El año 2023 avanza y no podemos evitar pararnos a reflexionar sobre lo que estamos viviendo. A medida que nos adentramos en este nuevo mundo de constantes debates y paneles televisivos, donde todo parece ser blanco o negro, no puedo evitar recordar aquellas noches de invierno en casa de mi abuela, donde la conversación fluía suavemente entre chistes, anécdotas y opiniones sin que nadie terminara con un grito ensordecedor. Pero ahora, parece que un simple comentario sobre el tiempo puede desatar un verdadero tornado de discordia.
Vivimos un mundo de gritos partidistas
¿No les parece que en cualquier momento podemos encontrar a alguien discutiendo sobre lo absurdo de que las vacas tengan cuernos? No, no estoy hablando de una granja en el campo, sino del ruido ensordecedor de las redes sociales y los debates en televisión. Hoy en día estamos inmersos en una danza de opiniones y discusiones que a veces parecen no tener sentido. Todo está convertido en un juego de ganar y perder, donde el sentido común queda relegado.
La idea de que nuestro mundo se ha convertido en un escenario de política y rivalidades constantes me recuerda a mi época de estudiante, cuando en las reuniones de grupo se discutía sobre si los puntos de vista de quienes no estaban de acuerdo con nosotros eran realmente válidos. ¿Acaso no hemos aprendido nada de eso? En lugar de abrir la puerta a un debate constructivo, nos aferramos a nuestras creencias como si nuestra identidad dependiera de ellas. Pero, permítanme hacer una pregunta: en un mundo tan diverso, ¿es realmente útil pensar en términos de fuerzas opuestas?
La tradición de la discusión vacía
Recientemente, hemos visto cómo eventos aparentemente inofensivos se transforman en polarizantes. A veces, me pregunto si ese vestido de corista, tan feo como icónico, realmente es la esencia de lo que somos como sociedad. ¿De verdad crees que la elección de presentadores en un evento se convierte en un acto político crucial? Lo dudo.
El marketing y la “visibilidad” han tomado el mando. Ya no se trata solo de entretener, sino de etiquetar y clasificar al público en categorías muy cómodas. Y, sinceramente, esto apesta. En tiempos en los que deberíamos estar discutiendo temas serios, parece que preferimos centrarnos en detalles absurdos para evitar hablar de las cuestiones que realmente importan.
Como dice el viejo adagio, “donde hay humo, hay fuego”. Pero en nuestro caso, a menudo lo que hay son nubes de palabras vacías. En vez de cerrar el capítulo de las sandeces, seguimos abriendo nuevas páginas con rimas y tonterías.
La libertad de expresión: ¿hasta dónde?
Aquí es donde entran en juego temas más serios, como la libertad de expresión. ¡Ah, la libertad de expresión! Ese concepto bello y, a menudo, malinterpretado. Me sorprende cómo algunos se lanzan al vacío pidiendo que se restrinjan ciertas expresiones culturales o humorísticas por miedo a ofender a alguien. Pero, ¿no deberíamos celebrar el hecho de que todos somos diferentes y que nuestras diferencias son lo que nos hace únicos? Al parecer, he sido bastante anticlerical en mi vida, pero eso no significa que deba dejar de reírme de las cosas que me preocupan.
Las nuevas normas parecen diseñadas para crear un entorno donde la crítica sea considerada como un ataque personal. Pero, ¿no es el humor una forma válida de protesta? ¿No es simplemente una manera de reírnos de nuestras propias inseguridades y absurdos?
La comedia como espejo de la sociedad
El humor ha sido, históricamente, un reflejo de la sociedad. Recuerdo una vez viendo un episodio de ‘¡Vaya semanita!’ en la televisión, donde las risas no solo venían de lo que las personas decían, sino de cómo se trataban a sí mismas. Pareciera que reírnos de nuestros propios defectos y peculiaridades es clave para no tomarnos demasiado en serio. ¿Por qué solo los demás deben ser nuestros blancos de risa?
La comedia de este tipo puede ser más que un simple entretenimiento. A menudo es un espejo que refleja nuestra cultura y nuestras creencias. Y claro, si la religión ha sido un pilar en la sociedad, no es de extrañar que se convierta en un objetivo de chistes y humor.
La necesidad de reirnos juntos
Lo divertido de todo esto es que, a veces, olvidamos que uno de los mejores antídotos contra la ira y la desesperación es el humor compartido. La gente tiende a olvidar que reírse de uno mismo es una forma de conectarse con los demás. ¡Vaya! Un acto de rebeldía en sí mismo. ¿Alguna vez han probado hacer bromas sobre su propio grupo? Es liberador, y de paso, da a los demás la oportunidad de unirse en la risa en lugar del llanto por la indignación.
Así que ¿qué tal si, en este año cuadrado, prometemos no solo tener nuestras opiniones, sino también permitir que sean cuestionadas?
La ironía de la polarización
Es irónico, por ejemplo, que la lucha por la libertad de expresión se ha convertido en una herramienta que a menudo se usa para silenciar a quienes piensan diferente. Debemos recordar que el humor, el sarcasmo y la crítica constructiva son herramientas poderosas que tienen que estar al alcance de todos. Porque, ¿quién puede definir de manera justa lo que nos ofende? ¿Quién puede determinar la línea entre lo que se puede decir y lo que no?
Y no olvidemos eso de la autocensura. Muchas veces nos quedamos callados por miedo a ser atacados. Pero al hacerlo, nos privamos de la oportunidad de enriquecer el debate y salir de nuestra zona de confort.
Lecciones de un año cuadrado
Para terminar, les invito a reflexionar sobre lo que hemos discutido y nuestras propias experiencias. ¿Qué puede enseñarnos un año cuadrado? Permítanme hacer un reto: ¿por qué no comenzamos a reírnos de forma abierta y honesta? ¿Por qué no transformamos un espacio hirviente de discrepancias en un campo de juegos donde todos podamos intercambiar ideas, reírnos juntos y, a la vez, aprender unos de otros?
La verdad es que, al final del día, todos queremos lo mismo: un espacio donde podamos ser escuchados, donde podamos discutir nuestras opiniones y, sobre todo, donde podamos tomarnos un respiro, relajarnos y simplemente… reír.
Así que aquí les deseo a todos un feliz año cuadrado, y espero que sea un año en el que podamos encontrar ese equilibrio de risas y comprensión. ¿Quién se apunta a reírse un poco más esta vez? 😄