El mundo del automovilismo no solo es el rugido de motores y el olor a gasolina. A menudo, también es un campo de batalla político y administrativo, donde las decisiones de un grupo pueden impactar a miles de personas. Eso es precisamente lo que está ocurriendo ahora dentro de la Real Federación Española de Automovilismo (RFEDA). Un conflicto territorial ha emergido, arrastrando con él a centenares de pilotos vascos y cuestionando la estructura misma de esta organización. Pero, ¿qué está pasando realmente? Vamos a desmenuzar este complejo tema.

Contexto: ¿qué es la RFEDA y por qué importa?

La RFEDA no es un ente cualquiera. Con cerca de 30,000 licencias y un presupuesto que supera los 10 millones de euros, organiza carreras y eventos en circuitos reconocidos como Montmeló, Jerez o Ricardo Tormo. Para los amantes del automovilismo, la RFEDA tiene una importancia vital, ya que gestiona y regula todo lo relacionado con el deporte motor en España.

Sin embargo, el reciente conflicto con la federación vasca ha puesto de manifiesto fisuras profundas en la estructura de esta organización. La «desintegración» de esta federación ha dejado a cientos de pilotos vascos en la cuerda floja, obligándolos a pagar hasta 350 euros extra por licencias nacionales para poder competir. Una situación que, honestamente, no tiene sentido. ¿Cómo puede ser que un piloto con talento tenga que lidiar con tal carga económica solo para seguir su pasión?

El origen del conflicto: un rompecabezas de licencias

El meollo del asunto se centra en la complicada relación entre la RFEDA y la federación vasca. Según Joaquín Verdegay, ex vicepresidente de la RFEDA, los vascos no estarán integrados a partir de 2024 a menos que inicien un nuevo proceso administrativo. ¡Qué ironía! Decir que «no están integrados» es como decir que un coche no puede conducirse si no se le pone gasolina. Literalmente, es un requisito esencial para poder “circular”.

Esto plantea una pregunta: ¿es justo que los pilotos vascos sean los que paguen el pato de un conflicto administrativo? La respuesta es un resonante «no».

La política también entra en la pista

Las elecciones presidenciales de la RFEDA están a la vuelta de la esquina, programadas para el 14 de octubre. Esto le añade un giro extra a la trama. Mientras Manuel Aviñó, el actual presidente que ha visto sus ingresos aumentar a 200,000 euros anuales, se enfrenta al reto de un candidato crítico como Carlos Márquez, de la federación asturiana, el futuro de la federación vasca sigue en un limbo incierto.

La situación ha escalado a niveles políticos, con el Gobierno Vasco respaldando a su federación y planteando preguntas en el Senado para que se reconsidere la integración de los pilotos vascos. Y aquí es donde la cosa se vuelve divertida: un conflicto de automovilismo que ha llegado a ser debatido en el Senado. ¿Quién lo hubiera pensado?

El Consejo Superior de Deportes: ¿un mediador eficaz?

La noticia de que la querella presentada por la federación vasca ha sido admitida a trámite abre más interrogantes. El Consejo Superior de Deportes (CSD) ha tratado de actuar como mediador, pero su inacción en el pasado ha llevado a muchos a preguntarse: ¿realmente está cumpliendo su función?

Juan Carlos Soto, abogado de la federación vasca, ha indicado que han intentado comunicarse con el CSD en múltiples ocasiones. Sin embargo, la falta de respuesta ha sido «reiterada» y «estratégica», lo cual huele un poco a evasión, ¿no creen? ¿Es posible que el CSD esté eludiendo su responsabilidad ante una situación tan crítica?

El trasfondo económico: un juego de números

La disputada cantidad de 61,000 euros en licencias y la negativa de Euskadi a firmar ciertos convenios ha hecho que la situación se vuelva aún más complicada. La RFEDA argumenta que, debido a esta “deuda”, la federación vasca no puede ser parte del entramado nacional, una situación que deja a los atletas en un marasmo administrativo.

Esta cuestión también resuena con la experiencia personal que seguramente muchos de nosotros hemos tenido: cuando nos están pidiendo un documento o un pago extra para poder hacer algo que debería ser fácil. ¿Por qué complicar lo simple?

La ley del deporte: un marco normativo en juego

La ley del deporte de 2022 es clara: todas las federaciones autonómicas deben integrarse en la nacional en un plazo de dos años desde su entrada en vigor. Este plazo está a punto de expirar, y con ello surge otra pregunta: ¿qué pasará si la RFEDA no se adhiere a esta normativa?

Para los vascos y los que apoyan su causa, parece que el tiempo corre en su contra. Pero, sinceramente, ¿quién no ha sentido que el tiempo juega en su contra alguna vez? A medida que se acerca la fecha límite, la desesperanza y la frustración entre los pilotos vascos crece, mientras que otros miran con preocupación esta sombría nube que se cierne sobre el futuro del automovilismo en su región.

La RFEDA: ¿transparente o opaca?

Un detalle más que complica aún más la trama es el hecho de que algunos miembros de la RFEDA se han visto envueltos en cuestiones controvertidas. Como ya se mencionó, Joaquín Verdegay ha sido criticado por contratar a su propio bufete por valor de 600,000 euros al año y el presidente actual, Manuel Aviñó, ha duplicado sus ingresos. Esta falta de transparencia genera desconfianza y añade más gasolina al fuego, o como a mí me gusta decir, más aceite al motor.

El automovilismo debería ser un deporte donde la emoción y el talento se lleven la delantera, no el nepotismo y la ambición personal. En una época donde la transparencia es clave, ¿realmente estamos viendo lo que queremos ver?

¿Qué futuro le espera al automovilismo en España?

La situación actual no solo afecta a la federación vasca; también plantea interrogantes sobre el futuro de las demás federaciones. Si algo hemos aprendido de este conflicto es que la comunicación es clave, tanto entre las federaciones como con entidades gubernamentales. La manipulación política y la falta de claras normas pueden poner en riesgo el futuro de un deporte que apasiona a miles de personas en todo el país.

La RFEDA podría beneficiarse enormemente de un renovado enfoque en la transparencia y la inclusión, en lugar de dejar que las disputas administrativas sigan marcando el rumbo del automovilismo nacional. ¿Acaso no sería maravilloso ver un día donde las capacidades de los pilotos sean lo que determine su éxito, y no su burocracia o su afiliación?

Reflexiones finales: el automovilismo como un espejo de la sociedad

A medida que la controversia de la RFEDA se desarrolla, podemos ver que este conflicto no es solo sobre automovilismo, es un reflejo de muchos de los problemas que enfrentamos en la sociedad. Las cuestiones de justicia, equidad y transparencia son relevantes en todos los ámbitos, incluyendo el deporte.

Si hay algo que debemos aprender de todo esto es que, al final del día, todos queremos correr, competir y disfrutar del deporte que amamos. Tal vez, al igual que en una carrera, debemos aprender a acelerar al actuar sobre las disparidades y conflictos que surgen entre nosotros, en lugar de frenar y simplemente quedarnos al margen.

Así que, con un poco de humor, y un toque de esperanza, solo podemos mirar hacia adelante y esperar que la RFEDA y la federación vasca lleguen a un acuerdo que beneficie a todos. Después de todo, como bien dicen los fanáticos del automovilismo, “el espectáculo debe continuar”. ¡Y que así sea!