En un mundo donde los avances tecnológicos parecen devorarse unos a otros, a menudo me pregunto: ¿hasta dónde estamos dispuestos a llegar en nuestra busca de la seguridad emocional? Esta inquietud me vino a la mente cuando vi La bestia (2023), una película francocanadiense dirigida por Bertrand Bonello, protagonizada por la talentosa Léa Seydoux. ¿Por qué me preocupa tanto? Pues porque, al igual que muchos millennials y centennials, he sentido la ansiedad de la indecisión y el miedo a la pérdida en mi propia vida. Pero antes de entrar en detalles, dejadme contaros un poco sobre la película.

El escenario de un futuro cercano

En La bestia, nos encontramos en un futuro cercano, específicamente en 2044. La protagonista, Gabrielle (interpretada magistralmente por Seydoux), se enfrenta a un dilema existencial: conseguir un trabajo en un mundo donde las emociones han sido casi completamente suprimidas. La idea de «purificación» que se presenta en la película es escalofriante. En este mundo, para obtener un puesto relevante, uno debe despojarse de sus recuerdos emocionales, como si el camino hacia el éxito profesional exigiera una especie de «esclavitud emocional». ¿No os parece una brutalidad?

Mi amigo Javier, un fervoroso amante del cine de ciencia ficción, siempre dice que lo malo de las futuras distopías es que a veces se sienten más cercanas a nuestra realidad de lo que nos gustaría. Y qué verdad es esa. Como un mal chiste, aquí estamos, debatiendo sobre la pérdida de la esencia humana mientras enviamos fotos de selfies a nuestros grupos de WhatsApp. ¡El futuro llegó!

La trama de la película: un viaje por el tiempo

La historia de Gabrielle no se limita a 2044. A través de una serie de flashbacks, descubrimos que su conexión con Louis, un joven intrigante que también se enfrenta a sus propios miedos, atraviesa diferentes épocas. Desde el siglo XIX, donde ella es una pianista, hasta 2014, siendo actriz desempleada. Cada periodo refleja la evolución de sus emociones y las decisiones que han tomado a lo largo de sus vidas.

Personalmente, no puedo evitar sentir una conexión con Gabrielle. ¿Cuántas veces nos encontramos atrapados en decisiones que parecen inamovibles? Recuerdo una vez, hace años, al graduarme en la universidad. Miré las opciones laborales y pensé: «¿De verdad tengo que elegir entre esto o lo otro, como si fueran dulces en una tienda?». Esa sensación de tener que purificar mis opciones me ha perseguido desde entonces. Y sí, spoiler alert: no elegí el dulce que más me gustaba.

Una parodia de la «purificación emocional»

El concepto de «purificación» que plantea la película es tan intrigante como ridículo. Nos ha vendido la idea de que liberarnos de nuestras emociones es la clave para ser felices y productivos. La realidad, sin embargo, es que nuestras emociones son parte de lo que nos hace humanos. Retirar esos elementos vitales sería como intentar hacer una pizza sin queso: ¿de verdad se puede llamar pizza?

Durante el proceso de «purificación», Gabrielle se da cuenta de que está condenada a trabajos tediosos si no se somete a este proceso. Esa lucha contra el sistema resonó en mí. ¿Qué harías tú? A veces, parece que estamos atrapados en un ciclo interminable de decisiones que no deseamos tomar. Pero como dice el dicho: «a veces, lo que no decides, ya es una decisión en sí misma». Así es como la vida nos enseña lecciones valiosas.

El eco de la historia: la bestia en la jungla

Una de las referencias más interesantes en La bestia es su relación con el relato La bestia en la jungla de Henry James. En esta historia, el protagonista vive atormentado por un «mal desconocido», sintiéndose incapaz de amar por miedo a un desastre inminente. ¿No resulta familiar esta idea en nuestra actual era digital? La gente teme tomar decisiones, atender relaciones, o incluso salir de casa por el miedo crónico a que algo malo suceda.

Como si fueran personajes de una película de terror, muchos millenials parecen estar atrapados en la jungla densa de la vida moderna, mirando a su alrededor mientras las oportunidades (y las «bestias») se ciernen a su alrededor. La glorificación de la seguridad nos ha llevado a temer las decisiones audaces. ¿Estás de acuerdo? ¡Es frustrante!

Reflexiones sobre la inteligencia artificial en la vida moderna

La película no solo toca el tema del miedo a las decisiones, sino también refleja las ansiedades contemporáneas relacionadas con la inteligencia artificial. A medida que la tecnología avanza, nuestra relación con nuestras emociones parece complicarse. La promesa de un mundo sin problemas puede sonar tentadora, pero el costo de esa «mejoría» es nuestra humanidad.

Recuerdo la última vez que escuché a un amigo hablando sobre sus conversaciones con un chatbot. La forma en que explicaba sus interacciones me pareció inquietante. “Es tan real”, decía. Me quedé pensando: “¿Real? Sí, pero también vacío”. ¿Es eso lo que queremos, conexiones sin emoción? La bestia nos invita a cuestionar esto, a mirar más allá de la pantalla.

Gabrielle, al no querer perder sus emociones, se enfrenta a esta encrucijada. En una escena poderosa, cuando Louis le pregunta qué significa para ella purificarse, ella simplemente responde: “el miedo es a veces la única emoción que nos hace humanos”. ¿No es eso lo que realmente importa? En lugar de huir de nuestras emociones, deberíamos aprender de ellas.

Un reflejo de nuestra propia lucha

La paradoja en la narrativa de La bestia es que, a pesar de ser una película de ciencia ficción, refleja inquietantes realidades actuales. La lucha entre seguir la corriente y tomar el control de nuestras vidas es una batalla que todos enfrentamos. A veces, es fácil dejarse llevar por la cultura del “todo es posible” que se encuentra en Instagram o TikTok, donde la vida parece una corriente de éxito ininterrumpido.

Pero, al final del día, la vida real es más complicada. Así que, la pregunta que queda es: ¿estás dispuesto a arriesgarte? Seguimos aferrándonos a nuestro miedo y a la ilusión de control, como si fueran cadenas que nos atan. A menudo me encuentro pensando que el verdadero acto de rebeldía es enfrentarse a esa «bestia». Solo así podemos encontrar un propósito y sentido en nuestras decisiones.

Conclusiones sobre el viaje emocional

La bestia es más que una simple película de ciencia ficción. Es un espejo que refleja nuestras ansiedades, nuestros miedos y nuestras luchas emocionales. Como espectadores, debemos cuestionar nuestras propias vidas y nuestras respuestas frente al cambio. En lugar de permitir que el miedo nos paralice, debemos aprender a manejarlo y a construir un futuro donde nuestras emociones sean nuestra fortaleza.

Personalmente, me quedé con la sensación de que, aunque el futuro puede parecer oscuro y lleno de incertidumbre, hay belleza en la imperfección y el caos de ser humano. Cada conversación, cada lágrima y cada risa son un recordatorio de que nuestra humanidad no puede ser «purificada» sin más. Así que, la próxima vez que sientas que la «bestia» se acerca, recuerda: tal vez esa sea la oportunidad de descubrir quién eres realmente.

La película nos desafía a ser valientes. ¿Estamos listos para el desafío?