No es ningún secreto que el cine ha sido un refugio para las historias humanas más diversas y complejas, pero ¿qué pasa cuando una obra literaria tan intrincada como la de William S. Burroughs se lleva a la gran pantalla? Queer, la nueva película de Luca Guadagnino, protagonizada por el icónico Daniel Craig y el menos conocido Drew Starkey, es precisamente eso: un intento arriesgado de materializar la demanda de autenticidad y el ida y vuelta de las identidades en una sociedad que aún se está ponderando en su propio libro sobre la moralidad y la conexión humana.
Ahora, vamos por partes. Si eres un fanático del cine, quizás sientes una especie de escalofrío al escuchar «adaptación de Burroughs», porque, seamos sinceros, adaptar su trabajo nunca ha sido un paseo por el parque. Al menos, no un parque común, más bien un parque de diversiones con atracciones locas, hipopótamos que se cocinan en tanques y un poco de heroína al lado. ¿Quién no querría vivir eso? Me refiero, claro, a experimentarlo desde el sillón del cine, con palomitas en mano.
la complicada vida de william s. burroughs
Antes de zambullirnos en la película, hagamos un pequeño recorrido por la vida de su autor. Burroughs, un pilar del movimiento beat, no era precisamente un modelo a seguir. Alguien que se presenta como un «escritor inadaptado» sería una forma amable de describirlo. Sus obras, rompecabezas de realidad y ficción, exploraban la vida en sus formas más oscuras y, a menudo, con una dosis de química al borde de lo ilegal. Hay algo fascinante en ver cómo las personas más marginadas pueden ser las más sinceras, ¿no crees?
Cuando conocí su obra, me sentí como un niño en una cajita de sorpresas. Desde «Yonqui» hasta «Los hipopótamos se cocieron en sus tanques», todo lo que leía abría un mundo nuevo, caótico y sublime. Así que, cuando supe que Guadagnino intentaría tejer un hilo entre este mundo y el cine, sentí una mezcla de emoción y terror. Como si estuviera a punto de entrar en un café de anticuarios donde todo puede pasar, pero también puede salir mal.
el dilema de adaptar ‘queer’
Y aquí es donde se encuentra Queer. La película se centra en Lee, un versión bastante dramática del propio Burroughs, interpretado por Craig. Un fugitivo estadounidense que, en la tumultuosa Ciudad de México de los años cincuenta, encuentra a Eugene Allerton, un joven que está en medio de su propio despertar sexual. La complejidad de sus interacciones habla de mucho más que simple atracción física; explora temas de poder, soledad y la búsqueda de la identidad.
Es algo curioso ver a James Bond besándose con un hombre. Al principio, todo parece un juego de palabras, como cuando intentamos entender la palabra «queer». ¿Es solo un término o representa una gama más amplia de identidades? ¿Y a quién le importa cuando tienes a Daniel Craig en pantalla? La magia de la actuación entra en juego, transformándolo en «el viejo Lee», un personaje atrapado en decenas de adicciones, angustias y la búsqueda de una conexión auténtica.
¡¿Te imaginas?! Después de haber sobrevivido a varias misiones como 007, ahora está lidiando con el drama de sus propias adicciones. ¿No es un giro fascinante para un personaje tan icónico?
el papel de la sexualidad en ‘queer’
Dicho esto, es innegable que el eje central de Queer es el despertar sexual de Eugene. No se trata solo de la búsqueda apasionada de Lee, que busca llamar la atención de alguien mucho más joven, sino de cómo Eugene comienza a cuestionarse a sí mismo y su orientación. Aquí hay un momento especialmente divertido y revelador en el que Eugene le dice a Lee, «No soy queer, soy incorpóreo». ¡Eso sí que es una respuesta para dejar a cualquiera pensando!
Estas exploraciones son momento de autenticidad humana que resuenan profundamente en muchos de nosotros: el momento en que cuestionamos no solo nuestras elecciones sexuales, sino también nuestras identidades en un sentido más amplio. ¿Qué significa realmente ser quién eres en una sociedad que ha dictado normas tan específicas y restrictivas? La película de Guadagnino parece comerse esa pregunta con una carne jugosa, aunque también está rodeada de mucha debilidad narrativa.
el desafío de la narrativa cinematográfica
Volviendo al tema de la adaptación, parece que Guadagnino se enrede cada vez más en su intento por homenajear a Burroughs mientras mantiene un tono visual adecuado. Hay que aceptar que, aunque Daniel Craig da una interpretación casi premium (sería un delito no mencionarlo), el guion tambalea, especialmente en los últimos 30 minutos de la película. Aquí, uno puede sentir que el director tal vez se extralimitó al intentar sintetizar las locuras de Burroughs en una secuencia estilizada.
A veces, me acuerdo de esas reuniones de estudio. Ah, cómo me aterroriza que alguien llegue con una idea brillante, pero terminemos en una batalla de egos que, a la larga, deja al proyecto un poco cojeante. Este fue el caso de Queer. En vez de abrir un plano claro de la historia, uno puede perderse fácilmente entre referencias densas y giros narrativos que parecen más adecuados para un juego de rol que para una narrativa lineal.
reflexiones sobre amor y soledad
A pesar de todos estos altibajos, hay una línea tenue que se sostiene entre los protagonistas, un recordatorio potente de que el amor no siempre es simple. En una escena, Lee intenta comprar la intimidad con Eugene, casi como si la juventud fuera algo que se pudiera adquirir por dinero. Esto me recuerda a las relaciones que muchos de nosotros hemos experimentado: ¿estamos con alguien porque realmente lo amamos o porque estamos buscando llenar un vacío? A medida que los personajes navegan por sus mundos caóticos, queda claro que la búsqueda de significado, incluso a través de relaciones torcidas, es algo intrínseco en nuestra humanidad.
Me hace pensar en la primera vez que me encontré con alguien que me despertó algo, pero no sabía exactamente qué era. Todos hemos estado allí, en un mar de confusiones mientras intentamos entendernos a nosotros mismos, intentando navegar en nuestras percepciones de amor y deseo.
conclusión: un viaje de autenticidad
Aunque la adaptación cinematográfica de Queer puede fallar en ciertos aspectos, también es un intento valiente de explorar un trabajo vibrante, complicado y doloroso de Burroughs. Esto nos lleva a la pregunta: ¿es la autenticidad un elemento necesario en el cine, o podemos subsistir en la mera representación de la realidad?
Ciertamente, el viaje de las identidades, el amor, la soledad y las adicciones es algo que trasciende las pantallas. En un mundo que a menudo se siente como un campo de batalla entre lo que se espera de nosotros y lo que realmente somos, historias como Queer pueden servir como un espejo, un recordatorio de que ninguna experiencia es única. ¿No es eso lo que todos anhelamos en el fondo? Un poco de empatía, esas conexiones palpables que nos ayudan a sentir que no estamos solos en este viaje agridulce de la vida.
Así que, si eres un amante del cine, un apasionado de Burroughs o simplemente alguien que busca entender un poco más sobre la vida humana en toda su complejidad, Queer podría merecer un lugar en tu lista: no como una obra maestra, pero como un intento valiente de capturar la esencia de ser humano. ¡Y ahí está la verdad! Eso es lo que todos buscamos, al final: el deseo de conectar, de explorar y de encontrar significado en este hermoso caos que llamamos vida.