La vida puede ser impredecible, y a veces, se manifiesta de maneras que nunca imaginamos. Recientemente, una tragedia ha sacudido la Comunidad Valenciana, donde un fenómeno natural ha dejado a su paso una imparable cadena de desolación y pérdida. Ante tales situaciones, los expertos en forense enfrentan el desafío titánico de identificar a las víctimas, un proceso tanto técnico como humano. Hoy exploraremos las diversas técnicas de identificación, los retos involucrados y las historias que surgen en medio de la tragedia, todo esto con un toque de humor y anécdotas personales, porque a veces lo mejor para sobrellevar el dolor es encontrar un pequeño destello de luz.

¿Qué sucede cuando la naturaleza toma el control?

Imagina que te despiertas un día y el clima, por alguna razón desconocida, ha decidido jugar a ser un villano de cómic. El cielo se oscurece, las lluvias torrenciales caen por doquier, y de repente, tu tranquila ciudad se convierte en un caos. Entonces, la tristeza y la desolación te impactan cuando te enteras de que muchos han perdido la vida en eventos catastróficos. Te preguntas: ¿Cómo se identifican a las víctimas en medio de un desastre tan monumental?

Recientemente se discutió el uso de técnicas forenses para afrontar precisamente este dilema. Los forenses como Barbería han señalado que uno de los métodos más tradicionales, pero efectivos, es el cotejo de huellas. En España, donde el DNI es obligatorio a partir de los 14 años, las huellas dactilares se convierten en una herramienta vital. Pero, otra vez, la realidad nos lanza una bofetada: cuando un cuerpo se deteriora, las huellas pueden volverse irreconocibles. A veces me pregunto si la naturaleza tiene su propio sentido del humor, uno cuya broma es llegar seco hasta la última gota, como cuando el gelatín decide no cuajar y te deja con un plato vacío después de un largo almuerzo.

Más allá de las huellas: la importancia de la odontología forense

La odontología forense, una técnica que suena como algo sacado de una serie de televisión de crimen, también juega un papel crucial en la identificación de cuerpos. La idea es brillante y, al mismo tiempo, sencilla: usar los registros dentales para ofrecer una segunda posibilidad de identificación. Como si un dentista fuera el nuevo héroe de la historia. Imaginen a un odontólogo, viejo conocido de todos, tomando un café y diciendo: «Nunca pensé que mis habilidades para hacer un empaste me convertirían en un detective». Un giro digno de película, ¿no?

Y a veces, esas referencias a momentos cómicos en la vida real pueden ayudar a aliviar la atmósfera tensa de una situación. El forense Narcís Bardalet, quien ha trabajado incansablemente en esta área, menciona que, aunque las visitas al dentista son comunes hoy en día, siempre hay excepciones. Los lactantes y los niños pequeños pueden presentar un desafío, ya que aún no tienen suficientes dientes. ¿Y qué pasa con los adultos que no visitan al dentista por miedo a un segundo encuentro con el taladro? Como dicen, «hay que arriesgarse a tener que enfrentar el taladro por el bien de la posteridad».

ADN: la herramienta del futuro en identificación forense

El ADN, esa cadena de información que hemos escuchado tanto en películas de ciencia ficción y programas de televisión, se ha convertido en otra columna vertebral de la identificación forense. Supongamos que en un evento trágico, alguien pierde a todos sus seres queridos y no hay familiares disponibles para cotejar. Aquí es donde el ADN permite realizar un cotejo entre las propias víctimas. Es casi como si la ciencia decidiera ser un amigo muy comprensivo en los momentos de crisis: «No tienes a alguien que te ayude a identificar a tus seres queridos? No te preocupes, lo resolveremos juntos».

Sin embargo, como todo en la vida, este método también enfrenta problemas. La posibilidad de que personas sin hogar queden entre las víctimas es una realidad desgarradora. Además, incluso aquellos que no han dado señales de vida o que no han informado a nadie de su paradero pueden complicar el proceso. En momentos como este, no puedo evitar recordar esa escena en una película cuando el héroe finalmente deja de buscar respuestas y comprende que, aunque desgarrador, a veces no hay finales felices en las historias de vida.

Elementos secundarios: más que una identificación

Cuando todas las esperanzas parecen desvanecerse, llegan los «elementos secundarios». ¿Qué son exactamente? Puede ser algo tan sencillo como una prótesis que tenga un número de identificación o un tatuaje distintivo en la piel. En este punto, el humor negro podría decir que siempre es bueno tener una marca única, al menos para salir en una identificación en papel. De cualquier manera, la importancia de una base de datos que contenga perfiles genéticos queda clara. Pero, la pregunta que se nos viene a la mente es: ¿es realmente posible que alguien quede sin ser identificado?

En medio de esta intensa tarea, el proceso de identificar a cada cuerpo se transforma en un delicado trabajo de logística. El director de Imelec explica que cada municipio afectado recibe un número. En un desfile de cadáveres y cuerpos, la organización se convierte en un salvavidas. Imaginen la escena: forenses y policía científica extendiendo sus brazos en un esfuerzo casi coreográfico para garantizar que cada cuerpo sea etiquetado y ubicado adecuadamente. Sí, a veces el caos necesita un poco de orden, como intentar hacer yoga en una habitación llena de juguetes.

Las lecciones de la tragedia: cuidado y protección

Mientras observamos el sistema de gestión establecido para abordar la recuperación de cuerpos y la identificación, recuerdo que muchos de los forenses allí presentes están trabajando con el peso de una responsabilidad abrumadora. Las autopsias y la identificación de las causas de muerte son solo una faceta de su función. Barbería subraya la importancia de recordar que los cuerpos no son agentes infecciosos. Esta es una revelación importante. En resumen, los cadáveres en sí mismos no causan una epidemia. Imaginen un grupo de forenses ataviados con equipos de protección individual (EPI), bromeando entre ellos sobre lo que se puede hacer en una fiesta de Halloween. «Sí, claro, ¡me encantaría ir de forense!», diría uno, mientras todos se ríen nerviosamente.

Mirando hacia el futuro: la esperanza en medio de la pérdida

Identificar a las víctimas tras una devastación es un proceso variado y muy humano. A medida que los forenses siguen enfrentando cada nuevo desafío, me doy cuenta de que su labor es más que solo un trabajo; es un acto de amor hacia aquellos que ya no están. A veces, me sorprende lo que la ciencia y la humanidad pueden lograr al unirse.

La realidad áspera toca a cada uno de nosotros en algún momento de nuestras vidas. Pero aun en medio de la tristeza, hay esperanza. Nuestras capacidades tecnológicas continúan evolucionando, ofreciendo nuevas oportunidades para conocer y comprender a los que hemos perdido. Y, al final, cada rayo de esperanza brilla más intensamente cuando nos preguntamos: ¿Qué haríamos nosotros en su lugar? Cada uno de nosotros quiere ser recordado, identificado, y sobre todo, amado. Y, si logramos eso, quizás el caos de esta vida solo sea un capítulo en una historia más grandiosa.

Así que recordemos ser amables, contemporizadores ante el dolor. Y, en el camino, mantengamos el sentido del humor, porque al final del día, todo se reduce a ser buenos unos con otros en medio del tumulto.