El mundo de la cultura en España se enfrenta a un panorama tan incierto como el día que encuentras a tu pareja intentando abrir un frasco de mermelada. A veces parece que los esfuerzos son muchos, pero el resultado es, al final, un gran lío. En los últimos tiempos nos encontramos con una inacción política abrumadora y un desinterés generalizado que solo buscan satisfacer intereses momentáneos. ¿Qué está pasando realmente en el ámbito cultural español y cómo afectarán estos eventos al sector en 2024? Vamos a sumergirnos en esta cuestión.

Un contexto de inacción y falta de reformas

La realidad es que, a medida que las grandes tecnológicas y los desafíos de la Inteligencia Artificial se apoderan del mundo, el sector cultural se siente desamparado. La falta de reformas, como la del INAEM, y de acuerdos significativos ha dejado a muchos artistas y trabajadores culturales a merced de un océano de incertidumbre. Podrías pensar que, en un mundo donde todo avanza a pasos agigantados, al menos deberíamos tener un plan coherente para proteger y fomentar nuestra cultura. Sin embargo, la realidad parece estar más cerca de un episodio de comedia que de una historia épica.

La lucha por la atención cultural en un escenario político polarizado

La cultura se ha convertido en objeto de debate político, un campo de batalla donde las facciones de izquierda y derecha se lanzan acusaciones. Unos abogan por un discurso centrado en identidades, género y revisionismo histórico, mientras que otros, como el Partido Popular y Vox, diluyen sus mensajes en una respuesta reactiva y superficial. La verdad es que, entre tanto enfrentamiento, la cultura parece estar atrapada en un limbo, sin ningún representante verdadero que realmente comprenda sus necesidades.

Reflexionando sobre esto, me viene a la mente una anécdota en una feria del libro, donde me senté con un conocido autor y, mientras hablábamos de sus libros y su proceso creativo, se detuvo y dijo: «A veces siento que el sector cultural se asemeja a una obra en construcción, siempre en espera de un plan maestro que nunca llega». Tal vez esas palabras resuenan con muchos en el ámbito cultural.

Una nueva dirección ministerial bajo Urtasun

En medio de esta tormenta de confusión, si miramos un poco más de cerca, encontramos a Ernest Urtasun, quien ha decidido llevar la bandera cultural en la nueva administración. Desde su llegada al ministerio, ha iniciado una reestructuración, creando una dirección de derechos culturales. Su intención se basa en elaborar un plan de igualdad, coordinar el Estatuto del Artista y promover un bono cultural joven. Pero, seamos claros, ¿realmente es suficiente?

Quizás algunos de nosotros nos hemos preguntado: “¿Que pasaría si los políticos aplicaran la misma tensión y dedicación que le ponen a los debates electorales a la cultura?”. Lo que seríamos testigos sería un verdadero renacimiento cultural. Pero, por desgracia, aún estamos lejos de eso.

Desafíos a la vista: el legado cultural y la censura

Urtasun ha definido la cultura como un espacio de combate ideológico. En un tiempo donde las críticas y las propuestas de eliminación de algunos aspectos culturales son moneda corriente, se destaca una agenda que propone no solo revisar, sino también eliminar. Casos emblemáticos como la anulación del Premio Nacional de Tauromaquia o el afán de revisar la Ley de Patrimonio arrojan luces y sombras sobre la política cultural de nuestro país.

Imagina por un momento que la cultura es como una tarta. La taurina es una porción muy querida por algunos, mientras que otros la detestan. Y en medio de la pelea por quién se queda con la mayor parte de la tarta, la cultura en sí misma ¿no está quedándose cada día más pequeña?

2024: un año de inundaciones culturales

La combinación de las inundaciones, las goteras en la Biblioteca Nacional y las preocupaciones sobre la descolonización han tejido un cuadro complejo. Los problemas no son solo estructurales, las preocupaciones sobre abusos sexuales en el sector resaltan preguntas más profundas.

Como alguien que ha asistido a charlas sobre #MeToo, esto me ahonda en una reflexión importante: ¿hasta qué punto la cultura puede servir como un refugio de cuestionamientos y críticas si su propia base temblorosa no ha sido resuelta? La respuesta se siente insatisfactoria y, a menudo, evasiva.

El legado desdibujado de los últimos años

Mirando hacia atrás, podemos reconocer que el sector cultural ha soportado una serie de reveses en la última década. Durante el gobierno de Mariano Rajoy, el recorte de presupuestos fue drástico, y el IVA del 21% fue otro golpe para los artistas. La legislación de mecenazgo se quedó en un plano secundario y, aunque la llegada de José Guirao trajo un aire fresco, las esperanzas fueron efímeras.

A veces, al recordar esos días grises, me pregunto, ¿por qué no hay más voces que se alzan para defender lo que se ha construido? La respuesta se siente como una mezcla de impotencia y frustración.

Dificultades en la proyección de lo cultural

Al analizar el estado actual del sector, se nota una falta de capacidad para proyectar y defender lo cultural. En la última gala de los Goya, el renombrado cineasta Pedro Almodóvar tomó un momento de su discurso para contestar a las críticas sobre las subvenciones. Sin embargo, su defensa tuvo más de soflama que de sustancia. Una vez más, me apareció la curiosidad: ¿Por qué el propio sector no es capaz de posicionarse y reivindicar su papel crucial en la sociedad?

La cultura debe trascender la mera supervivencia, debería ser un motor que inspire, un fuego que no se apague ante la adversidad.

El impacto de las denuncias de abuso en el sector cultural

El año 2024 también ha visto cómo el escándalo de #MeToo en el sector cultural sigue resonando. Las denuncias contra figuras como Carlos Vermut y Eduard Cortés están marcando un cambio, aunque con muchos matices. Verdaderamente, uno se pregunta si estas violaciones a la confianza también se traducirán en una reconstrucción del sector o si quedarán como otro capítulo oscuro en un libro que ya tiene demasiados. La valentía de las voces que se alzan es un signo esperanzador, pero se necesita una acción firme detrás de estas acusaciones.

Hacia un futuro incierto pero prometedor

Es indiscutible que la cultura en España necesita un cambio profundo en su estructura y enfoque. Con Ernest Urtasun como figura destacada, hay algo de esperanza en el horizonte, pero el camino es largo. Aún queda por ver si la política decidirá escuchar a aquellos que realmente sienten y viven la cultura.

En una conversación reciente con un colega artista, él comentó: “Al final del día, la cultura es lo que nos conecta. No debería ser un campo de batalla, sino un espacio donde todos podamos coexistir y crecer”. Esa reflexión encapsula la verdad que muchos de nosotros conocemos profundamente.

¿Y tú, qué opinas? La cultura merece más atención, más respeto y más pasión. ¡Que no se nos olvide que somos el país de la fiesta, del arte y de la historia! La cultura es nuestra alma, y al final del día, si no luchamos por ella, ¿quién lo hará?


En este viaje por el paisaje cultural español, es fundamental dejar una puerta abierta para la esperanza. Con un poco de trabajo y mucha voluntad, un nuevo capítulo puede escribirse, y en este tendremos la capacidad de mirar hacia atrás y reír.

¡Bienvenidos al 2024! ¡Que sea un año de transformación cultural! 🎉