¿Alguna vez te has sentido como un ciudadano de segunda clase? ¿Como si tu voz no contara en la gran sinfonía de la democracia? Para los residentes de territorios estadounidenses como Puerto Rico, Guam y las Islas Vírgenes, esta no es solo una sensación, ¡es su realidad! En este artículo, exploraremos las complejidades de ser un ciudadano estadounidense en tierras que, aunque pertenecen a Estados Unidos, parecen haber sido olvidadas en la mesa de decisiones. Prepárate para un viaje que va más allá de los titulares, lleno de humor sutil y anécdotas personales, mientras desentrañamos cómo se vive la democracia desde el otro lado del mar.

Entendiendo el panorama: ¿por qué no votan?

Imagina esto: es el día de elecciones, tú tienes por lo menos tres amigos en la fila, cada uno con una opinión diferente sobre el candidato que debería ganar, y todos están listos para hacer escuchar su voz. Pero, espera un segundo, tú no puedes votar. Esto es exactamente lo que pasa en Puerto Rico y otros territorios no incorporados de EE. UU.

La historia detrás de la exclusión

Puerto Rico, territorio estadounidense desde 1898, actualmente es hogar de más de 3 millones de residentes. A pesar de que son ciudadanos estadounidenses, estos no pueden votar por el presidente en las elecciones generales. Increíble, ¿verdad? En un país que se presume como el bastión de la democracia y la libertad, estos ciudadanos son relegados a espectadores de su propio destino político.

En un mitin de Trump en Nueva York, el comediante Tony Hinchcliffe insultó a Puerto Rico, llamándola «una isla de basura flotando en mitad del océano», desencadenando una reacción casi inmediata de indignación. Pero, ¿acaso esa indignación es suficiente para hacer que su voz sea escuchada? Eso, amigo mío, es otro tema.

Una mirada al sistema electoral de EE. UU.

Pero, ¿cómo es que esta situación se mantiene? Para entenderlo, necesitamos echar un vistazo al Sistema del Colegio Electoral. Este sistema nos dice quién será el presidente, basándose en la representación de cada estado en el Congreso. Y al parecer, los territorios como Puerto Rico, Guam y las Islas Vírgenes son como ese primo al que no invitas a la fiesta porque no trae nada: no tienen votos en estas elecciones.

El colegio electoral y sus peculiaridades

La 23.ª Enmienda, adoptada en 1961, le otorgó a Washington, D.C., representación en el colegio electoral. Sin embargo, los territorios han quedado en el limbo. Pueden votar en las primarias organizadas por los partidos, pero no en las elecciones generales. Así que, si eres puertorriqueño residente en la isla, ¡puedes seguir soñando con un voto que cuente!

Este atípico estado de cosas lleva a la frustración y, muchas veces, a la resignación. Te imaginas a un puertorriqueño, hablando con un amigo en Nueva York, diciendo: “Oye, deberíamos votar en las presidenciales”. A lo que su amigo, con una sonrisa un tanto burlona, le responde: “¿Y qué tal si mejor elegimos el mejor mofongo de la ciudad?” Porque, después de todo, ¿cuál es el sentido de hablar de elecciones cuando tus decisiones no tienen peso alguno?

Las luchas de los ciudadanos de segunda

Los ciudadanos de estos territorios no solo enfrentan la privación del sufragio. También lidian con políticas que, aunque les afectan, no tienen poder para influir en ellas. Debido a esto, surgen movimientos sociales que demandan derechos y representación.

El despertar de la conciencia electoral

Organizaciones como Right to Democracy están en la primera línea de esta lucha, abogando por más influencia en el proceso político. La meta es clara: visibilizar la situación de estos ciudadanos y hacer que su voz cuente. Es como si estuvieran intentando llamar a la puerta de una gran casa, y en cada golpe, esperan que alguien se asome y les dé una respuesta.

Pero el camino hacia la igualdad no es sencillo. Las enmiendas constitucionales que han propuesto para dar más derechos de voto a estos ciudadanos han sido recibidas con una mezcla de escepticismo y falta de progreso. Te haces la pregunta: ¿qué tan complicado es reconocer y empoderar a millones de ciudadanos dentro de tu propia nación?

Puerto Rico: entre la estadidad y la independencia

La historia de Puerto Rico también está marcada por referéndums para decidir su futuro. Cada vez que llega un referéndum sobre el estatus político de la isla, la tensión se palpita en el aire. Las opciones van desde la estadidad hasta la independencia.

El dilema de la identidad

Muchos puertorriqueños se sienten atrapados entre dos mundos. Por un lado, hay un fuerte deseo de autodeterminación, de poder decidir su propio futuro. Por el otro, está esa conexión con Estados Unidos, un país que siempre ha sido parte de su historia, pero que rara vez les ha dado la oportunidad de ser escuchados.

A menudo escucho a unos amigos puertorriqueños discutir acaloradamente si se deben aliar con Estados Unidos o, en cambio, abrazar su identidad cultural y buscar la independencia. “No queremos votar por el presidente de Estados Unidos”, argumentan, “queremos votar por el presidente de Puerto Rico”. Esa sencilla línea me hace reflexionar sobre el profundo anhelo de cada uno por representarse a sí mismos.

El impacto de las decisiones federales

Dada la situación, no es sorprendente que las decisiones del presidente de EE. UU. y del Congreso tengan un gran impacto en la vida diaria de los habitantes de estos territorios. Desde la gestión del huracán María hasta la relación con la junta de control fiscal impuesta en Puerto Rico, sus problemas no son únicamente políticos; son, en esencia, cuestiones de vida o muerte.

La desconexión política

Mientras los políticos en Estados Unidos toman decisiones que afectan la vida de ciudadanos en Puerto Rico, los boricuas se encuentran con la frustración de no poder hacer nada al respecto. El sentido de impotencia es real, y es una gran carga que llevan sobre sus hombros. Imagina que tú vives en una nación donde las decisiones que afectan tu vida diaria son tomadas por personas a las que nunca has votado. Eso es un tema que podría dar lugar a un gran número de memes, pero también es muy serio.

El camino hacia el futuro

En este panorama, más de uno se preguntará: “¿Qué se puede hacer?” La realidad es que, aunque parece sombrío, hay esperanza. Grupos como Right to Democracy y otros hay luchando para cambiar la narrativa y dar voz a estos territorios.

Referendos y la voz del pueblo

El próximo referéndum en Puerto Rico será una oportunidad más para que los habitantes de la isla expresen su deseo de autonomía y reconocimiento. Además, la idea de un referéndum sobre la estadidad ha ganado fuerza, con más allá de un deseo de que Puerto Rico finalmente tenga representación en el Congreso y el derecho al voto.

Después de todo, ¿acaso no es justo que esos ciudadanos, que contribuyen a la economía de EE. UU. pagando impuestos, también tengan el derecho de participar en su gobierno? Es una pregunta de justicia, un reto que esperan resolver las nuevas generaciones.

Conclusión: un llamado a la conciencia colectiva

Así que, ¿qué hemos aprendido hasta ahora? La compleja naturaleza de la ciudadanía estadounidense en territorios no incorporados está marcada por la desilusión y la frustración. Pero también hay una delgada línea de esperanza, pues personas comprometidas luchan por un cambio.

El dilema de ser un ciudadano de segunda clase en un país que proclama la igualdad es algo que debemos cuestionar y debatir. A medida que avanzamos, recordar que cada voz cuenta y que todos merecemos ser escuchados puede ser un primer paso hacia el cambio. Así que, la próxima vez que te encuentres en una conversación sobre derechos y representación, pregúntate: “¿No es tiempo de que la democracia sea verdaderamente democrática para todos?”

Sigue con nosotros mientras exploramos más sobre los territorios, sus luchas y las historias que merecen ser contadas. ¿Y quién sabe? Quizás un día esas historias sean parte de las decisiones que tomen en la gran casa de la democracia. ¡Hasta la próxima!