En nuestras conversaciones cotidianas, es habitual escuchar expresiones como «me da TOC» o «tengo un poco de TOC acerca de la limpieza». De hecho, es tan común que muchas veces no nos detenemos a pensar en lo que realmente significa. Pero, ¿qué pasa cuando el término que usamos a la ligera encierra un trastorno con profundas implicaciones emocionales y psicológicas? Hoy vamos a hablar del trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), comprender su gravedad, sus efectos en quienes lo padecen, y quizás darnos una oportunidad para reflexionar sobre nuestras propias palabras y su impacto en los demás.

¿Qué es el trastorno obsesivo-compulsivo?

El TOC es un trastorno mental que no solo se caracteriza por pensamientos obsesivos y compulsiones, sino que también es una fuente de gran sufrimiento para quienes lo sufren. No es simplemente un “quirks” o manías que puedas tener; en realidad, el TOC interfiere gravemente con las actividades diarias del individuo, provocando ansiedad y estrés intensos.

Es fácil entender cómo funciona si lo pensamos de manera simple: imagina que cada vez que entras a una habitación, sientes la compulsión de revisar tres veces si la puerta está cerrada. O aún peor, piensas que si no lo haces, algo terrible va a suceder. Para alguien con TOC, esto no es opcional. Es un impulso irrefrenable que a menudo lleva a que la persona quede atrapada en un ciclo vicioso de ansiedad y rituales repetitivos.

La banalización del TOC en la cultura popular

Lo que me lleva a eso de «me da TOC». ¿Cuántas veces lo hemos dicho o escuchado? Pero seamos honestos, ¿realmente sabemos lo que significa? Al usar la expresión de manera trivial, restamos importancia a una condición que puede arruinar la vida de alguien. Es como burlarse de un amigo porque tiene miedo a volar, mientras que hay personas que no pueden salir de su casa debido a trastornos de ansiedad.

Como lo menciona el psicólogo Buenaventura del Charco Olea, director clínico en ‘Estar Contigo Terapia’, el uso desenfadado de este término hace que muchas personas con TOC se sientan incomprendidas. Ellas pueden empezar a pensar que su sufrimiento no es válido o, lo que es peor, que no necesitan buscar ayuda.

¡Imagínate lo confuso que debe ser! Vivir con un trastorno mental y, a la vez, ver que se usa tu condición como una broma en una conversación trivial. Es como si alguien que ha experimentado una gran pérdida escuchara constantemente que «la vida sigue», como si eso pudiera borrar el dolor.

¿Cuál es la diferencia entre un TOC y una simple manía?

Aquí es donde las cosas se complican. Muchas personas confunden el TOC con un simple deseo de controlar las cosas o con un alto estándares de perfección. La verdad es que el TOC va mucho más allá. La principal distinción radica en la intensidad y el malestar emocional que provoca.

Del Charco explica que la necesidad de hacer algo en el caso de un TOC no solo es compulsiva, sino que es irrefrenable. Si una persona siente que necesita enderezar un cuadro que está torcido, esto puede ser simplemente una preferencia o manía; sin embargo, si esa misma persona se encuentra arrinconada en una batalla interna donde siente que su vida depende de esta acción, entonces estamos ante un problema más serio.

Reflexiones sobre la búsqueda de la perfección

Recuerdo una época en la que pensaba que ser perfeccionista era una virtud. «¡Mira cuán bien organizado tengo mi currículum!», solía decir. Hasta que un viejo amigo me miró y me dijo: «Tu vida no es un proyecto de PowerPoint, amigo. Relájate un poco». En ese momento, no comprendí cuán dañina puede ser la presión que uno mismo se pone al buscar la perfección. Y eso que quizás ni siquiera padecía de TOC.

Del Charco también nos recuerda que mientras las manías pueden ser molestias transitorias, el TOC implica un sufrimiento emocional significativo. Y eso es algo que requiere atención y comprensión, no burlas o minimizaciones.

La importancia de buscar ayuda y no banalizar el TOC

Quizás te estés preguntando sobre las causas del TOC. Aunque no hay una única respuesta, hay factores psicológicos, biológicos y ambientales que pueden contribuir a su aparición. Pero, independientemente de la causa, una cosa es clara: no es algo que se deba tomar a la ligera. Si una persona siente que sus pensamientos obsesivos y compulsiones están interfiriendo con su vida, es vital que busque ayuda profesional.

A veces, la gente evita hacerlo porque siente que su sufrimiento no es suficientemente «grave» como para necesitar terapia. Es comprensible, pero erróneo. Este mito de que solo las personas «realmente» enfermas deben buscar ayuda es peligroso y alimenta el estigma en torno a la salud mental. Seamos justos: todos hemos tenido momentos difíciles y no hay un criterio único que defina cuándo es «suficiente» para pedir ayuda.

La necesidad de una cultura de apoyo

Ahora bien, como personas que vivimos en una sociedad, también debemos ser conscientes del impacto que nuestras palabras pueden tener. Así como una broma desafortunada puede romper un momento, una frase hiriente puede desgastar la salud mental de una persona. ¿Cuántas veces has sentido que lo que decías tenía un impacto más profundo del que imaginabas?

Algunas bromas pueden parecer inofensivas, pero poco a poco, pueden alimentar la sensación de aislamiento que sienten aquellos con trastornos mentales. No estoy pidiendo que nos volvamos absurdamente serios en cada conversación, pero un poco de empatía nunca está de más, ¿verdad?

Conclusión: construyendo puentes y rompiendo tabúes

En resumen, el TOC es un trastorno serio que no debe ser trivializado. Es un problema que involucra mucho más que unos rituales peculiares; es un desafío emocional que puede afectar todos los aspectos de la vida. No hay razón para seguir perpetuando la idea de que el TOC es motivo de risa o de burla.

Si sientes que tu vida está siendo afectada por pensamientos obsesivos o compulsiones, da el primer paso: busca la ayuda que necesitas. No hay vergüenza en reconocer que las cosas no están bien. La salud mental es tan importante como la salud física, y cuidar de ella es un acto de valentía, no de debilidad.

Recuerda que tus palabras tienen poder. Cada vez que hablemos sobre temas de salud mental, seamos conscientes de cómo nos expresamos. En lugar de hacer de la broma una manera de lidiar con la incomodidad, construyamos puentes de comprensión y apoyo.

Ah, y antes de que se me olvide, cada vez que sientas la tentación de usar «me da TOC» de una manera frívola, piénsalo dos veces. Esa pequeña reflexión podría ser la diferencia entre crear un entorno de apoyo y uno donde la gente se sienta sola. Así que la próxima vez que te encuentres en una situación comprometida, recuerda: no todo lo que brilla es oro y no todo lo que parece inofensivo se siente igual para los demás. Hablemos con cuidado y, sobre todo, con empatía.

Porque, al final del día, todos somos un trabajo en progreso.