La primera vez que escuché hablar de Lita Cabellut no fue en un museo, ni en una galería de arte. Fue en una cafetería, mientras charlaba con un amigo sobre lo estrafalario que puede ser el mundo del arte. «¿Sabías que Lita es una de las artistas más cotizadas de España? ¡Su obra es un reflejo impactante de la condición humana!”, me dijo. Desde ese momento, no he podido evitar investigar más sobre su trabajo y su relación con el inmortal pintor Francisco de Goya. La exposición «Goya x Lita Cabellut: Los Disparates», que se inauguró el 30 de octubre y estará disponible hasta el 26 de enero en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, ha sido la chispa que me llevó a profundizar en este fascinante vínculo.
¿Qué nos cuentan los «Disparates» de Goya?
Los «Disparates» son una serie de 22 grabados creados por Goya que, en su forma más básica, presentan una visión sombría y retorcida de la sociedad de su tiempo. Se trata de una obra hermética, en la que pululan figuras deformes y espectros de un carnaval grotesco, enfrentándose a un mundo repleto de violencia y crueldad. Si lo pienso bien, a veces me siento como un personaje de Goya cuando me enfrento a situaciones absurdas en la vida cotidiana. Esa sensación de estar en un universo paralelo, donde la normalidad se tambalea, ¡es un sentimiento bastante común, ¿no creen?
A través de su trabajo, Goya no solo retrató la violencia latente en su época, sino que también dejó un legado que resuena en la actualidad. “El egoísmo, la brutalidad, la ignorancia, la deshumanización”, enumeró Cabellut, quien se inspiró en estas obras como el eco de problemas que enfrentamos aún hoy en día. Es curioso cómo algunas luchas parecen eternas, ¿verdad? En un mundo donde la deshumanización parece estar a la orden del día, las obras de Goya se convierten en un espejo de nuestras propias fallas.
Lita Cabellut: una artista que vive entre dos mundos
Pasó sus primeros años pidiendo limosna en las calles de Barcelona y, ese pasado marcado por la privación, encontró su camino hacia el arte. ¿Se imaginan al niño que una vez fue, enfrentándose a las durezas de la vida, y ahora se levanta como una de las artistas más reconocidas globalmente? Eso es Lita Cabellut. El relato de su vida es la clase de historia que te arranca una lágrima y, al mismo tiempo, te hace sonreír, como una montaña rusa emocional.
Cuando Lita se encontró por primera vez con las obras de Goya en el Museo del Prado, experimentó un destello de conexión. Ella vio lo que él vio: las tristezas ocultas de aquellos que viven en la calle, un reflejo de su propia experiencia vital. En sus lienzos de gran formato, realizada con una paleta bicolor de blanco y negro, sus líneas verticales no solo trasmiten dolor, sino también una búsqueda de liberación. “Tenía que vivir como él lo hacía”, dice Lita, reflejando su deseo ferviente de encontrar un propósito a través del arte.
El reflejo del sufrimiento femenino: ¿ha cambiado algo?
En varias de las obras de la exposición, Lita aborda la violencia machista, un tema que Goya también representó a través de sus grabados. En “El caballo raptor”, por ejemplo, una mujer es agredida, mientras que en “Disparate matrimonial”, nos presenta a una figura femenina atada a la espalda de un hombre, como símbolo del matrimonio forzado. Aunque estos grabados fueron creados hace más de dos siglos, la realidad es que las luchas de las mujeres por la igualdad y el respeto son un eco persistente. Cuando miro a mi alrededor y veo los despliegues de valentía en las protestas contemporáneas, no puedo evitar preguntarme: ¿realmente hemos avanzado, o simplemente estamos cambiando de escenario?
Cabellut nos obliga a observar y reflexionar sobre la empatía, un valor que parece haberse erosionado. En su obra «Disparate pobre», ella ilustra las tres etapas de la vida de una mujer, mostrando la tristeza de quienes enfrentan sus destinos con resignación. ¿Cuántas veces hemos sentido esa presión, tanto masculina como femenina, de conformarnos con caminos que no elegimos? Es un recordatorio poderoso de que las luchas son comunes, incluso a través de las generaciones.
La fragilidad humana expuesta
Una de las obras más impactantes de la exposición es el tríptico basado en «La lealtad», donde varios personajes se burlan de un mendigo envejecido. En esta representación, Cabellut toca una fibra sensible que nos confronta con nuestra moralidad. ¿Nos hemos vuelto insensibles a los problemas de los demás? En un mundo donde a menudo se prioriza el éxito individual sobre la comunidad, la obra de Cabellut desafía nuestra visión del bienestar colectivo.
Las esculturas de rostros deformados que acompañan la exposición añaden una dimensión física al dolor emocional que Goya y Cabellut exploran. De manera casi arrepentida, la artista aclara: “No hace caras deformadas, hace caras realistas”. Esta frase resuena en mí, ya que me recuerda que todas las «imperfecciones» son, de hecho, realidades vividas. ¿Qué tan realistas somos en nuestras propias vidas, al interactuar con el mundo que nos rodea?
La conexión entre pasado y presente
La exposición, que combina grabados de Goya con las obras de Cabellut, establece un diálogo entre el pasado sombrío y el presente opaco. En la última parte de la muestra, se presenta una telaraña construida con tarlatana, el mismo tejido que se utiliza para limpiar los grabados. Este elemento, que podría parecer simple, simboliza la conexión duradera entre las épocas y las luchas. En el fondo, ¿no deseamos todos limpiar las manchas de dolor que nos persiguen, tanto en el arte como en la vida real?
Lita ha encontrado un rayo de esperanza en el arte de Goya, que a menudo es considerado oscuro. Nos dice que esos cuadros sórdidos son testimonios de la humanidad, recordándonos que, hace 200 años, teníamos los mismos egos, pero también la misma fortaleza y divinidad. Este mensaje de esperanza me hizo recordar una conversación con un amigo, quien me dijo: “La vida es como un cuadro. A veces está lleno de manchas oscuras, pero si miras más de cerca, puedes encontrar la belleza en la imperfección”.
La última nota de la exposición
Para concluir este fascinante intercambio entre Goya y Cabellut, se encuentra el grabado «Los estancados», donde un grupo de seres humanos se agazapan para protegerse de un frío terrible. Aquí es donde Lita coloca su pieza totalmente blanca, un símbolo de esperanza que contrasta con la oscuridad de la obra de Goya. Este cuadro blanco refleja la vida sin la carga de la animalidad y crueldad. ¿No es impactante cómo una simple pintura puede servir como faro de luz en un mundo que a menudo parece tan sombrío?
Reflexiones finales
La conexión entre Lita Cabellut y Francisco de Goya es, en última instancia, una reflexión sobre la condición humana. A través de esta exposición, no solo somos testigos de la lucha de la humanidad a lo largo de la historia, sino que también se nos desafía a confrontar nuestras propias realidades. La empatía, la lucha por los derechos y la búsqueda de significado son temas que resuenan en ambas artistas, un eco constante de lo que significa ser humano.
Así que, la próxima vez que veas una obra de arte que te deje pensando, recuerda: puede que haya más en ella de lo que inicialmente percibes. Después de todo, como diría Goya, “El sueño de la razón produce monstruos”. Pero también puede, como sugiere Cabellut, darnos una chispa de esperanza.
Si tienes la oportunidad de visitar la exposición «Goya x Lita Cabellut: Los Disparates», te animo a que lo hagas. La experiencia no solo enriquecerá tu conocimiento sobre el arte, sino que también podría dar un nuevo significado a la forma en que enfocas tu propia vida. ¿Estás listo para mirar más allá de lo obvio?