El mundo está lleno de historias conmovedoras de personas que luchan por sus derechos y su entorno. Eliezer Arias, un activista indígena de Colombia, es uno de esos valientes que ha enfrentado el peligro y la adversidad en su país por la defensa de la naturaleza y los derechos humanos. Su paso por Asturias, donde encontró refugio temporal, nos lleva a reflexionar sobre la compleja interconexión entre el carbón colombiano y las realidades ambientales europeas. ¿Qué nos está diciendo esta historia sobre la explotación de recursos y la lucha por la justicia social?
Un refugio temporal en Asturias: el caso de Eliezer
Cuando Eliezer salió de su barrio en Natahoyo, su camino lo llevó hacia Cimadevilla, un rincón pintoresco de Xixón. En el aire se sentía una mezcla de tradición y modernidad, un contraste que quizás él ni siquiera percibía, ya que su mente estaba ocupada en dejar atrás un pasado lleno de confrontaciones y temores. Aquella estampa de tranquilidad era la primera vez en mucho tiempo que se asomaba a su vida. Pero, como bien dicen, no hay país que no caga su historia.
Asturias, y en particular el Programa Asturiano de Atención a Víctimas de la Violencia en Colombia (PAV), le ofrecieron un refugio momentáneo de su vida en Colombia, marcada por años de lucha contra la violencia originada por la explotación de recursos. Con el apoyo de Sol de Paz Pachakuti, Eliezer y otros defensores de derechos humanos encuentran un espacio para respirar y recuperar su aliento en medio del caos.
La paradoja del carbón
En medio de todo esto, se presenta una irónica paradoja: Asturias, que alguna vez fue un epicentro de la minería de carbón, ahora recibe toneladas de carbón de Colombia, mientras Eliezer se sienta a hablar sobre el impacto ambiental y humano de tal industria. Reflexionando sobre ello, uno podría preguntarse: ¿Cómo es posible que un lugar en el que se producían estos minerales ahora dependa de su importación?
Desde el cierre de las minas asturianas, el carbón colombiano ha encontrado un nuevo hogar en las industrias europeas. El Musel, el puerto marítimo de Gijón, es un testigo silencioso de esta nueva realidad, donde buques cargados de carbón colombiano llegan a diario. Sin embargo, mientras Eliezer se encontraba en Asturias, la conexión entre su lucha y la economía local se tornaba más evidente.
La explotación del carbón en Colombia: más que un negocio
La explotación de carbón en Colombia tiene raíces profundas, relacionadas principalmente con territorios como La Guajira y El César. En mi reciente visita a Colombia, pude vislumbrar la dureza de la vida en estas regiones. Los paisajes son a menudo desoladores, donde el viento sopla a través de tierras áridas mientras los ecos de la minería parecen resonar en el aire. Durante un almuerzo, alguien me comentó que existen palabras que no se pueden pronunciar en estas tierras. Palabras como «protesta», «derechos» o incluso «futuro».
El trabajo de Eliezer y sus compañeros es extremadamente peligroso. En 2021, la Oficina de la ONU para los Derechos Humanos reportó que al menos 78 defensores de derechos humanos fueron asesinados en Colombia. ¿Qué tipo de mundo es aquel en el que hablar por la justicia puede costar la vida? La simple idea me hizo cuestionar las prioridades de nuestra sociedad.
Anécdotas y relatos de vida
Eliezer compartió vívidas historias sobre su vida en El César. Una que me quedó grabada fue cuando mencionó cómo la llegada de nuevas infraestructuras supuso el inicio de una era oscura: «Nos trajeron asfalto y promesas, pero esa creatividad llevó a paramilitares a nuestras tierras». Eliezer no es solo un nombre en un artículo, sino un símbolo de la resistencia indígena, alguien que ha visto la muerte muy de cerca y ha aprendido a hablarle de tú a tú.
En su narración, me acordé de una vez que intenté defender un pequeño parque comunitario en mi barrio. No fue fácil enfrentar a las autoridades y a unos desarrolladores que tenían en mente construir un complejo que, según ellos, «haría la vida mejor». Pero, por supuesto, a costa de un pedazo de nuestra historia. Ahora imagine eso multiplicado por mil. Imagina la valentía de Eliezer enfrentando todo esto.
La sequía y la lucha por el agua
Un aspecto inquietante que Eliezer enfatizaba, y que resonó en la mente de todos los presentes, es cómo la intensa búsqueda de recursos puede llevar a la sequía en regiones como La Guajira. El caso del río Ranchería, que al ser desviado para facilitar la extracción de carbón, dejó a miles sin acceso a agua potable, es desgarrador. 5.000 niños murieron por malnutrición, una cifra que aterriza con más potencia que un mal golpe en la cara. Sin embargo, el Gobierno negó la cifra, hasta que la presión internacional obligó a algunos a mirar hacia otro lado.
¿Y qué pasa con los habitantes de la región? ¿Por qué sus vidas valen menos que las materias primas que explotan? Preguntas sin respuestas fáciles, donde la lucha diaria se convierte en un recordatorio agudo de las desigualdades que persistimos en ignorar.
El impacto del carbón en Europa y la responsabilidad colectiva
El impacto del carbón colombiano en Europa se ha disparado en los últimos años. La crisis en Ucrania ha hecho que países como Alemania busquen nuevas fuentes de carbón. Como bien señala Paco Ramos de Ecologistas en Acción, esa necesidad ha llevado a las empresas a dirigir su mirada hacia Colombia, sin considerar las implicaciones de esto en las comunidades locales.
Incluso hemos visto como el carbón ha tenido un lugar en la discusión sobre energía y sostenibilidad en conflictos recientes, donde países que antes dependían de la energía de Rusia ahora se ven en la necesidad de importar carbón de otros lugares.
Pero la pregunta es: ¿qué responsabilidad tienen las empresas y los consumidores europeos en esta ecuación? No se puede simplemente mirar hacia otro lado mientras el precio del carbón se traduce en violaciones de derechos humanos tan graves. Cada vez que encendemos nuestras luces, ¿podemos realmente olvidar qué se encuentra detrás de su producción?
El camino hacia la conciencia y el activismo
Afortunadamente, hay cada vez más iniciativas para visibilizar y sensibilizar sobre estos problemas. La estancia de Eliezer en Asturias ha sido una oportunidad para él de contar su historia y crear conciencia sobre las violaciones que se viven en su país. Sus diálogos fueron semilla de un cambio que, a la larga, promete florecer.
En un uso ingenioso de las plataformas sociales, algunos grupos han comenzado a movilizarse para exigir reformas en el sector de la minería en Colombia. Y aunque aún queda mucho por recorrer, hay un sentimiento creciente de que el activismo es la clave para un futuro mejor. Pero, volviendo a mi anécdota personal, ¿cómo podemos contribuir nosotros desde España? ¿Qué acciones podemos tomar para generar un cambio real?
Un futuro incierto, pero esperanzador
La historia de Eliezer y su refugio temporal en Asturias sirve como un microcosmos de las luchas que enfrentan muchos otros alrededor del mundo. Si bien las sombras del carbón y la explotación siguen presentes, hay un destello de esperanza. Las conversaciones que comenzamos, las historias que compartimos y la solidaridad que ofrecemos son las herramientas más poderosas que tenemos para generar un cambio significativo.
Al final, la lucha contra la explotación de los recursos naturales y la defensa de los derechos humanos no deberían ser batallas individuales, sino un esfuerzo colectivo. Así, tomemos la responsabilidad en nuestras manos. La historia de Eliezer es un recordatorio de que, por cada palada de carbón que se extrae de la tierra, deberíamos estar considerando el costo humano involucrado. La próxima vez que pienses en el carbón colombiano, recuerda que detrás de cada carga hay vidas, historias y, sobre todo, luchas que merecen ser escuchadas.
Así que, ¿qué opinas? ¿Estamos dispuestos a hacer un cambio? Porque al final del día, tal vez el verdadero carbón que debemos aprender a extraer es el de la solidaridad y la conciencia social. ¡Ese es el oro negro que todos necesitamos!