En un país donde los escándalos políticos son más comunes que las tapas en el menú de un bar, la crisis de la justicia en España ha alcanzado niveles que harían temblar a cualquier político. Si bien no es nuevo decir que estamos en medio de una grave crisis institucional, la dimensión de esta crisis es tan abrumadora que casi parece una trama de serie de televisión. «¿Es que algún día terminará esta telenovela?», nos preguntamos. Pero en este artículo, quiero profundizar en un tema que ha surgido con fuerza: la endogamia judicial y el acceso a la carrera de la judicatura, así como el impacto social y político que esto tiene. ¡Abróchate el cinturón, que vamos a dar una vuelta profunda a este asunto!

¿Qué significa endogamia judicial?

La endogamia judicial es un término que se refiere a la tendencia de que los jueces provengan de familias de jueces. Podrías pensar, «bueno, a veces se sigue la tradición familiar», y no estarías del todo equivocado. Sin embargo, esta idea ha sido utilizada como un arma arrojadiza en el debate público. En diciembre de 2023, el vicepresidente del Congreso, Alfonso R. Gómez de Celis, afirmó que para que «habrá vencido la democracia», necesitamos más jueces hijos de obreros. A primera vista, podría parecer un argumento válido. Pero, como diría un buen amigo mío, «las estadísticas son como los biombos: solo muestran lo que quieres que vean».

La realidad numérica

Para darle un poco de contexto, consulté algunas cifras del Consejo General del Poder Judicial. Las estadísticas revelan que solo un 5,94% de los jueces que han pasado por la Escuela Judicial desde 1996 tienen familiares directos en el mundo judicial. Por lo tanto, la afirmación de que la judicialización en España está dominada por una élite familiar resulta más como una pierna de madera que un argumento sólido. Para que me entiendan: el 94% restante son personas que han luchado, estudiado y demostrado sus capacidades en su campo, no solo heredaron el privilegio.

La guerra de cifras

El debate se centró en un hecho curioso: el Secretario de Estado de Sanidad, Javier Padilla, destacó en un tuit que, si consideramos que cada persona tiene diez familiares directos (lo cual es un poco exagerado, ¿no?), entonces podríamos concluir que solo un 0.1% de la población tendría un juez en la familia. Sin embargo, su argumento de «se puede no saber de números, pero esto es bastante evidente» parece caer en la misma trampa de generalización que critica.

La realidad es que, como en casi todas las profesiones, hay un poco de todo: periodistas hijos de periodistas, actores que siguen los pasos de sus padres y, por supuesto, también jueces que deciden enfrentar el riguroso proceso de oposiciones que, seamos sinceros, es más difícil que aprobar un examen de matemáticas con un profesor gritón.

El estigma del privilegiado

Lo cierto es que la repetición de esta idea de la endogamia ha generado una percepción distorsionada. La crítica no solo se dirige a la procedencia social de los jueces, sino también a la validez de su trabajo y decisiones. A veces me pregunto si, en un mundo ideal, deberíamos evaluar a las personas en base a su mérito y no a su ascendencia. ¿No sería mejor concentrarse en el rendimiento y la justicia en lugar de en la genealogía?

Consideremos cómo argumentó Gabriel Rufián, portavoz de ERC, en el Congreso. Insinuó que si hubiera más jueces de “humildes orígenes”, tal vez los empresarios murcianos implicados en delitos graves no tendrían tanta suerte en el sistema judicial. Este tipo de comentarios no solo subrayan una incomprensión del funcionamiento del sistema, sino que también ignoran que los errores judiciales suelen ser responsabilidad de muchos más actores que solo los jueces.

El salario de la justicia

Por otro lado, es importante mencionar que, aunque el salario de los jueces está por encima de la media española, está lejos de compararse con el de notarios, registradores o altos directivos del sector privado. Es como comparar manzanas y naranjas: todos son iguales, pero a la vez, todos son diferentes. Así que, si alguien piensa que los jueces forman parte de la elite económica del país, vuelve a mirar la realidad. La única élite que podrían ser es la que cruje la espalda de tantas horas de trabajo, estudios y decisiones difíciles.

Estereotipos en el banquillo

En medio de esta lucha de opiniones, es fácil caer en la trampa de que todo juez proviene de la clase alta. Lamentablemente, tenemos a algunos políticos tratando de hacer que esta idea vuelva a cobrar vida, como si fuera un personaje de una serie de terror. La ironía es que, en muchos casos, personas de clase media y trabajadores también han hecho su camino hacia la judicatura. Por ejemplo, los expresidentes socialistas Felipe González, José Luis Rodríguez Zapatero y Pedro Sánchez, todos provienen de familias con un cierto nivel de comodidad. ¿Eso significa que solo deben ser ellos quienes conduzcan este país? ¡Espero que no!

Oportunidades para todos

En última instancia, en lugar de centrarse en una supuesta “endogamia”, el enfoque debería ser en crear oportunidades para aquellos que no tienen acceso a una educación que les permita acceder a trabajos de alta competencia, incluyendo la judicatura. Los poderes públicos deben garantizar que aquellas personas de grupos desfavorecidos tengan la posibilidad de demostrar su valía.

Como dice el refrán, “no se trata de dónde vienes, sino de hacia dónde vas”. Y si el camino hacia ser juez está pavimentado con oportunidades, entonces podemos esperar un futuro más diverso en la judicatura.

Mirando hacia el futuro

Para concluir, es fundamental cuestionar las narrativas que alimentan la desconfianza hacia los jueces. La crisis de la justicia en España no se debe a “la endogamia” en el sistema, sino a la manipulación de datos para desencadenar actitudes que podrían llevar a un debilitamiento del poder judicial. La judicialización de la política no se solucionará atacando a los jueces como una especie de parásitos sociales, sino dándoles el espacio y la independencia que necesitan para desempeñar su trabajo.

Al final del día, lo que realmente importa es que en un Estado de derecho, la justicia esté en manos de individuos bien formados y comprometidos, sin importar de dónde vengan. ¿Y tú, qué opinas?


Este viaje a través de la complejidad de la justicia en España nos deja muchas preguntas sin respuesta. Pero lo que deberíamos llevar de esta reflexión es la necesidad de fomentar un sistema en el que todos tengan la misma oportunidad de brillar. ¿Acaso no queremos un sistema judicial que represente el verdadero mosaico de nuestra sociedad? Sigamos la conversación.