Recientemente, el humor se ha colado en nuestro hogar gracias a plataformas de streaming como RTVE Play, pero no sin controversia. Al cielo con ella, el nuevo programa de la cómica Henar Álvarez, ha generado debates acalorados debido a la inclusión de colaboradores con un pasado polémico, como el youtuber y humorista Míster Jägger. El asunto, sin embargo, va mucho más allá de un simple chiste. En este artículo, exploraremos la complicada relación entre el humor, la política y la responsabilidad social. Así que, siéntate, relájate y acompáñame en este viaje de risas y reflexiones.
Un programa que ataca y abraza por igual
Al cielo con ella se presenta como un formato “semanal de entrevistas con tono gamberro, divertido y reivindicativo”, como lo definió la propia RTVE. Ahora, podrías preguntarte: ¿es realmente posible mezclar la risa con lo reivindicativo sin cruzar límites? Bueno, depende de tu sentido del humor y de tu tolerancia hacia la controversia. La comedia siempre ha tenido ese poderoso rol de abrir debates, pero lo que es divertido para algunos puede resultar ofensivo para otros. ¡Cuántas veces hemos escuchado eso en las reuniones familiares!
Yo recuerdo una cena en la que mi tío decidió contar un chiste sobre la situación económica del país. Cuando vimos a mi abuela irse de la mesa, nos dimos cuenta de que el humor no siempre se percibe de la misma manera. Así que, la pregunta persiste: ¿puede el humor traspasar la barrera de la sensibilidad? ¿Es acaso un arma de doble filo?
La llegada de Míster Jägger y las críticas que no se hicieron esperar
Míster Jägger, cuyo nombre real es Alberto Redondo Jiménez, está en el centro de la tormenta. Con más de 1.4 millones de seguidores en Twitch y 1.2 millones en YouTube, su humor mordaz y, a veces, polémico le ha costado un par de contusiones en la arena pública. Su reciente nombramiento como colaborador en el programa de Henar Álvarez ha desatado una serie de críticas, especialmente por parte del colectivo LGTBI+ y personas que recuerdan comentarios anteriores del youtuber.
Por si no lo sabías, Jägger protagonizó un aluvión de polémicas en 2022, cuando realizó comentarios considerados ofensivos para la comunidad trans. Sinceramente, a veces, me pregunto si no hay un manual del humor que diga: “Sólo puedes hacer chistes sobre ciertos temas si primero te has ganado la confianza del público”. Pero claro, eso sería muy aburrido, ¿verdad?
Algunos podrían argumentar que el humor tiene su lugar como forma de crítica social. Entonces, ¿por qué el escándalo? La respuesta es que cada broma tiene su contexto, y Míster Jägger ha estado en el centro de varios episodios que han escandalizado a muchos. Como cuando ironizó sobre la ayuda a las víctimas de la Dana en Valencia y bromeó sobre organizaciones de ultraderecha. ¡El humor negro puede ser un asunto delicado!
¿Es el humor realmente un reflejo de la sociedad?
Volviendo a las críticas que le cayeron a Jägger como una lluvia de piedras, no podemos ignorar las palabras de Antonio del Castillo, padre de Marta del Castillo, quien se expresó en Twitter (ahora X) sobre la presencia de Míster Jägger en RTVE: “En TVE han metido a semejante individuo que se dedicaba a hacer chistes macabros”. Su indignación resuena como un eco de lo que muchos piensan; que hay ciertos límites que no se deberían cruzar, incluso en el nombre del humor.
Desde el punto de vista de algunos, la línea entre el humor y la ofensa puede ser más borrosa de lo que creemos. Esa sensación de que la sociedad avanza, y los chistes del pasado no siempre pueden encajar en el presente. Además, ¿no es el humor una forma de catarsis social? A veces, es más fácil reír que llorar, aunque eso no significa que no debamos ser conscientes de lo que se dice.
La dualidad del humor: risa y consecuencia
Ahora, centrémonos en la palabra “consecuencia”. El humor tiene una capacidad extraordinaria para liberar tensiones y propiciar conversaciones, pero también puede causar daños si no se maneja con cuidado. Una buena broma puede hacer que todos rían; sin embargo, una mala broma puede alienar, herir o incluso provocar violencia.
Míster Jägger, en varias ocasiones, ha utilizado la ironía para dar la vuelta a la narrativa. Cuando se vio criticado por sus aciertos o desaciertos humorísticos, se disculpó –pero, al mismo tiempo, desafió las reacciones que generaron sus comentarios, como cuando dijo: “Quería pedir disculpas sinceras a la Asociación Maltratadores de Viejas”. Una respuesta que, aunque divertida, deja un claro rastro del humor desafiante que lo caracteriza; lo que algunos pueden ver como ingenio, otros podrían percibir como desprecio.
¿Es el humor un campo de batalla donde los chistes y la sensibilidad se enfrentan en una guerra interminable?
La línea entre lo cómico y lo doloroso en la comedia moderna
Henar Álvarez, la mente creativa detrás de Al cielo con ella, está consciente de los límites de la comedia y de las múltiples perspectivas que existen. Cada capítulo de su programa será, sin duda, un juego de equilibrio entre el entretenimiento y el respeto. Y aquí es donde entra el dilema del comediante moderno: ¿deberían los humoristas tener en cuenta la sensibilidad de su audiencia, o su objetivo es tocar temas tabú?
Algunas personas creen que la comedia se alimenta de la realidad, mientras que otras sienten que debería mantenerse alejada de ciertos tópicos. Tal vez el verdadero reto para Henar y su programa será encontrar ese equilibrio, transformando el dolor en risa sin desmerecer el fondo de los problemas sociales.
Yo misma, muchas veces, me encuentro en situaciones en las que el humor me ha hecho reflexionar sobre mis propias experiencias. Como aquella vez que traté de hacer una broma sobre las rupturas amorosas en una reunión. La sala se congeló y todos dejaron de comer su tarta. El silencio fue tan abrumador que me hizo cuestionar si la risa era realmente el mejor remedio. Con esto en mente, surge la pregunta: ¿debería un comediante ser un sanador social o simplemente un cuenta-chistes?
La voz del público: ¿en qué estamos pensando?
La inclusión de Míster Jägger en Al cielo con ella no ha pasado sin sus detractores. Las redes sociales han sido un hervidero de comentarios, tanto de apoyo como de rechazo. La nefasta práctica de cancelar a figuras públicas en línea se ha intensificado en los últimos tiempos, creando un escenario donde las voces en contra intensifican la polarización.
Es curioso cómo algunas personas han defendido las metidas de pata de Míster Jägger, destacando la capacidad del humor para la sátira. “Es sólo un chiste”, dicen. Pero, ¿hay algo más profundo detrás de esta defensa? ¿Deberíamos buscar una forma de restablecer el contexto de lo que se dice?
Cada vez que sorprendo a alguien estallando de risa por un chiste incómodo, me pregunto si están riendo por lo que se dijo o riéndose de la incomodidad de la situación. Esa tensión se manifiesta en la comedia como un reflejo de cómo percibimos nuestras inseguridades, pero también el dolor de otros. ¿Es esta una forma de empatía o una mera distracción?
Reflexiones finales: ¿es posible el humor responsable?
Así como la vida misma, el viaje de Al cielo con ella es un camino que oscila entre el cielo de las risas y el infierno de la controversia. La responsabilidad recae en los creadores de contenido para discernir qué significa ser un humorista en el contexto del mundo actual. Y no soy yo quien va a dar clases de moral sobre el humor, porque, si somos honestos, todos hemos soltado alguna que otra broma inapropiada en la fiesta de fin de año.
La enseñanza aquí podría ser que, aunque el humor es una herramienta poderosa para conectar, es fundamental ser sensible a los ecos que produce en nuestra audiencia. Y quizás, sólo quizás, la clave sea aceptar que no todos vamos a encontrar el mismo chiste divertido.
Así que celebremos la comedia, pero con un toque de compasión. Después de todo, el humor debería acercarnos y ayudar a transformar la percepción de los problemas sociales, no distanciarnos de ellos.
Así que, querido lector, la próxima vez que veas un programa como Al cielo con ella, pregúntate a ti mismo: “¿Es esto lo que quiero ver?” Ría si es necesario, pero también reflexiona. Y recuerda, a veces, el verdadero arte de la comedia está en su conversación.
¡Y quién sabe! Quizás terminarás contando la anécdota de aquella cena familiar ridícula con una nueva perspectiva.