El 9 d’Octubre es una fecha que, como buen valenciano, llevo en la piel. Ese día no solo celebramos la historia y las raíces de nuestra Comunidad Valenciana, sino que también dedicamos un espacio a reconocer a aquellos que, a través de la cultura, han contribuido a enriquecer nuestro patrimonio. Este año, la entrega del Premio de las Letras de la Generalitat a Ferran Torrent ha ocupado un lugar destacado, en un evento que, por primera vez, se celebró fuera de Valencia. Pero, ¿qué significa realmente este premio en el contexto cultural actual? Y lo más importante, ¿qué retos enfrentamos en un panorama cultural tan diverso y a menudo polarizado?
El contexto de los premios: Alicante como escenario
Imaginemos por un momento la escena. Un auditorio lleno de gente; escritores, académicos, pero también familiares y amigos de los galardonados. Todos reunidos no solo para aplaudir el talento, sino para reflexionar sobre el complejo tejido cultural que une a nuestra sociedad. Esto es precisamente lo que ocurrió en Casa Mediterráneo en Alicante, cuando el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, y la vicepresidenta Susana Camarero subieron al estrado.
¿Sabías que este evento tuvo lugar justo después de un pleno del Consell? Me imagino a los miembros del Consell, aún con el eco de debates encendidos en sus oídos, dirigiéndose al evento con tanto entusiasmo como si estuvieran en un festival de música. Y, de hecho, de alguna manera, fue así. La cultura tiene esa capacidad de unir, de hacer vibrar nuestras emociones. Pero también de encender pasiones y polémicas.
La voz de ferran torrent y su mensaje potente
Ferran Torrent, un escritor cuyos relatos calan hondo, no solo en la crítica literaria, sino también en el corazón de muchos valencianos, tuvo la tarea de representar a todos los premiados. A menudo me he preguntado: ¿qué se siente al ser el portavoz de una comunidad tan diversa? Su discurso fue directo y honesto, algo que he aprendido a valorar en nuestros tiempos.
Torrent hizo un llamado a dejar atrás cualquier tipo de apriorismos ideológicos a la hora de acercarnos al arte y la literatura. Y es que, aunque a veces es fácil dejarse llevar por diferencias políticas o religiosas, la verdad es que los grandes autores trascienden esas barreras. ¿Dejaríais de leer a autores como Josep Pla o Joan Fuster solo porque tienen opiniones diferentes a las vuestras? Una pregunta desafiante que nos invita a la reflexión y que muchos podríamos llevar más allá.
«La Cultura no admite más título de propiedad que el reconocimiento a los autores», dijo Torrent, y qué verdad más profunda. Cada vez que abrimos un libro, nos conectamos con la esencia de ese autor, sin importar cuál sea su trasfondo ideológico.
El desafío del valenciano en la era moderna
Uno de los aspectos más debatidos durante el evento fue el uso del valenciano. Torrent no se anduvo con rodeos y destacó que la situación de la lengua no es brillante. Lo que más le preocupaba era el valenciano oral, y no le falta razón. A menudo, he conversado con amigos y conocidos sobre el uso del valenciano en la vida diaria. Es bastante común que, a pesar de que hay quienes se expresan en valenciano en sus obras, la lengua se pierda en el día a día. ¿Por qué? Creo que la respuesta es compleja. Podría ser que la lengua se haya convertido en un símbolo de identidad que, a veces, se politiza más de lo necesario.
La controversia en la ley de libertad educativa
El evento también estaba embebido en un trasfondo de controversia educativa gracias a la nueva ley de Libertad Educativa. La eliminación del requisito del valenciano para el profesorado ha sido un tema que ha levantado ampollas. No me malinterpretes, no estoy aquí para tomar partido. Pero la verdad es que, como valencianos, todos queremos que nuestra lengua, una parte fundamental de nuestra cultura, tenga su espacio, tanto en las aulas como en la vida cotidiana.
La vicepresidenta del Consell hizo eco de la idea de que el uso de dos lenguas en la comunicación cotidiana es un motivo de orgullo. Y aunque estoy de acuerdo, también siento que esto debe hacerse sin imposiciones. ¿Podemos encontrar un equilibrio? Ahí está el verdadero reto.
La entrega de premios: reconociendo a nuestros mejores
El evento no fue solo un monólogo de discursos y reflexiones, sino que los galardones fueron entregados a figuras valiosas. Miguel Falomir, director del Museo del Prado, recibió reconocimiento por su trayectoria, y no podemos olvidar a Amparo Cabanes, una historiadora que ha defendido la idea de que el valenciano y el catalán son dos lenguas diferentes. Personalmente, creo que es fundamental reconocer estas diferencias y, a la vez, celebrar lo que nos une.
El capítulo póstumo del pasodoble Paquito el Chocolatero, que fue otorgado a Gustavo Pascual, me hizo recordar mi infancia. La alegría que sentíamos al escuchar esa melodía en las fiestas populares. Esas pequeñas cosas mantienen viva nuestra cultura.
La importancia de la música y el retorno de la industria cultural
Más allá de los discursos, Mazón enfatizó que la cultura no es un apéndice de nada, y ¡cuánta razón tiene! La cultura, y especialmente la música, es un pilar fundamental que define nuestra identidad. Sin embargo, lo que realmente me hizo levantar una ceja fue su referencia a la creación de una industria musical con marca propia. La idea de que Alicante podría convertirse en un polo de atracción para rodajes al sur de Europa suena prometedora. ¿Quién no querría ver más películas y series hechas en nuestra tierra?
En el fondo, lo que se busca es una transformación de nuestra creatividad en una industria productiva. La cultura debe ser un motor económico, no solo un símbolo de estatus. Y en eso, todos debiéramos poner de nuestra parte, ya sea apoyando a artistas locales o promocionando nuestros eventos culturales.
Una mirada hacia el futuro: Patrimonio y reconocimiento
El presidente de la Generalitat también recordó la importancia de la rehabilitación del patrimonio cultural. Aquí es donde entra mi lado sentimental. Siempre he sentido una conexión muy fuerte con lugares históricos y tradiciones que nos han sido legados. La Dama de Elche y el Llibre dels repartiments de Orihuela, actualmente en el Museo Arqueológico Nacional y en la Biblioteca de Catalunya, no son solo objetos; son piezas de nuestra identidad. Reivindicar su retorno a casa es un acto de amor hacia nuestra historia.
Mazón cierra su discurso con un mensaje poderoso: la cultura debe ser nuestra seña de identidad y al mismo tiempo, una palanca de desarrollo. Y aunque a veces la idea de que la cultura puede y debe generar ingresos la vemos como una especie de sueño lejana, creo que estamos en un punto donde es posible hacer que suceda.
Reflexiones finales: un camino hacia la inclusión
La entrega de premios en Alicante fue mucho más que un evento cultural; fue un recordatorio de nuestros compromisos como valencianos. A pesar de las diferencias, nuestra cultura tiene el poder de unirnos y, si estamos dispuestos a dejar a un lado las disputas ideológicas, el camino hacia adelante puede ser brillante.
Al final del día, lo que realmente importa es que celebremos nuestra diversidad cultural mientras encontramos nuevos caminos para que todos podamos participar. En lugar de ver las diferencias como obstáculos, deberíamos verlas como oportunidades de crecimiento y colaboración.
Así que, como siempre digo, si alguna vez te encuentras en un dilema sobre qué leer, no dudes en explorar y descubrir nuevos autores. Atrévete a involucrarte en la cultura local y apoya nuestras manifestaciones artísticas. Porque al final, la cultura valenciana no solo es de unos cuantos; es de todos nosotros.
Recuerda, al igual que la diversidad de voces que resuenan en nuestro paisaje cultural, cada uno de nosotros tiene una historia que contar. A veces, esa historia también puede ser una forma de construir puentes. ¿Estás listo para descubrir la próxima?