En un mundo donde la información corre más rápido que un meme viral, las declaraciones de nuestros representantes políticos pueden causar una ola de críticas o una corriente de apoyo inexplicable. Recientemente, esto fue lo que sucedió cuando el vicesecretario de cultura y portavoz del PP, Borja Sémper, se desmarcó de las polémicas declaraciones hechas por el presidente valenciano Carlos Mazón y el perfil oficial del partido en la red social X (o Twitter, para aquellos de nosotros que aún luchamos con los nuevos nombres). El tema en cuestión: la gestión de las ayudas del Gobierno para las víctimas de la DANA en Valencia frente a la ayuda humanitaria enviada a Gaza.
En este artículo, exploraremos la complejidad del manejo de ayudas gubernamentales en tiempos de crisis, la importancia de la comunicación política y cómo las palabras pueden (y deben) tener peso en nuestra sociedad actual.
¿Qué fue lo que se dijo?
Para situarnos, el jueves se desató el debate cuando el PP, a través de sus redes sociales, alegó que las ayudas del Gobierno llegan antes a Gaza que a los afectados por la DANA en Valencia. Tal afirmación, que puede sonar a un concurso de ‘quién es más rápido’, fue acompañada por una frase llamativa: «si pides la ayuda en árabe, llega antes». Pero, como en toda buena historia, había más.
En la entrevista con La Mirada Crítica de Telecinco, Sémper fue cuestionado sobre estas afirmaciones y optó por desmarcarse de la comparación. Dijo que Twitter «es un escenario absolutamente tóxico» y que no era necesario entrar en esas comparaciones. Ahora bien, ¿quién no ha sentido alguna vez que Twitter es el lugar donde la razón se pierde? A veces pienso que es el equivalente digital de una pelea de niños en el patio del recreo, donde todo se grita, pero nada se resuelve.
La voz de la razón
Con un tono más reflexivo y menos explosivo, Sémper enfatizó que la verdadera preocupación debería ser cómo se gestionan las ayudas para aquellos que realmente las necesitan. ¡Y qué razón tiene! No se trata de ganar puntos en un juego político, sino de realmente sacar adelante a las personas que sufren y que dependen de esa ayuda. En un momento en que muchos de nosotros nos encontramos en situaciones difíciles, escuchar a un político que se preocupa por la administración pública da un pequeño respiro.
Por supuesto, el contexto de esta polémica no puede pasarse por alto. En la misma semana, el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, anunció un paquete de 24 millones de euros de carácter humanitario para Gaza. Mientras tanto, en Valencia, de un total de 16.600 millones de euros movilizados para ayudar a los afectados por la DANA, solo se habían abonado 1.432 euros, lo que representa apenas un 10%. Es como si al Gobierno le hubieran dado un menú gourmet y solo pidieran el entrante.
La empatía como herramienta política
Es fácil mirar hacia otro lado cuando las cifras son tan abrumadoras. Pero, ¡cuánto más fácil sería si los políticos empezaran a hablar de esto con empatía! Hablar de números y estadísticas puede parecer frío; es más fácil conectar cuando se habla de personas. ¿Quién no tiene una historia de un vecino o familiar que ha pasado por dificultades? La empatía genera una conexión más profunda y puede ser mucho más efectiva que cualquier argumento político.
En un momento de crisis, es esencial que los líderes se involucren y escuchen a la gente. Tomemos por ejemplo las redes sociales. Estas plataformas pueden ser una herramienta poderosa para difundir mensajes de ayuda, pero también pueden transformarse en un campo de batalla donde el sentido común se pierde. Sémper menciona que Twitter «aleja» el lenguaje político de lo que realmente debería ser. Siempre lo he pensado así: Twitter es como la fiesta donde todos gritan al mismo tiempo, y nadie realmente escucha.
Las consecuencias de la desinformación
La desinformación puede tener consecuencias devastadoras. Cuando se hacen afirmaciones como que «si pides ayuda en árabe, llega antes», se desata una confusión que puede hacer que las personas sientan que sus necesidades no son prioritarias. En tiempos de crisis, la comunicación precisa es crucial. Imaginen que alguno de ustedes, que vive en Valencia, escucha eso y piensa: «¿Entonces mis problemas no importan?» Eso es peligroso, esa es la semilla del resentimiento, y ya sabemos cómo puede crecer.
Durante la pandemia, muchos de nosotros nos volvimos expertos en leer estadísticas y entender gráficos, y aunque eso puede ser útil, también nos desconectó de la realidad humana del sufrimiento. La deshumanización puede ser el primer paso hacia la apatía, y eso es algo que no podemos permitirnos.
Las acciones hablan más que las palabras
No somos ajenos a las controversias políticas; sin embargo, es importante recordar que lo que se necesita son acciones y no solo palabras. En el caso de las ayudas por la DANA, las cifras son alarmantes. Con 356.272 ayudas registradas y solo 131.091 finalizadas, el tiempo es crucial. Cada día que pasa sin que la ayuda llegue, es un día más en el que las familias afectadas sufren.
La gestión de crisis debería ser una prioridad, no solo para el Gobierno, sino para cada uno de nosotros como ciudadanos. Personalmente, recuerdo una vez en mi comunidad cuando un grupo de voluntarios se organizó para ayudar a una familia que perdió todo en un incendio. Fue inspirador ver cómo la comunidad se juntó para ofrecer apoyo, desde recoger ropa hasta montar un evento en el que se recaudaron fondos. Si esto puede hacer una comunidad pequeña, ¿por qué no puede hacer algo similar nuestro gobierno?
La importancia de un enfoque interdisciplinario
En situaciones complejas como esta, un enfoque multidisciplinario podría mejorar drásticamente la efectividad en la respuesta al desastre. ¿Qué significa esto? Básicamente, reúne a expertos de diferentes áreas: desde la gestión de crisis hasta la salud mental, pasando por trabajadores sociales y voluntarios. Cuanto más expertos en diferentes campos se involucren, más factible será atender adecuadamente las necesidades de aquellos que están sufriendo. Después de todo, no solo se trata de entregar dinero. También hay que pensar en el bienestar emocional y psicológico de las personas afectadas.
Lecciones del pasado
Si observamos la historia, vemos que las tragedias siempre han sido una oportunidad para aprender y mejorar en la forma en que respondemos. Recientemente, recordé el desastre del huracán Katrina en los Estados Unidos: un momento en que el país falló en su respuesta inmediata. Desde entonces, se han implementado diversas reformas y estrategias de gestión de crisis.
No se puede cambiar el pasado; sin embargo, podemos aplicar las lecciones aprendidas a las situaciones actuales. Las comparaciones entre Gaza y Valencia, aunque impactantes, pueden llevarnos a un análisis más profundo de cómo se gestionan las crisis a nivel estatal y local.
Cierre y reflexiones finales
Entonces, ¿consideramos el caso de la gestión de ayudas en Valencia como un síntoma de un sistema enfermo o simplemente como un error de cálculo? La respuesta es, probablemente, un poco de ambas cosas. Hay un llamado a la acción que resuena en todos nosotros: exigir, como ciudadanos informados, que nuestras autoridades actúen en favor de quienes realmente necesitan ayuda, y que lo hagan sin comparaciones desleales que dividan nuestro foco.
A lo largo de los años, he visto tanto el poder de la acción colectiva como el peso de la inacción. No tenemos que idealizar lo que entendemos por política ni convertirlo en un espectáculo en Twitter. En vez de ello, es hora de enfocar la atención en lo más importante: la gente, los problemas reales y la urgente necesidad de soluciones efectivas.
Así que, la próxima vez que veas un resumen de Twitter en el que las palabras se convierten en lanzas afiladas, recuerda que las cifras, aunque importantes, no siempre cuentan toda la historia. Cada número representa una vida, un hogar, una necesidad. Y es nuestra responsabilidad, tanto de ciudadanos como de políticos, asegurar que esas voces sean escuchadas y atendidas.