparación. Otros podrían pensar que es hora de un cambio de dirección en la gestión de emergencias en la Comunidad Valenciana. Lo que está claro es que no hay tiempo para el estancamiento, necesitamos un engranaje más ágil y eficiente, que opere a la velocidad que exige la naturaleza.
En un mundo interconectado, donde las redes sociales pueden desencadenar crisis mundiales a partir de un simple tweet, la capacidad de reaccionar rápidamente a las emergencias es más importante que nunca. Quizás podríamos aspirar a un protocolo que permita actuar en minutos, no en horas.
Conclusiones: la importancia de la acción rápida
La DANA nos ha dado una lectura brutal de hasta dónde pueden llegar los errores humanos en la planificación y gestión de emergencias. Las vidas en juego no pueden ser parte de un juego de intereses políticos o negligencias. Aunque la naturaleza puede ser impredecible, la respuesta humana a ella no debería serlo. Como comunidad, debemos construir un sistema que priorice la responsabilidad y la acción rápida.
Sería absurdo pensar que la DANA es solo una anécdota en la historia de Valencia. Todo lo contrario, la manera en que afrontamos emergencias de este tipo puede definir el futuro de nuestras ciudades, nuestros hogares y nuestras vidas. Así que, ¿qué vamos a hacer? Dialogar, actuar y aprender. Porque al final, la historia la escriben quienes actúan.
¿Y tú, qué opinas sobre la gestión de emergencias en tu localidad? ¿Crees que estamos realmente preparados para enfrentar algo tan devastador? ¡Comparte tus pensamientos y veamos qué podemos aprender juntos!