El 29 de octubre de 2023, Valencia fue golpeada por una DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos), un fenómeno meteorológico que arrasó la ciudad y dejó muchos interrogantes sobre la forma en que se gestionó la emergencia. Las declaraciones del presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, en las Cortes Valencianas no han logrado despejar todas las dudas sobre lo sucedido y la falta de coordinación en el manejo de la emergencia ha llevado a un torrente de críticas. Pero, ¿es este solo un episodio desafortunado, o hay lecciones más profundas que aprender de esta crisis?
Vamos a sumergirnos en la complejidad de esta situación, desde la coordinación del gobierno hasta la comunicación del riesgo, con un tono conversacional y, por qué no, un toque de humor para aligerar la carga de este tema serio. ¡Prepárense para un viaje que recorrerá desde los pasillos de la política hasta los estragos del clima!
¿Qué pasó realmente el 29 de octubre?
El 29 de octubre, mientras algunos de nosotros estábamos distraídos tratando de encontrar la mejor tarde de Netflix, la DANA desencadenó un desastre en Valencia. Carlos Mazón, quien, según sus propias palabras, mantenía un flujo constante de información sobre la crisis, se encontró en el centro de acusaciones de inacción y falta de liderazgo.
Imaginemos la escena: el Centro de Coordinación Operativa Integrado (CECOPI) estaba activado, probablemente con un montón de funcionarios en videollamada, mirando gráficos, y quizás, con un par de tazas de café en la mano. Las fuentes del Ministerio de Transición Ecológica apuntan que el CECOPI estuvo inactivo entre las 18:00 y las 19:00, justo cuando la situación empeoraba, los lodos del barranco del Poyo ya estaban sobre L’Horta Sud y la rotura de la presa de Forata se convertía en una realidad inminente. ¡Vaya momento para ir a buscar un bocadillo!
Con el agua subiendo y la presión a tope, la situación era crítica. Durante esa hora, no se tomaron decisiones esenciales. Carlos Mazón llegó después a la reunión y, como un buen amigo mío diría, “llegó justo a tiempo para ver cómo se hundía el Titanic”. Pero, de alguna manera, Mazón aseguró que estaba “puntualmente informado”. Uno no puede evitar preguntarse: ¿qué significa realmente estar “puntualmente informado” cuando la ciudad se está inundando?
La reacción tardía de los responsables
La falta de respuesta durante ese tiempo crucial plantea preguntas sobre las prioridades y la capacidad de tomar decisiones en momentos de crisis. Según el presidente, la Confederación Hidrográfica del Júcar advirtió del peligro de la presa a las 18:55, momento en el que él ya debía estar en la sala del CECOPI. Pero, ¿por qué esperar hasta el último minuto para reaccionar?
Las declaraciones de Mazón sobre la situación, aludiendo a que las alertas rojas cesaban a las 18:00 horas, contrastan con las advertencias de la AEMET (Agencia Estatal de Meteorología). Un técnico explicó claramente que en el litoral no estaba lloviendo, lo que podría dar una falsa sensación de seguridad. Esta es la parte irónica de la historia: la gente suele utilizar el tiempo soleado como excusa para hacer lo que le plazca, pero a veces, bajo ese brillo radiante, se esconden tormentas traicioneras.
Además, a las 19:12, el CECOPI se reanudó, pero ya era demasiado tarde para muchos. La conversación entre los miembros del CECOPI se enfocó en la posibilidad de alertas masivas, mientras que los lodos y las aguas desbordadas no daban tregua. ¿Cómo es posible que en un momento tan crítico, en lugar de contener la crisis, se estuvieran debatendo opciones sobre el tipo de aviso que se debía emitir? Un discurso que parece sacado de una película de comedia: “¿Debemos enviar un mensaje de advertencia o simplemente un ‘Waze, cuidado con las inundaciones’?”.
El papel de la AEMET en el caos
La AEMET tenía claro lo que estaba en juego. A lo largo de las horas críticas, sus técnicos emitieron alertas sobre el potencial de lluvia y los riesgos de inundación. Numerosas recomendaciones fueron ignoradas. En una de esas advertencias, se resaltaba que la acumulación de agua podía ser rápida y potencialmente peligrosa. Francamente, la cantidad de información transmitida por AEMET parece haber sido más precisa que el esbozo de un plan de emergencia.
Sin embargo, la pregunta que muchos nos hacemos es: ¿por qué el mensaje no caló? La comunicación nunca es fácil, y por más que uno se esfuerce, a veces nadie está escuchando. ¿No les ha pasado que cuando intentan explicar algo en una reunión, todos miran al reloj como si esperaran que el tiempo se detenga? Es una experiencia común y frustrante, algo así como intentar convencer a tu perro de que no se suba al sofá.
¿Y ahora, qué? Aprendiendo de la DANA
Ahora que hemos recorrido los aspectos más destacados, es hora de reflexionar. ¿Qué debemos llevarnos de esta crisis? Por un lado, debemos reconocer la importancia de una comunicación clara y efectiva durante situaciones de emergencia. En momentos de crisis, los mensajes deben ser concisos y directos. El lenguaje debe ser accesible y no confundir a la población, porque a nadie le gusta sentirse como un pez fuera del agua.
Por otro lado, se debe establecer una coordinación más efectiva entre instituciones. La falta de acción durante una hora crítica resalta la necesidad de protocolos claros y de un liderazgo decidido. Las lecciones aprendidas deben ser aplicadas en futuros ejercicios de gestión de emergencia, o de lo contrario, nos arriesgamos a enfrentar más situaciones similares.
Además, es crucial que el gobierno tome los avisos de emergencia más en serio y cómo se emiten esos avisos. La gente necesita saber qué esperar y cómo deben actuar. No hay nada más tranquilizador que una clara guía de “haga esto, no haga aquello” en tiempos de incertidumbre.
Finalmente, es esencial recordar que, frente a la naturaleza, todos somos vulnerables. En lugar de dejar que la culpa nos aplaste, hagamos un esfuerzo colectivo para prepararnos mejor para futuras crisis. Después de todo, la naturaleza no se detiene a preguntarse qué partidos se están jugando ese día. Solo sigue su curso, con toda su fuerza y capricho.
Reflexionando sobre la responsabilidad
En conclusión, la crisis de la DANA debe ser vista como una oportunidad de aprendizaje. Carlos Mazón y su equipo no deben ser castigados, sino que se les debe exigir un cambio de actitud. Lo que necesitamos son gestores que comprendan que su papel no solo es político, sino esencialmente un servicio público.
Además, un llamado a la acción: las comunidades también deben involucrarse, ser más proactivas y participar en la gestión de riesgos. Después de todo, aunque suene a lugar común, todos estamos en este barco juntos. Puede que a algunos les guste más las tormentas que a otros, pero al final del día, evitamos hundirnos si trabajamos juntos.
Al final del día, aprender de los errores es el primer paso hacia la mejora. La próxima vez que alguien se refiera a la “gota fría”, quizás recordemos que no se trata solo de una frase de moda, sino de la realidad de un clima que, a menudo, parece estar jugando a ser un villano en nuestra historia cotidiana.
¡Así que, amigos, tomemos nota! y esperemos que las próximas reuniones sobre emergencias se realicen con un café en mano, pero con un enfoque diferente: mejor comunicación, decisiones rápidas y, sobre todo, recordando que en la naturaleza, lo que se mantiene en pie es siempre más valioso que lo que se hunde.