La Cumbre del Clima, también conocida como COP, se ha convertido en un punto de encuentro crucial para discutir las estrategias y acciones que deben implementarse para combatir el cambio climático. La COP29, que se está celebrando actualmente, ha desatado una vez más el debate sobre el papel de los combustibles fósiles en estas negociaciones y la influencia que tienen las grandes corporaciones en el proceso. Recientemente, un informe de la ONG Kick Big Polluters Out (KBPO) ha revelado que al menos 1.773 delegados que representan intereses de la industria de los combustibles fósiles están presentes en esta cumbre. Vamos a desglosar este fenómeno en profundidad.

¿Por qué la COP29 es relevante?

La COP29, que reúne a líderes y delegados de todo el mundo, se ha convertido en un espacio donde se toman decisiones que pueden cambiar el rumbo de nuestras políticas ambientales. Con más de 11.000 delegados pertenecientes a la industria de combustibles fósiles que han asistido a cumbres anteriores, el dominio de estas industrias parece ser un constante en cada reunión. Y, aunque en esta ocasión estamos viendo un ligero descenso con respecto al récord anterior de 2.400 delegados en Dubái, su número sigue superando al de muchas naciones representadas en la cumbre.

La influencia desmesurada de los combustibles fósiles

En una cumbre que debería centrarse en reducir las emisiones de CO2 y presentar soluciones a un problema que ya es inminente, los actores de la industria fósil parecen tener más presencia que nunca. Un dato curioso (y perturbador a la vez): tres de los países con más delegados en esta cumbre son Azerbaiyán, Brasil y Turquía, que ofrecen un fuerte contraste tanto en términos de compromiso como de políticas medioambientales.

Recuerdo una vez en una reunión donde se discutía la urgencia del cambio climático. Un colega, apasionado por el tema, exclamó: «Si un pez puede sobrevivir en la Tercera Guerra Mundial y en aguas contaminadas, ¿por qué no podemos nosotros?». A veces, la indignación puede ser una forma de acción, pero, ¿realmente nos estamos moviendo hacia el lugar correcto?

La llamada a una consideración ética

La voz de Akibonde Oluwafemi, de la Coalición Africana para que los Contaminadores Paguen, resuena cada vez con más fuerza: “Cada año, el lobby de los combustibles fósiles se cuela en la cumbre”. Y es que esta no es solo una cuestión de números, sino de ética. La inconsistencia entre las acciones de los gobiernos y las promesas hechas en estos foros se hace más evidente con el paso del tiempo. ¿Estamos realmente comprometidos con un cambio, o es solo un espectáculo para mantener a las masas ocupadas?

Seamos honestos, ¿cuántas veces hemos visto anuncios grandilocuentes sobre compromisos de reducción de emisiones que luego se desvanecen en el aire como el humo de una chimenea?

¿Es posible una reforma en las cumbres?

Recientemente, varios críticos y expertos, incluidos figuras como el exsecretario general de la ONU, Ban Ki-moon, han solicitado una reforma en la estructura de las cumbres. La sugerencia más común es que las COP no deberían organizarse en países que no estén realmente comprometidos con dejar atrás el uso de combustibles fósiles. Esto plantea una pregunta interesante: ¿por qué deberíamos permitir que quienes promueven la contaminación tengan voz en una plataforma que dice oponerse a ella?

Manejo de intereses contradictorios

Un momento significativo durante la COP29 fue el discurso inaugural del presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, quien reivindicó el derecho de su país a extraer y vender petróleo y gas como si fueran recursos naturales igual que cualquier otro. En un intento de justificar la extracción de combustibles fósiles y su uso en lo que llamó “un regalo de Dios”, Aliyev instó a no demonizar a países como el suyo. Este tipo de declaración solo añade leña al fuego del debate sobre cómo se gestionan los intereses de los combustibles fósiles frente a la urgencia del cambio climático.

Cuando escucho este tipo de argumentos, a veces me pregunto: ¿realmente creen que los combustibles fósiles son un “regalo de Dios” o simplemente es una retórica para mantener un modelo económico que no funciona? La ironía en todo esto es que, mientras algunos países se aferran a estas “riquezas”, otros están viendo cómo sus islas se hunden debido al aumento del nivel del mar. ¿Quién realmente gana en este juego?

Desenmascarando la participación de la industria

Es altamente crítico que recordemos que, desde que se comenzaron las COP a finales del siglo XX, más de 11.000 delegados de la industria de combustibles fósiles han pasado por estas negociaciones climáticas. La mayoría de ellos, según el análisis de KBPO, accedieron a la cumbre debido a sus afiliaciones con organizaciones internacionales de comercio. Entre estos actores destacan gigantes como Total Energies, Chevron, Exxon, Shell y Eni.

En esta edición de la cumbre, los gobiernos de varios países han incluido en sus delegaciones a representantes de empresas que son responsables de grandes emisiones de gases de efecto invernadero. ¿Acaso es este un indicativo de que no nos tomamos en serio los compromisos climáticos?

Empezando a cambiar el discurso

A pesar de la grave desventaja que representan los grupos de presión de la industria fossil, en la COP 26 en Glasgow se logró algo histórico: se incluyó por primera vez en una decisión final la mención de los combustibles fósiles. Desde entonces, el llamado a “transitar lejos de los combustibles fósiles” ha empezado a hacerse eco. Sin embargo, a menudo me siento escéptico. Un cambio que estemos buscando es un desafío monumental y, por desgracia, muchos de los que están sentados en la mesa de negociaciones son los que tienen más que perder.

La necesidad de un cambio urgente

Como si esto no fuera suficientemente alarmante, el informe de KBPO también indica que, a pesar de estos múltiples testimonios y advertencias, las emisiones de CO2 por la quema de petróleo, gas y carbón alcanzan niveles récord. Aquí me pregunto, ¿acaso estamos hablando un idioma diferente? Un idioma en el que “acción climática” es una frase vacía, mientras el mundo sigue girando en un ciclo vicioso de contaminación.

Una carta abierta firmada por personajes influyentes en la lucha contra el cambio climático sugiere que necesitamos un cambio radical en el formato de estas cumbres. ¿Es este un grito de desespero o un llamado a las armas para verdaderamente implementar cambios efectivos? La verdad es que el tiempo se nos está agotando.

El futuro de las COP: un camino incierto

Con todo esto en mente, no podemos evitar preguntarnos: ¿qué pasará después de la COP29? Si la historia nos ha enseñado algo, es que los compromisos son fáciles de hacer pero difíciles de mantener, especialmente cuando hay intereses económicos en juego. El futuro del planeta no debería depender de los caprichos de la industria fósil. Las próximas generaciones merecen un mundo donde puedan vivir en armonía con el medio ambiente, y no como víctimas de un sistema que prioriza el beneficio económico inmediato sobre la salud del planeta.

Reflexiones finales

El camino hacia un futuro sostenible es largo y lleno de desafíos, pero debemos seguir la lucha. Como sociedad, necesitamos mantener la presión sobre nuestros líderes para que tomen decisiones que realmente reflejen la urgencia que la situación demanda. La risa y el humor pueden ayudarnos a sobrellevar esto, pero el sustento debe venir de un compromiso genuino hacia el cambio. Es momento de poner las cartas sobre la mesa y, por favor, no dejar que el humo de los combustibles fósiles nos ahogue en el proceso.

¿Estamos listos para llevar este diálogo más allá de las cumbres y transformar la indignación en acción efectiva? La respuesta dependerá de nosotros, pero una cosa es segura: el planeta necesita que hagamos algo, ¡y rápido!