El mundo del fútbol está lleno de pasiones, triunfos y… también de controversias. Una de las más llamativas y recientes es la que rodea a Luis Rubiales, el expresidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), quien se ha visto envuelto en un escándalo monumental tras el famoso «beso robado» a la futbolista Jenni Hermoso durante la celebración de la Copa Mundial Femenina de 2023. Si pensabas que solo los partidos de fútbol generan titulares, espérate a leer lo que pasó fuera del campo.
Contexto y suceso inicial: Un beso que marcó la historia
Vamos al grano. Todo ocurrió el 20 de agosto de 2023, cuando España ganó la final de la Copa Mundial Femenina en Australia. En medio de la celebración, Rubiales, en un momento que ahora es catalogado como “poco afortunado”, decidió darle un beso a Hermoso. Un gesto que muchos pensaron que era una forma de celebrar la victoria, pero que rápidamente se convirtió en el centro de una tormenta mediática imparable. Y cuando digo “tormenta”, me refiero a algo más fuerte que un huracán.
¿Te imaginas estar en medio de una celebración, sintiéndote el rey o la reina del mundo, y que un beso inesperado cambie todo? Eso es lo que le pasó a Hermoso, quien luego afirmó sentirse poco respetada y completamente incomodada. Es como cuando te preparas para algo superemocionante, haces todos los números y, de repente, un amigo decidido viene y te tira un cubo de agua fría en la cabeza. ¡Nadie lo esperaba!
La reacción del público: tus opiniones cuentan
Tras el beso, el clamor social fue evidente. Las redes sociales se inundaron de opiniones, debates y campañas bajo el hashtag #UnBesoConsentidoNoEsUnBesos. Los defensores de la jugadora, así como muchos ciudadanos, comenzaron a cuestionar el poder, el consentimiento y las dinámicas de género en el deporte. ¿Te has preguntado alguna vez qué pasa cuando el poder se encuentra con la vulnerabilidad? Parece que la respuesta nos lleva a un laberinto del que todavía estamos tratando de salir.
Rubiales, tras recibir críticas masivas, comenzó a poner en duda el llamado «falso feminismo», argumentando que su accionar fue malinterpretado. Imagínate intentar salir de una situación así, y en lugar de disculparte, decides lanzarte a una batalla verbal con quienes intentan proteger a tu víctima. No es la mejor estrategia, ¿verdad?
Del beso a la sala del juicio: Un proceso lleno de giros y vueltas
Avancemos al juicio que se llevó a cabo recientemente. Fue un proceso de más de una semana, donde los testimonios y las defensas parecían más una novela policial que un asunto jurídico. La acusación de la Fiscalía fue clara: el beso carecía de consentimiento. Aquí es donde se pone interesante, ya que el concepto de consentimiento se convirtió en el protagonista principal de esta historia.
Las versiones de los involucrados: Un relato dispar
Durante el juicio, las versiones de Rubiales y Hermoso contrastaron de forma brillante. Rubiales alegó que la futbolista se había acercado a él, lo que, según su lógica, validaría su acción. Según su declaración, preguntó: “¿puedo darte un besito?” y ella respondió: “vale”. A estas alturas, ¡ya habíamos llegado a un nivel de surrealismo difícil de superar! ¿Tú qué harías en su lugar?
Por otro lado, Hermoso se mantuvo firme en que el beso fue inesperado y claramente no deseado. Afirmó que ni siquiera escuchó lo que Rubiales dijo antes del beso. Y como si esto no fuera suficiente, tuvo que explicar su reacción tras el beso, una sonrisa en medio de la celebración que fue utilizada en su contra. ¿De verdad los jueces deberían condenar a alguien por la forma en que reaccionan tras recibir un beso no consentido?
La defensa y la explosión de dobles estándares
La defensa de Rubiales fue, para muchos, un intento descarado de manipular la narrativa. La abogada de Rubiales trató de descalificar a Hermoso al mencionar su conducta tras el beso —la risa, el brindar champán— como prueba de que no había sufrido una agresión. Sin embargo, esto en realidad reabrió el debate sobre los dobles estándares, que se utilizan para juzgar a las víctimas de agresiones sexuales. ¿Por qué tenemos que justificar cada acción de una víctima para que sea «creíble»?
La fiscal que representaba a Hermoso, Marta Durántez, fue muy clara al señalar que no deberíamos exigirle a una víctima que actúe de manera heroica después de una agresión, como si tuviera que residir en un marco de comportamiento específico para ser considerada legítima. En sus palabras, ¿quién dijo que tenía que irse a llorar a un rincón? Hermoso también expresó que no tenía que estar llorando para validar la incomodidad que había sentido. ¡Y vaya que lo entendemos!
Lo que está en juego: la cultura del consentimiento
Al margen del caso en sí mismo, esta situación ha sacado a la luz la necesidad de hablar sobre el consentimiento y cómo las normas en torno al mismo deben evolucionar. La ley del «solo sí es sí» se convirtió en un aspecto central del debate. ¿Estamos finalmente listos para permitir que la voz de quienes han sido silenciados sea escuchada?
La fiscal puso énfasis en que el consentimiento debe ser explícito y que esa línea entre un gesto festivo y un acto de violencia sexual es extremadamente delgada y debe ser honrada. Sin consentimiento claro, un beso, por muy pequeño que sea, puede falar a nuevas dimensiones legales.
Reflexiones finales: ¿Y ahora qué?
Mientras escribo estas líneas, la sentencia todavía está pendiente y, con ella, la resolución de uno de los escándalos más resonantes en la historia del fútbol español. ¿Serán adecuadamente representadas las voces de quienes han sido minimizados durante tanto tiempo? ¿Estamos listos para reconsiderar lo que deberíamos considerar aceptable en el deporte y en la vida cotidiana?
A medida que el juicio avanza, muchos nos formula la pregunta: ¿Cómo podemos cambiar la narrativa y garantizar que el consentimiento se respete y se entienda de forma adecuada? Quizás este juicio nos abra la puerta a una conversación más amplia sobre el poder, el respeto y la igualdad en todos los ámbitos de la vida.
La historia de Rubiales y Hermoso debería ser un llamado para que todos seamos más conscientes de nuestras acciones y sus implicaciones. Los cambios comienzan desde la conversación, el respeto por el consentimiento y, sobre todo, la empatía hacia el otro. Al final del día, todos somos humanos y, como tal, deberíamos actuar y reaccionar con humanidad.
¿Estamos listos para abordar el cambio? La respuesta está en nuestras manos.