El Sahel, esa franja de tierra que atraviesa África como un cinturón del que nadie se preocupa demasiado, se ha convertido en el foco de atención internacional. Desde la retirada de las fuerzas francesas hasta la influencia creciente de actores no tradicionales como Rusia y Turquía, este rincón del continente está experimentando un cambio de paradigma. Pero, ¿qué significa esto realmente para las personas que viven allí, y por qué debería preocuparnos a todos?
En un reciente ciclo de conferencias en España, Raouf Farrah, investigador principal de la Iniciativa Global contra el Crimen Organizado Transnacional (GI-TOC), compartió sus conocimientos sobre las complicadas dinámicas geopolíticas en el Sahel. A través de su experiencia y observaciones, Farrah nos muestra cómo estos cambios impactan no solo en la seguridad y la economía de la región, sino también en nuestras propias naciones. Así que, ¡prepárate para un viaje por el desierto de la información!
Sahel: Un caldo de cultivo para la inestabilidad
La conferencia de Farrah, titulada “Geopolítica del Sáhara-Sahel: ¿Hacia un nuevo paradigma?”, fue un viaje fascinante a través de un terreno complicado. En su intervención, no solo mencionó los grupos extremistas violentos y la inseguridad política, sino que también se refirió a la exasperación de los países que han enfrentado golpes de estado y el clamor de las poblaciones por un cambio significativo.
Yo recuerdo la primera vez que viajé a una región con conflictos similares. Puede parecer que el desierto transmite calma, pero bajo su superficie bulle una agitación que, en algunos sectores, se compara con la de una olla a presión. La realidad es que el Sahel no es solo un mapa en una clase de geografía, es un lugar donde millares de personas luchan diariamente por su vida y su dignidad.
La influencia de las fuerzas internacionales en el Sahel
En los últimos años, hemos sido testigos de cómo los aliados occidentales, especialmente Francia y la ONU, han ido abandonando esta área. La Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de Naciones Unidas en Mali (MINUSMA) y la Operación Barkhane de Francia han sido retiradas bajo un ambiente de creciente inseguridad. Como Farrah señala, esto ha dejado un vacío que actores como Rusia están intentando llenar. Pero eso, ¿es algo positivo o negativo?
Rusia ha proyectado su influencia en la región mediante el Grupo Wagner, que, a pesar de haber sido golpeado recientemente por la muerte de su líder, continúa teniendo un papel activo en la política y la seguridad. La narrativa que presentan de ser un aliado sin historia de colonización les ha dado la oportunidad de ganar corazones y mentes en un continente donde el pasado colonial pesa en la memoria colectiva.
¿Es este el comienzo de un nuevo imperialismo?
Es tentador pensar que la llegada de nuevos actores podría ofrecer una solución a la inestabilidad. Pero, ¿es eso lo que realmente están buscando? Los ejemplos de intervenciones pasadas nos indican que la historia tiende a repetirse, y no siempre de la mejor manera. Nos hemos convertido en espectadores de un espectáculo en donde las alternativas son un deja vu que nos recuerda la era colonial, con la única diferencia de que los protagonistas han cambiado.
El auge del soberanismo en el Sahel
Cuando Farrah analizó el auge del soberanismo en países como Mali y Níger, mencionó que este fenómeno está motivado principalmente por dos factores: la búsqueda de autonomía política por parte de la población y la frustración hacia la ayuda extranjera que, en la opinión de muchos, ha hecho poco por mejorar sus vidas.
En este sentido, los golpes de estado no son simplemente un capítulo más en un libro de historia que nadie quiere leer. Son una reacción visceral a la desesperación y a la falta de opciones. Me recuerda a cuando intenté convencer a un grupo de amigos para salir a cenar y ellos solo decían que todo estaba “bien” pero que no querían. No importa cuánto lo intentara, al final acabé yendo yo solo. A veces, las expectativas desilusionadas llevan a que las personas busquen cambios radicales.
La decepción económica en el Sahel
La economía de la región sigue siendo desafiante. A pesar de los cambios políticos, la vida cotidiana, sobre todo en las capitales como Bamako, se complica con interrupciones eléctricas y problemas de suministro de agua. Aquí es donde las promesas de los nuevos líderes deben materializarse en beneficios tangibles, o de lo contrario, su popularidad podría desvanecerse rápidamente.
A modo de anécdota, en una ocasión pasé un mes en un país donde la electricidad se cortaba más que un mal servicio de televisión por satélite. Te familiarizas con la oscuridad de una manera que te hace valorar cada chispa de luz, y desearías que esa chispa viniera con una política económica efectiva y un sentido claro de progresión.
El papel de Europa en la ecuación
En medio de todo este revuelo, Farrah advirtió sobre la dimensión que el Sahel tiene para Europa. La inmigración clandestina, el cambio climático y la inseguridad no conocen fronteras. No podemos mirar hacia otro lado con la ilusión de que los problemas de “allí” no nos afectarán “aquí”.
Recuerdo claramente cómo en mi ciudad, a miles de kilómetros del Sahel, se hablaba de la crisis migratoria como si fuera un simple problema estadístico. Pero la realidad es que cada número representa una vida: un ser humano con sueños, aspiraciones y, sobre todo, esperanza. No podemos permitirnos olvidar que vivimos en un mundo interconectado, donde los problemas de un continente pueden reflejarse en la estabilidad de otro.
Reflexiones sobre el papel de Argelia y Libia
Mientras la tormenta política atormenta al Sahel, los países vecinos como Argelia y Libia también se ven atrapados en esta maraña. A menudo, pensamos que lo que sucede en la región se reduzca a las fronteras nacionales, pero ¡qué error! Argelia ha fortalecido su frontera sur en respuesta a la inestabilidad en Mali, mientras que Libia busca recuperar el control de sus propias fronteras.
De hecho, en Libia, los grupos armados están actuando como si fueran los nuevos “protagonistas” del western, intentando implementar su versión de la ley y el orden, ofreciendo una imagen de control en medio del caos. Pero aquí entre nosotros, ¿quién se puede sentir verdaderamente seguro en un contexto tan incierto?
Conclusión: Hacia un futuro incierto
Como podemos ver, el Sahel es un mosaico complejo de desafíos y oportunidades. La geopolítica del Sahel está en un momento crucial, donde los actores tradicionales han retrocedido, permitiendo a nuevos jugadores la posibilidad de hacer tratos que pueden beneficiar o perjudicar a millones de personas. Pero también nos recuerda que, a pesar de los peligros inherentes, la lucha por la autonomía, dignidad, y mejor calidad de vida de los pueblos sigue siendo una constante.
Es nuestro deber no solo observar estos cambios desde la distancia, sino involucrarnos en la discusión y actuar, porque al final del día, todos compartimos el mismo planeta.
Ahora, ante la pregunta retórica que me queda: ¿podemos permitirnos la inacción cuando el futuro de tantos está en juego? La respuesta, como las dinámicas en el Sahel, puede no ser sencilla, pero el diálogo y la comprensión mutua siempre comenzarán a mostrar el camino.