Cuando abrimos un periódico o accedemos a una página web de noticias, lo que deseamos, en el fondo, es una verdad opaca, enrevesada y rica en matices. Pero, ¿qué pasa cuando la línea entre lo que es informado y lo que es regulado se vuelve borrosa? ¿Hasta dónde llega nuestra libertad de acceso a la información?
Hace unos días, escuché a un amigo comentar sobre la fiebre reguladora que parece azotar a algunos gobiernos. En un mundo donde la información vuela más rápido que un meme viral, la idea de que un Estado tenga la capacidad de decidir qué es realmente un medio de comunicación me resulta, cuanto menos, inquietante. ¿No estamos ya demasiado acostumbrados a las restricciones? Claro, puedo estar exagerando, pero la situación está calentita, sobre todo tras las declaraciones del presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, en el VI Andalucía Investors Day, donde no se mordió la lengua.
La crítica al «Plan de Acción por la Democracia»
Durante su intervención, Moreno arrojó un dardo envenenado al funcionamiento del Gobierno Central, presidido por Pedro Sánchez. Con la sutileza de un cirujano, apuntó a la «fiebre reguladora» que ha emergido en la Moncloa. Es interesante, ¿verdad? Cuando un político utiliza términos que podrían estar mejor en una conversación de café, pero aquí estamos, discutiendo sobre el futuro de la libertad de prensa.
¿Sabías que esta «fiebre» se manifiesta en un Plan de Acción por la Democracia? Es un nombre que suena bonito y todo, pero, como todo lo que brilla, tiene un trasfondo. El plan incluye un registro de medios que se gestionará desde la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) con el objetivo de identificar a los medios auténticos de aquellos que el Gobierno considera «pseudomedios». ¿Lo ves? Ya estamos en un terreno pantanoso.
Moreno, en su intervención, defendió el papel de medios como El Confidencial, abogando por una información crítica y valiente —y, seamos honestos, siempre hace falta un poco de valentía para relatar lo que muchos preferirían ocultar bajo la alfombra. La libertad de expresión podría estar a prueba. Pero permitidme recordar que a finales de los 60, la situación no era muy distinta, especialmente para Richard Nixon y su lucha contra la prensa. ¿Acaso no estamos atrapados en un ciclo repetitivo?
La responsabilidad de informar
Luego, Moreno comentó que, en ocasiones, la crítica puede ser «voraz e injusta». Entiendo su punto. A nadie le gusta abrir el periódico y leer sobre sus errores, especialmente si esa reseña proviene de una crítica mordaz y constructiva. Yo mismo he tenido que lidiar con comentarios negativos sobre mis escritos, y créanme, no hay nada como esa pitada de aire frío en el estómago. Pero, vamos, ¿no es parte de la vida? La prensa debe mantener a los políticos en su sitio. Eso también es parte de la libertad de expresión. Aunque a veces sienta que la pluma puede convertirse en espada.
El dilema de los «pseudomedios»
A lo largo de este debate, surge la noción de lo que es auténtico o no en el periodismo. Sánchez ha usado la palabra «pseudomedios» para catalogar a ciertos portales, un comodín que puede resultar peligroso. ¿Y si el próximo en la lista es el blog que sigues desde hace años? Ojo con eso, ¿no?
Me recuerda a aquella vez en la universidad, cuando nos hacían escribir un ensayo sobre la ética en la comunicación. Me acuerdo de una anécdota graciosa: un compañero, al que llamaremos Paco, decidió que sería buena idea tomar como referencia un blog de memes. No, no era un meme sobre el chiste del perro que fue a la luna, era un blog que hablaba sobre las tendencias en el vestuario de las celebridades… y claro, para el profesor, eso no era «fuente legítima». En ese momento me planteé si, para el gobierno, blogs pequeños y poco conocidos estarían catalogados también como «pseudomedios». ¿Interesante perspectiva, verdad?
Limitaciones a la publicidad institucional
Siguiendo el hilo de la conversación, hablemos de otro punto del plan: la reforma de la ley de publicidad institucional. Parece que el Gobierno central quiere ponerle freno a la financiación que reparten entre los medios. Es una estrategia que suena a intentar controlar lo incontrolable. ¿No se nos olvida que la prensa libre también se alimenta de recursos? Si hay menos financiación, el espacio para la crítica puede reducirse; el círculo se vuelve vicioso. Y aquí estamos, preguntándonos: ¿qué pasará con la diversidad de voces en los medios?
Imaginemos por un segundo que esta nueva regulación logra lo que promete. Solo imagina la discusión en casa por las cenas: «Mira, cariño, la televisión que solíamos ver se arruinó porque el gobierno cerró el grifo de la publicidad». Siento que ese futuro es un poco sombrío y no me gustaría compartirlo con un vaso de vino.
Hacia un nuevo escenario mediático
La pregunta que queda en el aire es: ¿hacia dónde nos dirigimos en términos de información política y social? La opinión pública se encuentra en un cruce de caminos. La regulación puede ser necesaria para filtrar la desinformación y garantizar que los ciudadanos reciban noticias fiables y veraces. Pero la línea es fina, y no hay nada más peligroso que un gobierno que decide sobre el contenido, ya que puede terminar distorsionando la realidad.
Recorreremos un camino difícil y espinoso en el que la libertad de expresión se convierte en un tema central. Quisiera pensar que el periodismo siempre será un faro de verdad, una fuerza que desafía al poder. Pero mientras tanto, tenemos que ser testigos de discursos llenos de metáforas, críticas veladas y promesas igualmente grises.
El papel de los ciudadanos en la búsqueda de la verdad
Y es aquí, en este contexto -no es un juego de palabras, lo prometo- donde nosotros, como ciudadanos, jugamos un papel fundamental. Nuevamente, haciendo un pequeño guiño a mi propia experiencia, recuerdo que un grupo de amigos y yo solíamos comentar sobre películas en un foro en línea. La diversidad de opiniones nos enseñó que la verdad es bastante subjetiva. Lo mismo se aplica a los medios de comunicación.
Necesitamos aprender a distinguir entre lo que es sensacionalismo y lo que merece nuestra atención. ¡Es un ejercicio crítico eficaz que podría llevarse consigo al gimnasio! Vamos, hacer «curl de información». Si a la prensa le gusta organizar su propia competición de músculos, nosotros deberíamos estar entrenando nuestras habilidades críticas para distinguir entre lo que es un reportaje real y lo que se asemeja más a una telenovela.
Las redes sociales no son solo terreno para compartir selfies o videos de gatos. Están allí para llevar la voz de todos, pero también para dar un espacio a las fake news. Y entre comillas, podríamos llamarlo un «pseudomundo» gratuito, donde todos podemos ser comentaristas y nuestros amigos simplemente pueden contraatacar con emojis.
¿Un futuro incierto?
A medida que los días pasan y las discusiones sobre la libertad de prensa se intensifican, la incertidumbre también lo hace. El drama político se desarrolla mientras los ecos de la crítica persisten. ¿Podrá el Gobierno resistir las tentaciones de costo cuando se trata de regular el mundo de la información? Es una pregunta abierta y, honestamente, la respuesta podría estar en las manos de los ciudadanos.
Así que, mientras el show continúa, recordaré a aquellos que mencionaron la importancia de la libre circulación de la información. La historia nos ha enseñado que cuando los gobiernos se atreven a regular la prensa, se juega con fuego. En un mundo donde los “pseudomedios” podrían multiplicarse, es vital reforzar nuestro compromiso con una información no solo veraz, sino también diversa.
La próxima vez que leas un artículo, una noticia o un informe, pregúntate: ¿quién lo está escribiendo y por qué? Nunca dejemos que la censura nos convierta en paracaidistas en un mar de desinformación. La verdad y la crítica son vitales. Nos necesitamos unos a otros para mantener la espera de un futuro donde la verdad no sea un lujo.
La tarea está en nuestras manos, y siempre es un placer compartir este viaje contigo. Después de todo, el diálogo es el camino hacia la claridad. ¿No es curioso cómo la búsqueda de la verdad nos conecta a todos, independientemente de nuestras diferencias? ¡Hasta la próxima!