El Black Friday, esa época del año donde todos nos volvemos un poco locos buscando chollos en la web, trajo consigo una historia que nos recuerda que, a veces, los gigantes también pueden caer. La saga de Andrés Roda, un abogado de Gran Canaria que luchó contra el titanismo de Amazon por una silla ergonómica puede parecer una anécdota graciosa en un principio, pero esconde un trasfondo que nos invita a reflexionar sobre nuestros derechos como consumidores. Así que, acomódense, tómense un café y déjenme llevarlos a través de esta historia llenas de giros inesperados, ironías y, por supuesto, unos toques de humor.

El comienzo de una ilusión

Aquel día de noviembre de 2023, Andrés, al igual que muchos de nosotros, sucumbió a la tentación de los imperecederos descuentos del Black Friday. Con el anticuado pero efectivo ritual de «un clic y lo tengo en casa», decidió adquirir una silla ergonómica a través de Amazon, el rey de las compras online. ¿Quién no sueña con una silla que parece sacada de una película de ciencia ficción mientras trabaja desde casa en vez de un viejo trono que solo le da dolores de espalda? En ese momento, todo parecía perfecto. Amazon le enviaría su pedido, y él podría disfrutar del confort en su oficina.

Sin embargo, después de la confirmación del pedido, ¡bum! La primera notificación llegó en Nochebuena. No, no eran los reyes magos, sino un mensaje de Amazon diciendo que el pedido se había retrasado. Las «disculpas» sonaban a música navideña, dulces, pero no podía evitar sentir que un escalofrío le recorría la espalda. Después de todo, uno espera antes de la cena de Nochebuena tener regalos, no mensajes de cancelación.

La pesadilla del cancelador

Las semanas se convirtieron en meses y, tras sufrir varios correos de «plazos no cumplidos», Andrés decidió dejar el tema aparcado. ¿Quién en su sano juicio podría pensar que ese pequeño pedido se convertiría en un dolor de cabeza? Pero como en un capítulo de una serie de Netflix, una conversación casual con un abogado a quien le comentó su situación le hizo actuar. «Tienes que demandar», le dijo su colega. ¿Realmente iba a enfrentarse a un gigante? Era como David desafiando a Goliat… solo que este “Goliat” estaba sentado en una oficina corporativa en Seattle.

La demanda

Decidido a recuperar su silla, Andrés presentó una demanda contra Amazon. Se sentía como un guerrero medieval, armado no con espada, sino con un pliego que detallaba las injusticias que había sufrido. La espera y los tropiezos emocionales lo acompañaron, ya que tiene un trabajo y vida diaria en la que lidiar, pero finalmente, el 23 de octubre, el juez dictó sentencia. Andrés había ganado. Amazon debía entregarle la silla y cumplir con el precio acordado en el contrato. Pero espere, ¿una silla? ¿Por un año de espera? ¿No se habría arreglado todo con un simple reembolso y una disculpa?

El dilema de la entrega

Todo parece cuento de hadas… hasta que uno se da cuenta de un pequeño detalle: la silla que Andrés deseaba ya no estaba disponible para enviar a Canarias. Un giro dramático digno de la mejor telenovela. Amazon ofreció un vale por el precio diferencial de la silla. Pero Andrés, con un toque de humor, lo rechazó explicando que el vale no servía si no había manera de adquirir la silla. «Es como ofrecerme un vale para un restaurante que no existe», dijo, un poco frustrado, pero más divertido. ¿Cuántos de nosotros nos hemos encontrado en una situación similar? Algo que queremos comprar es excelente, pero cuando llegamos al momento de la verdad, ¡sorpresa! De repente, no está disponible en nuestra área. ¡Así es la vida!

Las lecciones a aprender

La historia de Andrés es más que un simple drama de compra. Nos hace preguntarnos cómo el comercio electrónico afecta a los consumidores en lugares más alejados. La discriminación geográfica en comercio electrónico es un tema viejo, pero parece que algunos aún no lo comprenden. ¿Cuántas veces hemos hecho clic en «comprar» solo para encontrar que el producto no puede enviarse a nuestra dirección? Esto no es un fenómeno aislado; muchos insulares, en Canarias y en otras regiones, frecuentemente enfrentan los costos adicionales de envío.

Por un lado, tenemos a un gigante que dice estar en la buena dirección, pero por otro, un consumidor que se siente golpeado por decisiones unilaterales. En las palabras de la jueza que falló en este caso, «la validez y el cumplimiento de los contratos no pueden dejarse al arbitrio de una de las partes». Es una perspectiva refrescante. Al final del día, los contratos están ahí para ser respetados, y los consumidores no deberían ser tratados como una línea en un balance.

¿Un final feliz? Nunca subestimes a un abogado canario

A medida que la saga de Andrés avanza, aún queda el capítulo final: conseguir que Amazon cumpla la sentencia. Al final, Andrés quiere pagar por la silla que deseaba mientras que Amazon parece estar en un juego de «te llamaré». La moraleja aquí es clara: incluso cuando parece que hemos vencido, a veces lo complicado es ejecutar ese triunfo. Andrés continúa buscando el número de cuenta para hacer el pago, pero como buen conocedor del sistema, está preparado para seguir luchando, incluso cuando se trata de hacer una transferencia bancaria.

Mientras tanto, Amazon se encuentra en medio de un proceso complicado, tratando de seguir las órdenes de un juez, pero ¿el futuro de esta silla? Quizás se convierta en una leyenda entre los consumidores en línea. Pero al menos Andrés Roda nos ha enseñado que, aunque el mundo del comercio puede ser frío y desalmado, hay momentos de calidez humano y responsabilidad. Nos ha recordado que los derechos como consumidores no son solo frases en capas de pequeño texto; son algo por lo que vale la pena luchar.

Reflexiones finales

En un mundo donde el comercio electrónico se adueña de cada rincón, es esencial mantenerse informado y ser un consumidor activo. ¿Cuántos de nosotros hemos dejado pasar cosas por alto porque simplemente no estábamos dispuestos a adoptar la batalla? Mientras Andrés se enfrenta a Amazon, es un recordatorio hilarante y empoderante de que, a veces, incluso un pequeño abogado de Gran Canaria puede hacer temblar los cimientos de un titán mundial.

Nos reímos, lloramos, y nos sorprenden las reacciones de las grandes empresas, pero lo importante aquí es elevar nuestra voz. Así que, la próxima vez que un gigante de la web no te entregue tu sueño de compras, recuerda la historia de Andrés Roda, sigue adelante y, si es necesario, ¡deja huella en la arena del derecho del consumidor!