En un mundo saturado de noticias y opiniones, la crisis del liberalismo se ha convertido en un tema de conversación candente. Pregúntate a ti mismo: ¿cuántas veces has escuchado la palabra «liberalismo» en los últimos años? Si eres como yo, probablemente más de lo que te gustaría. Y si en algún momento has dejado de lado un artículo sobre este tema, quizás sea hora de que le eches un vistazo más de cerca. En este artículo, exploraremos lo que está sucediendo con el liberalismo en las democracias occidentales, analizando por qué muchos líderes iliberales están ganando terreno y si este fenómeno es realmente una crisis de las instituciones.

La Pausa que Necesitamos: Reflexionando sobre el Liberalismo

El pódcast «Pausa» de Marta García Aller, donde se discuten cuestiones actuales que afectan a la política, nos brinda un espacio para reflexionar sobre esta compleja dinámica. Junto con Ramón González Férriz, autor de «La Ruptura», García Aller nos lleva en un viaje a través de las contradicciones del liberalismo moderno. ¡Y qué viaje es! A veces parece que el liberalismo se desliza entre nuestras manos como arena, y el fuerte viento del populismo sopla con fuerza, despojando de poder a las instituciones tradicionales.

El Auge del Iliberalismo: ¿Crisis de las Instituciones o de la Democracia?

Una de las preguntas más intrigantes cuando abordamos el tema del liberalismo es: ¿cuándo realmente comenzó la crisis? Desde mi experiencia personal, puedo recordar momentos clave: el auge de figuras como Donald Trump, Javier Milei o Marine Le Pen han marcado un hito en la forma en que percibimos la política y la democracia. Es curioso cómo la gente parece atraída por líderes que, en teoría, están alineados con emisores de tráfico de mentiras como si fueran un grupo de hipnotizables; pero vamos, ¿acaso no hemos tenido nuestra propia dosis de confusión política? ¿Y quién no se ha sentido abrumado por la cantidad de información (o desinformación) que nos bombardea a diario?

La Evolución del Sistema de Partidos Tradicionales

El sistema de partidos que hemos conocido durante el siglo XX ha sido tradicionalmente un bastión del liberalismo. Pero, como bien dice González Férriz en el pódcast, ha llegado a un punto en que los partidos tradicionales ya no pueden resonar con las preocupaciones de un electorado frustrado. Este fenómeno se parece mucho a cuando intentamos encajar un rompecabezas, y nos damos cuenta de que hay piezas que simplemente no calzan. ¿Es el desencanto una pieza de ese rompecabezas? Sin duda.

Recuerdo una vez estando en una reunión de amigos, donde cada uno intentaba persuadir al resto sobre las bondades de sus opciones políticas. Era como un juego de «¿quién puede convencerme más?», y todos estábamos en la misma habitación tratando de encajar piezas que no eran del mismo rompecabezas. La política parece haber tomado un giro hacia un espectáculo, donde la diversión y las emociones sustituyen a las convicciones y las ideologías. Y a veces, uno se pregunta: ¿realmente importa en quién votamos, o simplemente se trata de seguir la corriente?

El Turno del Populismo: ¿Una Respuesta a la Frustración Colectiva?

Hemos visto un auge del populismo en muchos países. La pregunta es: ¿por qué? Tal vez, solo tal vez, se deba a que las promesas no cumplidas de los políticos tradicionales han creado un vacío que los nuevos líderes han logrado llenar. Tal cual como cuando un grupo de amigos se queda sin snacks en una fiesta (escenario trágico, ¿no?), y uno de ellos decide improvisar y traer unos nachos a último momento; la gente tiende a seguir a aquellos que parecen tener la solución, aunque a menudo no estén completamente preparados para el trabajo.

Los líderes populistas, como Milei en Argentina, son un testimonio de cómo el mensaje directo y la autenticidad (o lo que percibimos como tal) pueden resonar con un electorado cansado. No olvidemos que, al final del día, todos queremos sentir que nuestras voces cuentan, que nuestras preocupaciones merecen ser oídas. ¿No es eso lo que realmente buscamos de nuestras instituciones?

La Paradoja del Liberalismo

Es una paradoja divertida observar cómo el mismo Partido Republicano de EE. UU., que alguna vez abogó por mayor apertura y globalización, se encuentra ahora en una encrucijada. Con un Trump que proclama que “la palabra más bonita del diccionario es arancel”, no puedo evitar preguntarme: ¿de verdad estamos hablando del mismo partido aquí? A veces me recuerda a un viejo amigo que de repente se convierte en un aficionado a las chaquetas de cuero a los 40 años. Se siente extraño y, de manera humorística, da ganas de reírse un poco.

La Ruptura: Un Nuevo Paradigma?

La obra de González Férriz, «La Ruptura», resulta ser un análisis necesario en este contexto. En ella se examinan las nuevas formas de política que están surgiendo y cómo se contraponen a las estructuras liberales tradicionales. Si me lo preguntas, más que una ruptura, es una transformación. Pensemos en una oruga que se convierte en mariposa. ¿Es el final o un nuevo comienzo? Lo que queda claro es que el liberalismo está en un estado de transición, y esta evolución no se limitará a unos pocos años. Es, sin duda, una continuidad en su historia.

Futuro del Liberalismo: Desafíos y Oportunidades

Entonces, ¿qué nos depara el futuro del liberalismo? ¿Una recuperación resplandeciente o una caída estrepitosa en la irrelevancia? Puede que tengamos que prepararnos para una montaña rusa política. En lugar de mirar hacia atrás y preguntarnos «¿qué salió mal?», quizás deberíamos enfocarnos en la pregunta más provocadora: «¿qué podemos hacer para que el liberalismo también represente las voces olvidadas en nuestra sociedad?».

Hablar de cambio, de adaptación y de nuevas perspectivas es crucial para cualquier ideología que desee seguir siendo relevante. Si el liberalismo quiere recuperar su lugar en la conversación política, necesita adaptarse y evolucionar, tal como cualquier especie en la naturaleza. ¿Se puede imaginar un liberalismo que no solo reprima ciertas voces, sino que las eleve?

Conclusión: Un Llamado a la Reflexión

Por lo tanto, al reflexionar sobre esta situación en la que nos encontramos, es esencial recordar la importancia de cuestionar lo que sabemos y lo que damos por sentado. La crisis del liberalismo puede ser el espejo que nos muestra las debilidades de nuestras instituciones, pero también puede ser una puerta abierta a nuevas ideas y a un diálogo más inclusivo.

Así que, la próxima vez que escuches a alguien mencionar al liberalismo o al populismo, quizás deberías preguntarte: ¿estoy participando en el diálogo o solo observando el espectáculo? Porque al fin y al cabo, todos somos parte de esta historia. Tanto si estamos al volante como si somos meros pasajeros, el futuro de nuestras democracias depende de nosotros.

¿Te atreves a ser parte de la conversación o prefieres quedarte en el asiento trasero escuchando el ruido de la carretera? Al final, la elección es tuya.