¿Alguna vez has soñado con ser como Juan Martín del Potro, levantando trofeos y deslumbrando bajo los reflectores? Seguro que sí, al menos yo lo hice en mi infancia. Sin embargo, detrás de cada victoria y cada grito de alegría, existe una oscura realidad que muchos de nosotros, aficionados al deporte, preferimos ignorar. Los deportistas profesionales, esos héroes que admiramos, a menudo pagan un precio elevado por su éxito: un precio que se mide en dolor y sacrificio. Y no, no es solo el precio de unas cuantas pastillas para el dolor; es un desfile interminable de lesiones, cirugías y una relación delicada con el propio cuerpo.
Del Potro y el costo del triunfo
Hace solo un par de meses, Juan Martín del Potro, uno de los grandes del tenis argentino, se retiraba del deporte, dejando atrás un legado impresionante que incluye un US Open y un título de la Copa Davis. En su despedida, no solo habló de sus logros, sino del verdadero enemigo al que ha estado enfrentando: el dolor constante que lo ha acompañado a lo largo de su carrera. “Me levanto y tomo entre seis y ocho pastillas… Es terrible”, admitió Del Potro, reflejando la lucha interna de muchos atletas que, a pesar del reconocimiento y los aplausos, viven con el dolor constante como compañero.
Imagínate ser un héroe de tu infancia, aplaudido por miles, y despertar cada día sintiendo que tu cuerpo es un cascarón roto. Tienes un éxito deslumbrante en tu carrera, pero tu rodilla te duele al caminar. ¿Te suena? No se trata de un guion de película cualquiera, es la realidad detrás de la vida de muchos deportistas profesionales. Pero, ¿por qué el costo es tan alto?
Lesiones: un compañero de viaje
Al leer acerca de las lesiones en el deporte, a menudo pensamos que son solo un “accidente” en el camino al éxito. Pero la verdad es que el deporte de alto rendimiento implica llevar al cuerpo al límite; y no, nuestros cuerpos no están hechos para soportar tal presión. Según un estudio de la Universidad de Navarra, el 25% de las lesiones en deportistas se deben a la fatiga y el esfuerzo excesivo. Esto no es solo un número; es una realidad que se traduce en un dolor perpetuo para muchos.
El hecho de que estos atletas empiecen a experimentar problemas crónicos incluso antes de cumplir 50 años puede parecer alarmante. La doctora Isabel Guillén opina que “el deporte profesional no es bueno para el sistema músculo esquelético». ¿No eres tú el que se juega la vida en la pista?
Haciendo una pausa para reflexionar, ¿cuántas veces has oído historias de héroes «levantando pesas» en tu equipo local y terminando con una lesión? Para estos individuos, sentir dolor no es solo parte del proceso de “hacer músculo», sino el tipo de dolor que puede llevarte a una vida de limitaciones.
Deportes y sus secuelas
Algunos deportes tienden a causar más lesiones que otros. Aunque sorprendentemente el tenis no se encuentra entre los 20 deportes más lesionantes según el British Journal of Sports Medicine, los jugadores de alto nivel, como Del Potro, pueden acabar enfrentando lesiones serias. Los deportes de contacto como el rugby y el fútbol están en la cima de esa lista. Las estadísticas son desalentadoras: en estos deportes, es común encontrar atletas que pasan por quirófano y nunca vuelven a ser los mismos.
Historias como la de Gustavo Kuerten, quien ganó tres veces Roland Garros, pero luego de su retiro se vio obligado a lidiar con un cuerpo que ya no le respondía, son ejemplos sombríos de la realidad del deporte. “No sé lo que es vivir sin dolor desde hace 14 años”, dijo. Cuesta imaginar a alguien que una vez fue el rey de la cancha, ahora habitando en la sombra de su antiguo yo.
Las decisiones difíciles de los deportistas
La vida de un deportista profesional está llena de decisiones difíciles. Los sacrificios que hacen son inmensos. Recuerdo a un amigo que era un prometedor jugador de baloncesto. Después de una serie de lesiones, se vio obligado a elegir entre su carrera y su salud. Él eligió el camino poco brillante de la salud, así que ahora vive entre dos mundos: el de una vida normal y el de una pasión frustrada.
Santi Blanco, un exciclista, se enfrentó a una situación similar. Después de verse obligado a retirar su carrera debido a problemas con su arteria ilíaca, ahora vive con una pensión de invalidez y toma un papel diferente en el mundo del ciclismo, convirtiéndose en guía de invitados en las carreras. Pero, ¿es esto lo que realmente quiere? ¿Ser un espectador de su pasión?
El estigma del mundo deportivo
La sociedad tiende a glorificar el éxito deportivo, ignorando el lado oscuro. Sí, todos quieren ser parte de la élite deportiva, pero nadie menciona las secuelas. Los atletas son vistos como máquinas diseñadas para ganar. Pero, ¿quién se preocupa por el costo emocional y físico que implica ganar? ¿Cuántos de ellos se convierten en meros cascarones de lo que solían ser?
El testimonio de Álvaro Benito, un comentarista de fútbol cuyas sueños se truncaron debido a lesiones, resuena en muchos. Él prefiere no dejar que su rodilla lo condicioné, llevando el dolor como un compañero silencioso, pero igual de tormentoso. “Un día me dije que la rodilla no iba a condicionar mi vida”, dijo, con un tono que mezcla determinación y resignación.
La vida después del deporte: un camino incierto
Cuando un atleta se retira, lo que espera es un futuro lleno de inversión en su “nueva” vida. Sin embargo, muchos se encuentran luchando con el dolor y la incapacidad física. La vida de un deportista amateur suena divina, pero para los profesionales, la realidad es complicada.
Los expertos ahora reconocen la importancia de atacar el problema de las lesiones en los deportes. Hay un creciente interés por la rehabilitación y la psicología del deporte, a medida que nos acercamos a una comprensión más profunda de las heridas invisibles que muchos atletas llevan consigo. Después de todo, un dolor visible es más fácil de tratar que uno que vive dentro de nosotros.
Hablando de esto, muchas personas se olvidan de que el deporte no solo implica técnica y entrenamiento; también hay un inmenso trabajo emocional. La ansiedad y la depresión son comunes entre exdeportistas, pues han perdido no solo su carrera, sino también una parte vital de su identidad.
Reflexiones finales: ¿vale la pena?
Entonces, ¿realmente vale la pena perseguir el sueño de ser un profesional del deporte? La respuesta no es sencilla. Cada vez más atletas están hablando abiertamente sobre sus luchas y su dolor, como si un peso había estado levantado de sus hombros. Tal vez la clave no es el éxito o el fracaso, sino entender que detrás de cada atleta hay un ser humano, con dolores y alegrías.
Quizás deberíamos empezar a ver a estos atletas no solo como héroes, sino también como seres humanos que valen más que sus logros. Porque sí, la gloria en el podio es dulce, pero el precio de esa gloria puede ser bastante desgastante. Después de todo, todos queremos vivir una vida plena, llena de felicidad y momentos sin dolor.
En este último punto, quizás sea el momento de preguntarnos: ¿podemos seguir admirando esos logros si sabemos que vienen acompañados de un dolor constante? Tal vez podamos aprender a apreciar el viaje y el sacrificio, más allá del éxito tangible. Al final del día, somos humanos, y el deporte, a pesar de su esplendor, es solo una parte de un cuadro mucho más grande.