Recientemente, el mundo se ha visto inmerso en un debate acalorado sobre la biodiversidad y la crisis climática. En el epicentro de esta conversación, encontramos la COP16 sobre Biodiversidad, que tuvo lugar en Cali, Colombia, del 21 de octubre al 1 de noviembre de este año. Esta cumbre marca un hito crucial en la implementación del Marco Global de Biodiversidad acordado en 2022 durante la cumbre de Kunming-Montreal. Pero, como parece característico en estos eventos internacionales, los temas y los desafíos que surgen nos hacen rascar la cabeza. Así que, ¿qué realmente ha sucedido en esta cumbre y por qué deberíamos importarnos?

Un recuerdo del horizonte esperanzador en Kunming

Allá por 2022, mientras algunos estábamos disfrutando de unas vacaciones como si no hubiera un mañana (¡qué ignorancia, verdad!), se firmó un acuerdo que prometía frenar la destrucción de la vida en la Tierra. El objetivo era proteger el 30% del planeta antes de 2030, reformar subsidios dañinos por más de 500.000 millones de dólares y restaurar el 30% de los ecosistemas dañados. Vamos, suena ideal, ¿no? Como el sueño de un jardinero que quiere salvar a todos los árboles del barrio.

Sin embargo, menos de un cuarto de los países han cumplido con la obligación de presentar sus Estrategias y Planes de Acción Nacionales de Biodiversidad (NBSAP, por sus siglas en inglés). Mientras estaba sentado en una conferencia, solo podía pensar: “Esto no es lo que había planeado cuando prometí cuidar de la planta de mi abuela”. Si los países mantienen este ritmo, quizás nuestras plantas también necesiten un plan de acción.

La falta de compromiso: una realidad preocupante

Durante la COP16, se debatieron temas que van desde financiación hasta la distribución equitativa de los beneficios derivados de los recursos genéticos. Resulta que, al igual que en nuestro círculo social donde todos quieren salir y pocos se ofrecen a pagar la cuenta, muchos países todavía están escatimando en sus aportes. A pesar de que se estableció la meta de movilizar 200.000 millones de dólares anuales, no hemos avanzado lo suficiente para alcanzar este objetivo.

La discusión sobre la creación de un nuevo fondo independiente para ayudar a los países en desarrollo ha sido uno de los puntos calientes. Mientras las naciones desarrolladas cruzan los brazos, los países en desarrollo parecen esperar una lluvia de dinero como si fueran del pueblo de los sueños. Pero aquí está la pregunta: ¿cómo podemos ser realmente sostenibles sin un esfuerzo colectivo?

La necesidad urgente de financiación

El financiamiento no es solo un tema de números; es una cuestión de vida o muerte para muchos ecosistemas. Sin embargo, hasta ahora, los compromisos monetarios son tan insuficientes que parece que tu amigo te promete llevarte al cine y, al final, resulta que solo te lleva a un café. Sí, el café puede estar buenísimo, pero, ¿dónde está la diversión de las palomitas y la gran pantalla?

La comunidad internacional lo sabe: si queremos implementar el Marco Global de Biodiversidad, necesitamos recursos financieros que fluyan hacia los que más los necesitan. Encontrar formas efectivas de canalizar el dinero se convierte en un desafío crucial. Aquí hay una idea: ¿quizás si cada persona con un jardín diera 1 dólar al año, podríamos, al menos, cubrir el pasto de algunos de esos jardines?

El papel de las comunidades indígenas

Uno de los aspectos más vitales discutidos durante la COP16 fue la importancia de los conocimientos tradicionales de las comunidades indígenas en la preservación de la biodiversidad. No sé si los demás lo notaron, pero las comunidades indígenas son, como suele decirme mi abuela, los verdaderos “guardianes de la tierra”. Se necesitan espacios donde estas comunidades tengan voz y sean parte activa en la toma de decisiones relacionadas con la conservación.

Afortunadamente, se ha acordado la creación de un órgano permanente que represente a estos pueblos. Imagina: un grupo de sabios compartiendo sus conocimientos, mientras algunos líderes de las naciones comprenden que necesitan más que un par de cursos de supervivencia en YouTube para lidiar con el medio ambiente.

Monitoreo y verificación: el eslabón perdido

Pensemos en esto: firmar un contrato de alquiler es fácil, pero asegurarse de que el inquilino no te convierta el lugar en una jungla es otro tema. Así es como se siente la situación actual sobre el monitoreo en la implementación del Marco Global de Biodiversidad. No se puede simplemente entrar en la sala de firmas y esperar que todo funcione como un engranaje bien engrasado. La falta de un marco claro para verificar el cumplimiento de los compromisos causa gran preocupación.

En este sentido, se necesitan indicadores claros y mecanismos de seguimiento, que nos digan qué tal va, si la acción realmente produce resultados. Tal vez un hasta un emoji 👍 para cada país que cumpla podría ser lo que necesitamos, así podríamos alegrarnos virtualmente de cada avance.

Conexiones innegables: biodiversidad y cambio climático

La COP16 también brilló una luz sobre la interconexión entre la biodiversidad y el cambio climático. La restauración de ecosistemas no es solo una opción; es una necesidad urgente. La forma en que los ecosistemas afectan nuestro clima es comparable a cómo un mal día puede arruinar una reunión familiar. Así que deberíamos estar apuntando a salvar ambos frentes.

El enfoque de “una sola salud” nos invita a ver más allá de nosotros mismos y a considerar el bienestar de todas las criaturas del planeta. A veces, cuando tengo un mal día, miro a mi gato y me doy cuenta de que quizás debería dejar de quejarme y apreciar su existencia. Si solo pudiéramos hacer lo mismo con los ecosistemas.

Hacia un futuro sostenible

Finalmente, el cierre de la COP16 nos dejó un sabor agridulce. Claro, avanzamos, pero también enfrentamos obstáculos persistentes que parecen más grandes que un hipopótamo tratando de subir una escalera. Pero, a pesar de esto, queda una certeza: la colaboración global es la única manera de construir un futuro sostenible.

Si queremos sobrevivir en este planeta, es esencial que cada país asuma su responsabilidad y que todos los ciudadanos se conviertan en defensores de nuestra biodiversidad. Después de todo, el estado de nuestro planeta está en manos de todos nosotros, así que es hora de que todos nos comprometamos a cuidar, restaurar y preservar la vida en la Tierra.

¿Te imaginas un mundo donde la biodiversidad prospera y el cambio climático se ha revertido? En este punto, es un sueño, pero un sueño que vale la pena perseguir. Como diría mi abuela, “si todos empujamos en la misma dirección, seguro que llegaremos a algún lugar”. Así que, adelante, ¡pongámonos manos a la obra!