Desde hace décadas, Japón ha sido un imán para aquellos que buscan nuevas oportunidades en el extranjero. Desde trabajadores temporales hasta inmigrantes permanentes, el país ha visto un aumento considerable en su población de residentes extranjeros. Sin embargo, a medida que esta comunidad se asienta, surge un problema inesperado: la falta de espacios funerarios accesibles para aquellos que desean enterrar a sus seres queridos de acuerdo con sus tradiciones y creencias. Este fenómeno ha dejado a muchos enfrentando un dilema que ni los más optimistas habrían imaginado: ¿qué sucede cuando no hay un lugar para descansar en paz?

Una realidad que pocos conocen

Es probable que para muchos, el tema de los funerales y cementerios no sea exactamente el más atractivo para conversar en una reunión social. A veces, lo evadimos con la misma destreza con que eludimos aquellos temas incómodos, pero la realidad es que este tópico es crucial, especialmente en un país donde el predominio de la cremación ha dejado a muchas comunidades religiosas sintiéndose desamparadas. Así que, empecemos desde el principio.

Japón es conocido por su innovadora tecnología y su cultura milenaria, pero, curiosamente, el hecho de que el 99.99% de los fallecidos en el país son cremados podría ser un punto de inflexión que marca la vida de muchos. Para algunos, esto puede ser un alivio. Pero, para otros, especialmente para las comunidades musulmanas y cristianas que consideran la cremación inaceptable, se convierte en un auténtico quebradero de cabeza.

La anécdota de la búsqueda desesperada

Permíteme compartir una anécdota que ilustra la gravedad de esta situación. Imagina a una familia paquistaní en Kanagawa. Tras la muerte de su ser querido, se enfrentaron a la angustia de no poder encontrar un lugar donde enterrar el cuerpo. Tras días de búsqueda frenética, y después de varios rechazos y costos prohibitivos, finalmente lograron sepultarlo en el cementerio Honjo Kodama en Saitama, gracias a la generosidad de amigos que reunieron los 300,000 yenes (aproximadamente 2,000 euros) que necesitaban. ¿Te imaginas el nivel de estrés? Una experiencia que, francamente, ni en el mejor de nuestros dramas bien tramados hubiera parecido creíble.

Un panorama sombrío: el envejecimiento de la población extranjera

Con algo más de 3.41 millones de residentes extranjeros en Japón, el envejecimiento de esta población es un fenómeno palpable. Más de 220,000 de estos residentes tienen 65 años o más. Es una cuestión de tiempo; cada año, la demanda de entierros aumentará. Este es un quebradero de cabeza para un sistema que ya lucha con la falta de espacio.

El profesor Hirofumi Tanada, un experto en la comunidad musulmana en Japón, ha lanzado una advertencia clara: «En 10 o 15 años, podría ser mucho más complicado encontrar lugares de entierro». ¡Y que razón tiene! Con cada vez más personas mayores entre la comunidad extranjera, se hace urgente una respuesta por parte de las autoridades para lidiar con esta creciente crisis.

Desigualdades regionales y la falta de cementerios

El acceso a cementerios no es una cuestión uniforme en todo Japón. Por ejemplo, en la región de Kanto, que engloba Tokio y sus alrededores, hay cuatro cementerios privados que permiten entierros. En contraposición, regiones como Tohoku y Kyushu presentan un panorama desolador: no cuentan con ninguno. Imagínate, por un momento, lo que sería perder a un ser querido y no poder encontrar un lugar para descansar su cuerpo, todo porque te encuentras en la «zona equivocada».

En un intento notable, en 2018, la Asociación Musulmana de Beppu propuso construir un cementerio en Hiji, pero todos sus esfuerzos se esfumarían cuando el nuevo alcalde cancelara el proyecto, alegando preocupaciones sobre el medio ambiente. Un ejemplo más de cómo el camino hacia una solución está repleto de obstáculos. ¿Es posible que el miedo a lo desconocido sea más fuerte que la necesidad de hacer sentir a todos en el país un poco más en casa?

La complejidad de las costumbres funerarias

Las costumbres funerarias son profundamente personales y culturales. En Japón, la cremación ha sido una norma durante más de medio siglo, impulsada por preocupaciones higiénicas y la escasez de espacio. Pero veamos los números; en 1913, solo el 31% de los fallecidos eran cremados. ¡Qué cambio radical! Desde luego, el cuerpo humano consume espacio, y en un país como Japón, donde cada metro cuadrado cuenta, es una batalla constante.

Sin embargo, la búsqueda de un lugar de descanso que honre las creencias de cada individuo no debe ser un lujo. Como bien señala el profesor Khan Muhammad Tahir Abbas, la falta de cementerios no solo afecta a extranjeros, sino también a japoneses naturalizados y conversos al islam o al cristianismo. Las peticiones al Ministerio de Bienestar Social desde 2021 piden soluciones inclusivas, pero hasta el presente, el gobierno ha optado por no actuar, argumentando que las diferencias en costumbres complican la creación de una política estándar. ¿Es realmente tan complicado para un país que ha demostrado tanta adaptabilidad a lo largo de su historia?

Un llamado a la acción

Si Japón quiere cumplir su objetivo de volverse una sociedad más acogedora y diversa, debe lidiar con esta crisis de frente. Ya han existido modelos exitosos en otros países, como Noruega, Estados Unidos y Canadá, donde se ha permitido a las comunidades minoritarias enterrar a sus muertos de acuerdo a sus creencias. ¿Por qué no seguir el ejemplo de aquellos que ya han demostrado que es posible?

Es necesario superar los miedos de las comunidades locales y repensar la infraestructura funeraria en el país. La creación de cementerios específicos para las minorías religiosas no solo es un acto de empatía, sino también de humanidad. No podemos permitir que las familias extranjeras vivan la angustia de no saber si podrán enterrar a sus seres queridos en el país que han llamado hogar por tanto tiempo.

Reflexiones finales

La falta de cementerios accesibles para residentes extranjeros en Japón es un problema que, a medida que la población envejece, solo se intensificará. El momento de actuar es ahora. Al mirar hacia el futuro, quizás podamos empezar a imaginar un Japón donde todos, sin importar su religión o antecedentes culturales, tengan un lugar donde descansar con dignidad.

Y aquí es donde tú, querido lector, puedes contribuir. Sé parte de la conversación. Comparte tus pensamientos sobre este tema. Después de todo, todos estamos juntos en este viaje y la muerte, en última instancia, nos afecta a todos. Ojalá un día podamos contar historias de cómo Japón superó este desafío, en lugar de preguntar por qué nadie lo hizo antes.

Recordemos: la vida es una serie de inesperadas sorpresas y, en muchos casos, lo que menos pensamos puede terminar siendo lo más importante. ¿Estás listo para ser parte de un cambio positivo?