Recientemente, el exdirigente de Herri Batasuna, Antton Morcillo, ha suscitado un gran debate en la sociedad española justo por la decisión de la Academia de la Policía Vasca de contratarlo como profesor de euskera. Este nombramiento no solo plantea preguntas sobre la capacidad de rehabilitación de los individuos que han estado en el lado oscuro de la historia, sino que hace que muchos se cuestionen si estamos realmente aprendiendo de nuestro pasado. ¿Puede alguien con un pasado vinculado a ETA enseñar a los que, en su momento, eran sus adversarios?
Un día cualquiera en la vida de un exparlamentario
Te cuento que el 17 de octubre de 1995, Morcillo fue uno de los líderes de una violenta concentración en Llodio, donde intentó intimidar a unos activistas pacifistas. Esa escena, que parecería sacada de una película de acción de bajo presupuesto, marcó el comienzo de una vida llena de controversias. Es curioso pensar cómo, unos años después, se encontró en el mismo espacio educativo que algunos de aquellos que fueron sus opositores. ¿Qué pensará él? ¿Cómo se siente al dar clase a aquellos que podrían ser considerados sus enemigos?
Digo esto porque a veces hay que tomar un momento para reflexionar. Imagínate que un día, tu profesor de historia fue una figura de un pasado oscuro. Sería una locura, ¿no? La historia suele tener su propia manera de darnos una lección, aunque a veces, parece más un reencuentro de antiguo adversarios. ¡Ah, la ironía de la vida!
¡Oh, el tiempo!
El tiempo, ese viejo sabio que lo pone todo en su lugar, pero a veces le gusta jugar con las cartas al azar. Morcillo se convirtió en una figura clave en la dirección de Herri Batasuna entre 1985 y 1988, y, por supuesto, no estuvo exento de conflictos. Su nombre resuena con un eco de violencia sobre la Ertzaintza, los cuerpos de policía vasca. ¿Quién podría haber imaginado que de ser un protagonista de conflictos, pasara a ser educador?
Algunas de sus acciones han sido calificadas como heroicas por unos y como cobardes por otros. En 2008, se enfrentó a una serie de acusaciones que involucraban instigar agresiones. A pesar de que estos incidentes podrían haber pasado al olvido, aquí estamos de nuevo, hablando de él en 2024. Porque, ya sabes, en la política y el espectáculo, nada realmente se olvida.
Una clase que no se olvida
Imaginemos el primer día de clases en la Academia de la Policía Vasca. Los jóvenes aspirantes están ansiosos y llenos de sueños, listos para convertirse en los nuevos héroes del pueblo. Ellos piensan que están ahí para aprender de un experto en euskera, sin saber que su profesor lleva consigo una mochila llena de historia. “¿Quién es este tipo, y por qué es tan especial?” se preguntan quizás algunos. Luego, al escuchar su nombre, las reacciones son variadas. Y déjenme decirlo, no todas son de alegría.
Un joven aspirante relata cómo se quedó atónito cuando le habló de su profesor a sus padres, quienes, por supuesto, conocían la historia. A veces, la historia es un peso que no todos están dispuestos a cargar. “Soy muy joven para recordar todo eso,” dice. Al final del día, las aulas de aquellas instituciones se convierten en el escenario de un nuevo capítulo en un libro de lecciones que nunca se debería haber escrito.
La moral del asunto
Sobra decir que, tras la revelación del pasado de Morcillo, las opiniones no se hicieron esperar. ¿Es correcto que alguien que fue parte del brazo político de ETA imparta clases en una academia donde se entrenan a aquellos que lucharon en contra de su organización? Si la historia ha mostrado algo, es que a veces, las fronteras entre el bien y el mal pueden volverse borrosas.
Uno de los futuros ertzainas expresó su indignación al reconocer que su profesor fue parte de un grupo que celebraba asesinatos de los suyos, de aquellos que hoy son compañeros. Y es que se hace difícil olvidar. ¿Cómo podrían olvidar aquellos que aún sienten la pérdida de sus seres queridos? Es como intentar poner un chicle debajo de la mesa y pensar que nadie lo verá.
El contraste es abrumador: del aula al campo de batalla. La historia de Morcillo es un recordatorio de que las acciones tienen consecuencias, y que incluso la justicia puede parecer a veces un tanto miope.
¿Una segunda oportunidad?
En el mundo actual, se habla mucho de la rehabilitación y la posibilidad de que las personas cambien. Pero ¿es capaz la sociedad de otorgar segundas oportunidades a quienes han estado en el lado más oscuro de la historia? Claro que aquí surge otra pregunta: ¿deberíamos?
Si bien Morcillo se muestra como un ciudadano que ha dejado atrás su pasado, otros sienten que la mala sangre nunca se olvida. ¿Alguien que ha incitado la violencia alguna vez podría realmente enseñar moderación o paz? Las conmociones sobre su nombramiento resonaron en muchos y fue entonces cuando se generó una ola de indignación en la comunidad.
Reflexiones finales
Al final del día, la historia tiene una manera peculiar de cobrarse sus deudas. La vida de Antton Morcillo podría ser un episodio casi ficticio en una serie de televisión, pero es realidad cruda para muchos. La decisión de la Academia de la Policía Vasca ha despertado viejos fantasmas y ha sacado a la luz la herida que muchos aún llevan consigo.
Los jóvenes policías que están allí para construir un futuro se ven obligados a enfrentar un pasado que nunca vivieron, y eso no es fácil. En un mundo donde el odio y el amor coexisten en cada rincón, la pregunta persiste: ¿es posible realmente el perdón y la reconciliación? Desearía tener una respuesta clara, pero a veces la verdad es más complicada que eso.
Mientras reflexionamos sobre la historia de Morcillo, recordemos que el futuro debe ser un lugar donde se aprenda de los errores del pasado. El tiempo es un dragón que no puede ser engañado. Solamente podemos esperar que, como sociedad, aprendamos a lidiar con nuestras sombras y, tal vez, un día dejar de lado los odios históricos. ¿Cuánto valdría todo eso? Tal vez solo el tiempo lo dirá.