La política tiene una forma curiosa de hacer su camino en los lugares más insospechados, y a veces parece más una trama de HBO que cualquier otra cosa. Así es la situación del Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Madrid (Icomem), donde el 17 de diciembre está programada una elección que va más allá de una simple votación. En el ring político de esta entidad que agrupa a más de 52,000 médicos en la Comunidad de Madrid, tres candidatos están listos para ofrecer sus visiones y promesas. ¿Qué pasará esta vez? ¡Vamos a analizarlo!

Un thriller de elecciones a la vista: los personajes y sus agendas

Si bien la política puede ser un escenario de acción y drama, la elecciones para el Colegio de Médicos no son una mera representación. Los candidatos son:

  1. Manuel Martínez-Sellés (el presidente actual)
  2. Tomás Merina (exgerente de un hospital privado)
  3. Esther Rubio (nefróloga del hospital Puerta del Hierro)

Manuel Martínez-Sellés: el hombre del drama

Martínez-Sellés no es ajeno a la controversia. Desde que asumió el cargo en 2020, ha enfrentado críticas sobre su cercanía con el gobierno regional de Isabel Díaz Ayuso y la falta de transparencia en la gestión del Icomem. La reciente dimisión de su vicepresidenta, Luisa González, justo antes de las elecciones, solo añade más especulación al asunto. Parece un verdadero culebrón. ¿Qué secreto guardaba González? ¿Tenía algo que ver con el hecho de que su jefe pareciera tener una relación «demasiado cercana» con autoridades que no todos los doctores aplauden?

Así es, los rumoreos a su alrededor son como las tramas más enrevesadas de las series de televisión. Sin embargo, Martínez-Sellés defiende su gestión, alegando que ha modernizado el Icomem y ha reducido las cuotas a los colegiados. Pero, al igual que en una serie de suspenso, sus opositores no son tan conciliadores.

Tomás Merina: el candidato favorito de los sindicatos

Tomás Merina, por su parte, está lanzando una serie de críticas duras al actual presidente. Considera que la gestión de Martínez-Sellés se ha convertido en un «despropósito». Aquí empieza la rivalidad como en cualquier buena serie de acción. La implicación de Merina con el sindicato Amyts ha levantado sospechas sobre su independencia. “No estoy manejado por ellos”, declaró con aplomo. Sin embargo, es un hecho que muchos médicos lo ven como el hombre de Amyts.

En sus propuestas, promete fiscalizar la gestión anterior, todo un grito a la transparencia. ¿Realmente lo hará, o es todo una jugada política? Solo el tiempo lo dirá, aunque definitivamente añade un sabor intrigante al guion de esta contienda.

Esther Rubio: la voz de la nueva generación

Finalmente, aparece Esther Rubio, la única mujer en la contienda. Su enfoque es distinto; se presenta como la «candidata independiente», lo cual podría atraer a médicos cansados de la política tradicional del Icomem. «Nosotros no le debemos favores a nadie», afirma con una determinación que casi puede palparse. No obstante, ella también tiene su propia lista de promesas y objetivos, incluido el fortalecimiento de la comunicación entre el colegio y sus 52,000 miembros. ¿Podría ser esta la revolución que el Icomem necesita?

El debate: una batalla verbal que llevó a la catarsis

En una reciente confrontación entre los candidatos, las cosas se calentaron bastante. Como espectador, uno podría imaginar que se estaba viendo un episodio de un drama político: acusaciones volaron, los egos se inflaron y las promesas salieron disparadas como balas.

Gestión económica: el termómetro de la discordia

Uno de los puntos más peliagudos fue la gestión económica. Mientras Martínez-Sellés defendía su hoja de ruta y prometía una gestión más eficiente, Merina no perdió la oportunidad de recordarle que los números no siempre están a su favor. “¿30,000 euros al año por ceder la antigua sede? Eso es medio IBI”, deslizó Merina con astucia. Y ahí uno se pregunta: ¿estamos hablando de una estrategia económica o de un intento de sacar beneficio personal?

Ambos candidatos coincidieron en la necesidad de auditorías, y se sucedieron los ataques sobre la transparencia. Rubios incluso insinúa que la gestión previa había sido “blanda”. Así que el escenario no solo se calienta; se convierte en una picadora de carne política.

La responsabilidad del Icomem: más que una simple elección

A pesar de la chocante competencia, es esencial recordar que el Icomem tiene una responsabilidad significativa no solo sobre los médicos, sino sobre toda la población madrileña. El colegio es un ente de derecho público, que gestiona el registro oficial de los médicos en la región. En este contexto, la responsabilidad es inmensa. ¿Está realmente preparado uno de estos candidatos para asumir dicha carga?

Correspondencia y empatía: el lado humano de la medicina

En medio de la contienda, es fácil olvidar que detrás de esos números y propuestas hay humanos; médicos que buscan mejores condiciones laborales y atención para sus pacientes. Yo mismo recuerdo cuando, tras una jornada maratónica, simplemente quería irme a casa y descansar, pero el sistema a menudo se sentía como un laberinto oscuro.

Esther Rubio, por ejemplo, ha destacado la importancia de que los médicos se sientan representados y escuchados. La percepción de «huérfana de representación» que muchos sienten hoy en día puede crear un vacío que es difícil de llenar. ¿No son los médicos quienes día a día sostienen el sistema sanitario? ¿No deberían ser ellos los protagonistas, en lugar de ser considerados piezas de un juego político?

El futuro: ¿una nueva era o el mismo guion?

Las elecciones del 17 de diciembre podrían dar pie a una nueva dirección en el Icomem. Pero, ¿realmente cambiará algo? La política también es la ciencia de lo posible, y en este caso, parece que los viejos fantasmas seguirán rondando el Icomem. Como espectador, uno se queda pensando: ¿serán verdaderos los cambios prometidos o volveremos a ver a los mismos actores en un ciclo interminable de promesas y decepciones?

Conclusión: entre el amor por la medicina y el desgaste político

A medida que se acerca el día de las elecciones, es evidente que la pugna será intensa. Y al final, ya sea que elija la continuidad con Martínez-Sellés, la frescura de Rubio o la crítica de Merina, lo que está en juego es nada menos que la vitalidad de una profesión que afecta a miles de pacientes en la Comunidad de Madrid. Es imperativo que, más allá de la política, prevalezca una gestión que promueva el bien común.

Ahora cabe preguntarse: ¿será la atención médica madrileña capaz de sobrevivir a estas turbulencias políticas? Solo el tiempo y la decisión de los colegiados lo dirán. Hasta entonces, sigamos con nuestra palomitas y disfrutemos del espectáculo.