La situación migratoria en Canarias no es simplemente un asunto de cifras y estadísticas; es, ante todo, un drama humano que se desarrolla en este archipiélago. Con la llegada de 1.004 nuevos menores no acompañados (menas) en tan solo un mes, la crisis no solo continúa, sino que se intensifica. ¿Qué está pasando realmente en las islas afortunadas? Esta pregunta tiene más importancia que nunca y vale la pena explorarla desde diferentes ángulos.

Un vistazo a las cifras: ¿cuál es la magnitud del problema?

A lo largo de 2024, Canarias ha recibido 5.699 menas, lo que representa un alarmante 13% de los cerca de 42.000 inmigrantes ilegales que han llegado a las islas en el último año. Como alguien que ha vivido en la región y ha visto el impacto de estas oleadas migratorias, puedo decir que no se trata solo de números fríos. Cada uno de esos menas lleva consigo una historia, un sueño, y a menudo, un pasado marcado por la desolación y el desarraigo.

Imagina ser un joven que deja su hogar en busca de un futuro mejor, solo para encontrarte en un lugar donde los recursos son escasos y la atención es limitada. ¿Quién se preocupa por su bienestar? Esa es una pregunta que muchos ciudadanos canarios se están haciendo, y no sin razón.

La saturación de servicios: una bomba de tiempo

La llegada masiva de menas está causando una presión desmesurada en los servicios de acogida en Canarias. La comunidad autónoma se encuentra en una encrucijada complicada. No solo se ven perjudicados los menas por la falta de recursos, sino también los ciudadanos canarios, que tienen que lidiar con la saturación de estos servicios.

Durante un par de meses, me involucré en actividades de voluntariado en un centro de acogida. Lo que vi me dejó perplejo: jóvenes con sueños y aspiraciones, pero también con la desesperanza apretando sus corazones. El sistema estaba desbordado, y la falta de recursos económicos hizo que la situación sea aún más complicada. La culpa no se puede atribuir a un solo actor; es un problema sistémico que requiere atención seria y soluciones efectivas.

Los políticos y el juego de poder

Si hay algo que he aprendido de la política a lo largo de los años, es que a veces los seres humanos se convierten en fichas de ajedrez en un juego de poder. La actual situación en Canarias no es diferente. El Gobierno central se encuentra en una posición complicada: por un lado, sabe que debe actuar, pero por otro, está descuidando la negociación con el Partido Popular (PP) y el gobierno canario.

La disputa se centra en la negativa del PP a reformar el artículo 35 de la ley de extranjería. Este artículo propone un reparto forzoso de los menas por el resto del territorio nacional. Pero, ¿acaso no es justo que haya claridad sobre las condiciones de ese reparto? No estoy aquí para defender ningún partido político, sino para señalar que el bienestar de los menas debería ser la prioridad, no las tácticas de negociación.

¿Es posible un acuerdo?

El próximo encuentro entre el Gobierno autonómico canario, el PP y el Gobierno central podría ser una oportunidad de oro para desatascar esta crisis. Pero, ¿realmente se está buscando una solución o es solo un juego de apariencias? Hay que recordar que los menas son seres humanos, no una herramienta de negociación política.

Por otro lado, las referencias a la intervención de la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas (Frontex) y la propuesta de trasladar a algunos menas a otros estados miembros de la Unión Europea son una señal de que la crisis ha adquirido dimensiones internacionales. Cuando la situación se vuelve tan compleja, uno se pregunta: ¿qué será necesario para que todos los implicados se sienten a negociar honestamente?

La mirada crítica hacia el Gobierno

El actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ahora se enfrenta a una presión considerable. A medida que la situación en Canarias se agrava, muchos canarios se preguntan si él prefiere utilizar la crisis como un arma de presión en su lucha política que buscar una solución real. Esta no es la primera vez que la inmigración se utiliza como tema de negociación. Parece que la historia se repite y los más perjudicados son siempre los más vulnerables: los menores.

En el análisis que les ofrezco, no intento demonizar a nadie, pero es innegable que los menas se están convirtiendo en parte de un juego político en el que sus vidas y bienestar son algo secundario. ¿Es realmente esta la política que queremos?

Estrategias de la delincuencia: un contexto sombrío

Más allá de nuestros bordes nacionales, la situación en varios países del norte de África ha acabado por convertirse en un elemento que dificulta los acuerdos. Las mafias que operan en la inmigración ilegal son otro aspecto a considerar. Mientras observamos la desesperación de estos jóvenes, no podemos dejar de pensar en cómo los conflictos internacionales han hecho que las mafias encuentren nuevas formas de actuar.

La falta de un enfoque conjunto y efectivo para tratar la inmigración es solo parte de un escenario más amplio de lucha política. Pero, de nuevo, eso no debería ser excusa para abandonar a los menas a su suerte. La historia nos ha enseñado que cuando se juega con las vidas de las personas, especialmente con las de los más vulnerables, todos perdemos.

La empatía como parte de la solución

En medio de esta situación, es de vital importancia que mantengamos la humanidad de los menas en la base de todas las decisiones. No seamos cómplices de un sistema que los ve como piezas de un tablero. La empatía es la esencia de toda solución efectiva. Las comunidades locales han demostrado, en muchas ocasiones, tener una gran capacidad de acogida, pero necesitan el apoyo del Gobierno para ser efectivas.

Me acuerdo de una anécdota en una de las actividades de voluntariado. Un joven menor, que había llegado hace poco, empezó a contarme que soñaba con ser arquitecto. Su forma de hablar, su entusiasmo y su visión del futuro eran inspiradores. Pero, por varios momentos, quedé pensando: ¿quién cuidará de este joven en los próximos meses? ¿Quién se asegurará de que no solo obtenga apoyo material, sino también emocional? Esta es la pregunta que nos debería preocupar.

La responsabilidad compartida

Al final del día, todos somos responsables. Necesitamos ver la crisis migratoria en Canarias como un síntoma de problemas más profundos en nuestras sociedades, tanto a nivel local como global. El PP y el PSOE deben encontrar un terreno común. No se trata solo de un acuerdo político; se trata de un compromiso ético con aquellos que claman por ayuda.

En resumen, la situación en Canarias no puede ser ignorada ni minimizada. La crisis migratoria es un desafío que enfrenta a hombres y mujeres con un sentido renovado de humanidad. Todos los actores tienen un papel que desempeñar. Desde los políticos hasta las comunidades locales, cada uno de nosotros puede hacer la diferencia, comenzando por escuchar y atender las necesidades de estos jóvenes.

Así que la próxima vez que escuches sobre la situación de los menas en Canarias, recuerda que detrás de cada número hay una historia. Y tal vez, solo tal vez, eso nos ayude a encontrar un camino hacia una solución más humana y solidaria.

¿Estamos dispuestos a escuchar esas historias y actuar? La respuesta puede definir no solo el futuro de estos jóvenes, sino también el de nuestra sociedad.