La reciente crisis diplomática entre España y México ha reavivado el debate sobre el colonialismo y la responsabilidad histórica, dejando a muchos reflexionando sobre el papel de nuestro pasado. Vamos a explorar este tema espinoso que nos conecta hasta el siglo XVI, entre conflictos diplomáticos y el eco de las voces del pasado. Así que, acomódense, que esto va para largo.

Un episodio que echa leña al fuego

Todo comenzó con la omisión del Rey Felipe VI en la toma de posesión de Claudia Sheinbaum, la nueva presidenta de México. Si alguna vez pensaron que el protocolo no podía desencadenar un bombazo diplomático, pues lo piensan de nuevo. Al no ser invitado, el monarca decidió no asistir, lo que levantó más de una ceja en el Gobierno español. ¿Por qué estas tensiones?

Desde la misiva de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en marzo de 2019, donde solicitó que España reconociera su «responsabilidad» por las violaciones de derechos durante la conquista, el silencio ha sido ensordecedor. Y no solo eso, sino que la reciente exclusión puso en evidencia la falta de respuesta y ha suscitado críticas de todos lados, especialmente de los partidos que apoyan al Gobierno. ¡Hombre! A veces, el silencio es más ensordecedor que mil palabras.

Un debate que se vuelve global

La exigencia de disculpas por el pasado colonial está en el centro de la discusión. De hecho, no es un fenómeno exclusivo de la controversia hispano-mexicana. En todo el mundo, las antiguas potencias coloniales están siendo presionadas para confrontar su historia. Desde el perdón del Papa Francisco por el proceso de evangelización en México hasta el de países como Alemania y Bélgica por sus atrocidades en sus antiguas colonias, la tendencia se está convirtiendo en una nueva norma.

La postura de algunos partidos como Podemos, Bildu, ERC y Junts es clara: España debe ejercer algún tipo de gesto que satisfaga a México. Ellos abogan no solo por disculpas, sino por una lectura crítica de la historia. Después de todo, ¡no podemos seguir mirando al pasado con una venda en los ojos!

La tradición de los pedidos de perdón

Históricamente, muchos países han optado por pedir disculpas por sus acciones pasadas. Recuerdo una conversación en una cena sobre cómo Carlos II de Inglaterra se disculpó por la represión en Kenia. O que el Rey belga -aquí me detengo para reír un poco- tuvo que hacer lo mismo por el Congo. Si ellos pudieron, ¿por qué España no? ¿Es tan difícil admitir que cometimos errores en el pasado?

La crítica interna en España se agudiza cuando se plantea la pregunta: ¿por qué no hemos hecho un movimiento similar? El portavoz de Podemos, Javier Sánchez Serna, incluso menciona que no debería ser tan complicado. La verdad es que hemos presenciado peticiones de perdón en otras naciones que podrían servir como ejemplos. Sin ir más lejos, el presidente alemán se disculpó por las atrocidades en Tanzania. Aquí, reafirmo: si otros han podido, ¿por qué nosotros no?

La respuesta del Gobierno español

Por su parte, el Ministro de Exteriores, José Manuel Albares, ha optado por el camino de la evasión. Durante su comparecencia en el Congreso, esquivó la polémica como si se tratara de un ladrón en una plaza pública. Y, aunque dijo que su trabajo es defender las instituciones españolas, la falta de una respuesta concret y reflexiva deja un aire de incertidumbre. La gente se pregunta: ¿Realmente estamos a la altura de la situación?

La posición del Gobierno

Albares se ha centrado en defender a la Jefatura del Estado, manteniendo que la relación entre países debe enfocarse en el presente y el futuro. Aquí viene la típica frase de abuelita que todos hemos oído: «no se debe llorar sobre la leche derramada». Pero, ¿y si esa leche tiene un sabor amargo que aún nos afecta?

En un acto en Trujillo, Cáceres, el Rey Felipe VI habló sobre la relación entre España y América Latina, mencionando que les da «la posibilidad de hablar de nuestras posibles discrepancias». Al menos eso suena amistoso, ¿verdad? Pero, aquí está la gran pregunta: ¿es suficiente simplemente hablar?

El papel de la conciencia colectiva

Ciertamente, muchas de las críticas se centran en la falta de acción del Gobierno español. La diputada de Junts y otros representantes han sido claros: no podemos celebrar el 12 de octubre, el día de la Hispanidad, sin reconocer el sufrimiento que ello representa para muchos. Algunos lo ven como una celebración de un «genocidio». La imagen que tenemos del pasado debe revisarse y cuestionarse.

La reacción de los partidos que apoyan al Gobierno muestra una falta de diplomacia que puede resultar perjudicial. Volviendo un poco a las cenas compartidas, me acuerdo de aquellas discusiones acaloradas sobre si lástima o rencor es más válido. La reparación puede ser un acto de amor y empatía hacia aquellos que sufrieron consecuencias de nuestras acciones. Pero, ¿estamos listos como nación para dar ese paso hacia la reconciliación?

La necesidad de una lectura autocrítica

Parte del debate también ha girado en torno a la necesidad de avanzar hacia una «lectura autocrítica» de la historia de España. Los argumentos a favor de una disculpa sugieren que reconocer nuestro pasado no solo aliviaría tensiones, sino que también podría facilitar una nueva relación más saludable con México. La idea de «soluciones creativas» también ha surgido, como la propuesta de crear una comisión conjunta de historiadores para discutir estas cuestiones. ¡Suena innovador!

Imaginen por un momento a nuestros historiadores locales picando ideas contra sus contrapartes mexicanas, intercambiando historias, datos y experiencias. Sería una colaboración que no solo enfocaría el presente sino permitiría a ambas naciones construir un futuro más sólido. ¿Acaso no suena como un plan digno de una película de Hollywood?

Perú y el eco de un pasado colonial

Mirando un poco más lejos del drama hispano-mexicano, podría ser interesante reflexionar sobre otras naciones afectadas por el colonialismo. Perú, por ejemplo, también ha tenido un pasado pesado con España. Aunque la situación actual no es tan tensa, el eco de la colonización se percibe en la identidad cultural y en la búsqueda de justicia histórica.

Mientras tanto, la comunidad internacional sigue adelante con estos debates, intrigando los ojos de muchos hacia la Conferencia Mundial sobre el Cambio Climático que se celebró hace poco y en la que se discutieron las diferentes formas en que los países pueden ayudar a sanar heridas pasadas a través de la colaboración.

Reflexiones finales: ¿es hora de un nuevo enfoque?

Llegando al final de esta conversación, ¿qué hemos aprendido? El tema del colonialismo sigue siendo un tema espinoso que nos convoca a una reflexión sobre nuestras acciones pasadas y nuestras relaciones presentes.

Si hay algo que incluso la historia nos ha enseñado es que la empatía y la honestidad son clave. Si queremos avanzar como nación y fortalecer nuestras relaciones con México y otros países latinos, debemos actuar con sencillez y valentía. Y no, no estoy hablando de un héroe de acción, sino de enfrentar el pasado y construir un futuro con menos cicatrices.

La invitación está hecha: ¿qué tal si nos unimos a la conversación y comenzamos a analizar qué significaría verdaderamente ofrecer disculpas a México? Así tal vez al fin podamos mirar al futuro con un sentido de paz y respeto, como una gran familia unida por la historia y el deseo de sanar. Al final del día, todos queremos un poco más de unidad en este complicado mundo. ¿No lo creen?


De esta manera, hemos cubierto un asunto que está lejos de resolverse, pero que definitivamente necesita ser abordado con más seriedad y autocrítica. Después de todo, el silencio puede ser devastador, pero un diálogo abierto y constructivo podría restaurar no solo la diplomacia, sino también el respeto y la confianza entre España y México.