En el fascinante mundo de la creación literaria, siempre hay algo más que tinta en papel; hay vida, arte y pasión. La reciente controversia generada por la editorial cARTEm al anunciar su nuevo libro Tolkien Legendarium: Héroes, ha puesto de relieve una discusión crucial sobre la evolución de la creatividad en la era digital. ¿Es la inteligencia artificial (IA) un nuevo aliado en el proceso creativo o un ladrón de almas artísticas? En este artículo exploraremos con detenimiento este tema, arrojando luces y sombras sobre un fenómeno que está revolucionando las artes visuales.

Un anuncio que genera revuelo

El día que cARTEm desveló la portada de su nuevo libro, las redes sociales estallaron como si hubiera estallado una bomba de humo en un salón literario. La portada y las ilustraciones del libro fueron creadas a partir de inteligencia artificial, lo que generó una marea de reacciones. Algunos aplaudían la innovación, mientras que otros la rechazaban y la tildaban de un “robo” a los ilustradores.

¿Te imaginas lo que debe sentir un ilustrador, después de años de formación y dedicación, al ver que una máquina puede replicar su trabajo? Es como si después de años de práctica musical, alguien apareciera con una aplicación que toca tu instrumento mejor que tú.

La defensa de cARTEm: ¿necesidad de adaptación?

Pedro Iribarnegaray, uno de los propietarios de cARTEm, no tardó en salir al paso de las críticas con un comunicado que defendía la decisión de utilizar IA. “La IA generativa no roba”, afirmó, argumentando que lo que hacen las máquinas no es más que una evolución tecnológica con la que los humanos deben aprender a convivir.

Se podría considerar que su respuesta tiene un tino razonable; después de todo, la evolución ha sido una constante en la historia de la humanidad. Pero, ¿es realmente la IA la evolución que queremos en el mundo del arte? ¿Cuántas veces hemos tenido que adaptarnos a nuevas tecnologías que, al final, sólo desplazan lo anterior?

El hecho es que la respuesta no es simple. Por un lado, la IA puede añadir una capa de productividad y eficiencia que puede beneficiar a aquellos que saben utilizarla adecuadamente. Pero, por otro, plantea preguntas sobre el valor de la creatividad humana frente a la máquina.

La voz de los ilustradores: ¿una batalla por la supervivencia?

Tan pronto como el comunicado de la editorial fue publicado, una ola de críticas invadió las redes. David Rubín, un ilustrador que había trabajado anteriormente con cARTEm, decidió romper vínculos con la editorial. En un correo desgarrador, Rubín expresó cómo consideraba que la decisión de cARTEm era un ataque directo a su profesión. “Es un verdadero insulto a toda mi profesión”, sentenció.

¿Quién puede culparlo? La narrativa de un artista que ve su trabajo sustituido por una máquina puede ser muy similar a la de un chef cuya cocina es reemplazada por un robot culinario. Al final, hay más en la creación que solo los resultados finales; hay pasión, esfuerzo y una conexión humana que una máquina no puede replicar.

La paradoja de la creatividad

No se puede negar que la inteligencia artificial ha abierto un nuevo mundo de posibilidades para los creadores. Puede que en ciertos contextos, la IA facilite la producción de contenido visual de forma rápida y asequible, especialmente en industrias donde el tiempo es oro. Sin embargo, ¿qué precio pagamos a cambio de esa eficiencia?

La llegada de la IA plantea una paradoja interesante: ¿Está realmente mejorando el arte, o está creando un mundo donde la creatividad se convierte en un producto estandarizado? Muchos se preguntan si la esencia misma del arte no se ve comprometida en el proceso.

Por otro lado, la IA no se limita a ser un mero generador de imágenes. A menudo se le considera una herramienta de inspiración. Artistas de diversas disciplinas han comenzado a experimentar con ella, utilizando redes neuronales para generar ideas iniciales o encontrar nuevas formas de expresión. En este sentido, podría ser vista más como un colaborador que como un competidor, aunque este matiz es fundamental para algunos.

La cultura de la cancelación: ¿desinformación o necesidad de ética?

Después del levantamiento de críticas contra cARTEm, se produjo un fenómeno de cancelación que se ha vuelto habitual en las redes sociales. Actores, escritores, y en este caso ilustradores, están utilizando las plataformas para expresar su descontento y tomar decisiones respecto a sus colaboraciones.

En la era de la información, donde nuestras opiniones formadas por experiencias y valores suelen ser compartidas públicamente, resulta interesante ver cómo puede uno convertirse en un arma de doble filo. Por un lado, está el poder de la voz colectiva; por otro, la posibilidad de empañar carreras a raíz de decisiones polémicas, que muchas veces quedan en el aire de la desinformación.

Rubín, entre otros, argumenta que la defensa de la IA en el arte es “desinformada”. Pero, ¿quién define qué es desinformación en un mundo donde la perspectiva subjetiva puede ser tan poderosa? La ética en este debate es crucial, y se torna cada vez más complicada conforme avanzan las tecnologías.

Estrategias para el futuro: ¿cooperación o resistencia?

Lo que está claro en este dilema es que, ya sea que amemos u odiemos la inteligencia artificial, ha venido para quedarse. Las editoriales y los ilustradores deben encontrar un camino que les permita trabajar juntos, en lugar de dividirse.

Imaginemos un mundo donde la IA se convierte en un ajuste fino en la paleta de los artistas, permitiéndoles experimentar no solo en cuanto a técnicas, sino también en la narración. Este reciclaje de ideas podría llevar al contenido a niveles que ni siquiera imaginamos.

Empoderar a los ilustradores para usar la tecnología a su favor podría ser la clave. Después de todo, mucha de la innovación que hemos disfrutado a lo largo de la historia se debe, en gran medida, a la adaptación y la colaboración. ¿Podría este ser el camino a seguir?

Reflexiones finales: ¿qué futuro nos espera?

Como lectores y consumidores de arte y literatura, tenemos una voz en este debate. El hecho de que las grandes editoriales estén tomando decisiones que afectan a cientos de artistas debe hacer que reflexionemos sobre nuestras propias elecciones de compra y apoyo. ¿Estamos dispuestos a sacrificar la calidad del arte por la rapidez y el bajo costo?

Las decisiones sobre el uso de la inteligencia artificial en la ilustración y el arte no son solo una cuestión de preferencia tecnológica, sino que abren un campo de batalla sobre qué valoramos en la creatividad. Sea lo que sea que pensemos, debemos ser conscientes de que el impacto de nuestras elecciones se siente más allá del momento presente.

Ciertamente, el futuro del arte en la era digital es incierto, pero alternativamente, podría ser muy emocionante. Todo depende de quién y cómo decidirá escribir esa historia. Hay un viejo dicho que dice que “la adversidad puede darle forma a la creatividad”. ¿Estaremos dispuestos a ver cómo evoluciona este nuevo capítulo del arte?

Mientras tanto, yo seguiré con mis pinceles y lápices, aunque de vez en cuando me eche un vistazo a la pantalla y piense: “¿Qué podría hacer una máquina en mis zapatos?” Y ese, mis queridos lectores, es el dilema en el que todos estamos inmersos, buscando nuestro lugar en un mundo que cada vez se siente más digital y menos humano.