Cada vez que pienso en la distancia entre el conocimiento médico actual y el de hace unos siglos, me siento como si hubiera viajado en una máquina del tiempo, aterrizando en un mundo donde la lógica y la ciencia parecían estar en un completo paralelogramo. La historia del cuidado de la salud está llena de sorpresas, contradicciones y, a menudo, de estética horrible. En este artículo, vamos a sumergirnos en el desolador pero fascinante viaje del rôle de la mujer en la medicina, guiados por la reciente novela de Joyce Carol Oates, «Carnicero».

Un viaje al pasado: la medicina y su sesgo de género

Es un hecho que, a lo largo de la historia, el sesgo de género ha sido un compañero constante en el campo de la medicina. Desde el momento en que se empezó a estudiar el cuerpo humano, las mujeres han sido relegadas a un segundo plano. ¿Acaso no es irónico que, al ser el cuerpo femenino tan complejo y diverso, haya sido el menos estudiado? Y si me preguntan, eso es no solo un desliz histórico, es un fracaso que costó muchas vidas. Si en el pasado una mujer tenía que enfrentarse a un diagnóstico erróneo debido a la falta de conocimiento médico acerca de las patologías femeninas, es probable que ese dilema la haya mantenido en el oscuro túnel del sufrimiento.

A menudo me encuentro pensando en anécdotas de mujeres que se sintieron incomprendidas por el sistema médico de su tiempo. Imaginen a una mujer de hace cien años contándole a un médico sobre un dolor agudo que experimenta durante su ciclo menstrual. ¿La tomarían en serio o la mirarían por encima del hombro, pensando que quizás solo necesitaba un buen «reposo» y un poco de chocolate? ¡Ah, la medicina antigua, dulcemente tortuosa!

Joyce Carol Oates y su exploración del pasado

Joyce Carol Oates, la prolífica y versátil autora que nos ha traído una nueva obra, «Carnicero», lo sabe muy bien. En esta novela, Oates revela las complejidades de la vida de Silas Aloysius Weir, el padre de la neurología moderna, quien atendió a pacientes en un contexto donde las mujeres estaban constantemente marginadas. Al narrar una historia ficticia, pero envolvente, Oates abre una puerta hacia reflexiones más amplias sobre la representación de las mujeres en la medicina y los peligros de un sesgo arraigado en la práctica médica.

Esta novela no solo trae a la luz el lado oscuro de los métodos médicos del siglo XIX, también invita al lector a cuestionar lo que se ha dado como verdad, lo que se ha anclado en creencias y lo que ha sido olvidado. Oates utiliza magistralmente el descontento del protagonista ante su estatus social para construir una narrativa poderosa que transita entre lo real y lo imaginario.

La figura de Silas Weir, un reflejo de su tiempo

Silas Weir, como describe Oates, no era un médico convencional. Su inseguridad y torpeza, sus miedos y su rabia contenida, pintan un cuadro casi trágico de un hombre que enfrenta sus propios demonios mientras trata de entender a las mujeres que tiene bajo su cuidado. ¿Se puede verdaderamente empatizar con las pacientes cuando el mismo educador que le enseñó lo que sabía tenía un enfoque tan limitado y sexista? Esto lo obliga a operar dentro de un sistema que, en lugar de proteger a las mujeres, las ve como meros sujetos de prueba.

La forma en que Oates presenta a Weir promueve una reflexión sobre la naturaleza del poder en la medicina, y también nos empuja a considerar cómo la confianza desenfrenada de un hombre puede resultar en el abuso de su fuerza en un contexto donde las mujeres tienen poca o ninguna voz. Este tipo de dinámicas son fácilmente reconocibles, incluso hoy en día, lo que añade una capa inquietante a la narrativa.

¿No es asombroso cómo la literatura puede reflejar nuestras verdades más incómodas?

La salud mental femenina en una época de ignorancia

Uno de los aspectos más perturbadores de «Carnicero» es el tratamiento de la salud mental femenina. En un tiempo en que todo lo relacionado con la salud mental era visto con sospecha, las mujeres que sufrían de ansiedad, depresión o cualquier otro problema eran etiquetadas como «locas». El manicomio se convertía en una especie de prisión para las mujeres, privándolas de su voz y su dignidad.

La ignorancia médica alimentaba una cultura de silencio que perpetuaba la violencia social y la marginación. A menudo me pregunto cuántas mujeres fueron condenadas en silencio, enfrentando sus demonios sin ninguna salida. Para Oates, la representación de esta lucha se convierte en un acto de resistencia. Cada testimonio de mujer, cada narrativa de horror psicológico que presenta, es un eco de la valentía que todavía resuena en la actualidad.

El personaje de Weir, a través de su interacción con mujeres marginadas socialmente, ilustra la desconexión del conocimiento médico respecto a las experiencias de estas mujeres. Al hacerlo, Oates nos permite ver cómo la historia de la medicina ha sido un campo de batalla en el que las mujeres han luchado por ser vistas y escuchadas.

De la narrativa histórica a la crítica contemporánea

No se puede negar que la obra de Oates es tanto una exploración del pasado como una crítica al presente. Mientras leía «Carnicero», no pude evitar asociar ciertas actitudes y prácticas médicas del siglo XIX con las controversias actuales en torno a la salud de la mujer. La lucha por el derecho al aborto, la atención médica adecuada para asuntos como el síndrome de ovario poliquístico, o la insuficiencia en el reconocimiento del dolor en las mujeres frente a los hombres son temas candentes que siguen vigentes.

¿No resulta alarmante pensar que, a pesar de haber transcurrido más de un siglo, muchas de las mujeres siguen luchando por los mismos derechos y reconocimiento? Es una especie de cruel déjà vu. Cada vez que escucho que en el siglo XXI aún hay mujeres que tienen que justificar su dolor, pienso en aquelas ignoradas e incomprendidas del pasado. ¿Hemos realmente evolucionado, o solo hemos cambiado de ropa?

Un futuro que necesita recordar su pasado

La obra de Joyce Carol Oates nos recuerda que, si bien hemos hecho avances significativos en el campo médico, es crucial nunca olvidar el legado oscuro que persiste detrás de estas mejoras. La educación y la conciencia social son herramientas poderosas que pueden ayudar a desmantelar las estructuras que siguen perpetuando la desigualdad.

Además, el papel del género en la salud debe ser un punto central en la currícula médica. Los futuros médicos deben ser educados sobre el sesgo de género en la medicina, aprender a escuchar y comprender los problemas específicos que pueden enfrentar las mujeres, y ser capaces de poner en práctica una atención médica equitativa e inclusiva.

La historia de las mujeres en la medicina no debe ser una triste narración de injusticia, sino una narrativa de empoderamiento. ¿No es hora de que hagamos un esfuerzo conjunto para asegurarnos de que las futuras generaciones de mujeres tengan las mismas oportunidades de ser escuchadas y atendidas en el ámbito médico?

Conclusiones: la importancia de la narrativa en la medicina

A medida que reflexiono sobre las profundas preguntas que plantea «Carnicero», me doy cuenta de que las historias que contamos son esenciales para nuestra comprensión del mundo. La literatura, con su poder para poner en tela de juicio y desafiar nuestras percepciones, se convierte en un vehículo para la transformación social.

La narrativa sobre la salud, en particular, debe estar llena de voces diversas que representen las experiencias de todas las mujeres. Recordar el pasado es un paso crucial para avanzar. A través de la historia, podemos encontrar las respuestas que necesitamos para abordar el sesgo de género en la medicina de manera efectiva y, con suerte, dar forma a un futuro más inclusivo.

Así que, ¿estás listo para unirte a este viaje? Lean, escuchen, y prepárense para reflexionar sobre las historias de aquellos que han luchado antes que nosotros mientras seguimos construyendo un mundo más justo. Porque, al final del día, la salud es un derecho, no un privilegio. ¡Y eso es algo por lo que todos deberíamos pelear!