Al leer sobre el mundo del sexo y su relación con la ansiedad, uno podría pensar que este tema quedó relegado a las páginas de un libro de autoayuda barato o a las charlas incómodas de un programa de televisión nocturno. Pero, ¡sorpresa! La ansiedad sexual es un asunto muy real y desafiante para muchas personas hoy en día. La sociedad contemporánea ha convertido el acto sexual en un objeto de rendimiento y competencia, lo que puede provocar que la intimidad se sienta más como una tarea que como un placer. ¿Te suena familiar?

La historia del sexo está llena de enemigos, desde las religiones hasta el puritanismo. Sin embargo, el enemigo actual acecha mucho más cerca de lo que nos gustaría admitir: se trata de la ansiedad. Juntos, exploraremos cómo esta inquietud se ha infiltrado en nuestras vidas y cómo podemos aprender a manejarla para reaprender el arte de disfrutar de la sexualidad.

La evolución del placer: de tabú a ansiedad

¿No es curioso cómo, en un mundo donde tenemos acceso a la información en la palma de nuestras manos, el sexo sigue siendo un tema rodeado de tabúes? A pesar de que hemos avanzado en muchos aspectos de la conversación sobre sexualidad, la ansiedad parece haber encontrado su camino a través de la puerta trasera. El sexo, que debería ser una fuente de placer y conexión, a menudo se ve empañado por dudas, inseguridades y la presión de “dar la talla”.

Miren Larrazabal, psicóloga clínica y sexóloga, lo elabora perfectamente cuando dice que «el sexo es el contexto más ansiógeno para los seres humanos». Esto me recuerda a esa primera cita que tuve, donde estaba tan preocupado por impresionar a la otra persona que casi olvidé cómo disfrutar del momento. ¿Alguna vez te has sentido así?

Ansiedad: un enemigo sigiloso

La ansiedad, ese pequeño monstruo que se esconde en el fondo de nuestras mentes, puede hacer que incluso los momentos más placenteros se conviertan en tormentas emocionales. La sexóloga Francisca Molero señala que el cortisol, una hormona vinculada al estrés, puede afectar tanto nuestra respuesta sexual como nuestra libido. A esto se suma la presión social que nos dice que la sexualidad es una especie de competencia: ¿quién puede tener más orgasmos? ¿Quién puede hacer que el otro disfrute más? Y aquí es donde la ansiedad se convierte en un obstáculo: la búsqueda de resultados puede eclipsar el valor de la experiencia en sí misma.

¡Recuerdo la primera vez que tuve que hablar con un amigo sobre sus problemas de ansiedad sexual! Al principio, pensaba que sólo la había experimentado yo. Pero al compartir esta carga, descubrí que había una multitud de personas lidiando con lo mismo, aunque cada una a su manera.

Pregunta retórica: ¿Por qué asociamos el placer con el rendimiento y no con la conexión?

La mente y el cuerpo en conflicto

El sexo no debería ser como jugar a los bolos, donde siempre estamos buscando derribar un determinado número de pines. Sin embargo, muchas personas sienten que su vida sexual es un juego de puntería. El problema es que cuando estamos atrapados en la trampa de la ansiedad, naturalmente nos desconectamos de nuestro propio cuerpo. Carme Sánchez Martín, psicóloga clínica, nos recuerda que “para sentir el cuerpo hay que relajar la mente”. Así que, ¿cómo logramos esa desconexión de pensamientos molestos?

Se me ocurre que una manera de abordar esto sería practicar la atención plena o mindfulness, o, más sencillamente, concentrarnos en disfrutar del momento presente. ¿Te has dado cuenta de cuántas veces piensas en lo que podría salir mal en lugar de permitirte disfrutar de lo que está sucediendo en ese instante?

Como dice un viejo amigo mío, “a veces hay que dejar de pensar y pasar a la acción”, aunque eso suene más fácil de decir que de hacer. Con el objetivo de enfrentarte a esa ansiedad, puedes intentar crear un ambiente cómodo y propicio para la intimidad: música suave, luces tenues, y un repertorio de risas (porque, vamos, el humor a veces es el mejor afrodisíaco).

El juego como solución

Hablando del juego, es vital recordar que la sexualidad no es una ciencia exacta; es más bien una serie de experimentos que, si lo hacemos bien, pueden resultar en descubrimientos maravillosos sobre nosotros mismos y nuestras parejas. Miren Larrazabal tiene un punto muy interesante al afirmar que “la solución a esta ansiedad está en tener más educación sexual y aprender a dejarse llevar”. La educación sexual no se trata solo de anatomía; se trata de aprender a conectar contigo mismo y con tu pareja.

Ni que decir tiene que las redes sociales y las aplicaciones de citas han creado una plataforma donde la ansiedad puede exacerbarse. Vemos fotos retocadas y relatos épicos de «él lo hizo en la primera cita». Esto no ayuda a nadie, ¿verdad? Por lo tanto, al conectar con otro ser humano, recordemos que no somos personajes de una película de Hollywood, sino personas reales con inseguridades y deseos.

Anécdota personal: Hace poco, mientras navegaba por una aplicación de citas, me encontré con un perfil que afirmaba ser “el mejor amante de la ciudad”. En ese momento, me pregunté: “¿Qué presión es esta para las pobres almas que atraviesan la vida amorosa del siglo XXI?”.

Las raíces culturales de la ansiedad sexual

El patriarcado dejó su marca no solo sobre las mujeres, sino también sobre los hombres. Francisca Molero explica que los hombres suelen experimentar más ansiedad sexual debido al miedo al fracaso. Por otro lado, las mujeres son frecuentemente sujetas a la carga de sentirse constantemente deseables. Si alguna vez has sentido esa presión, no estás solo. La historia sexual de la humanidad está repleta de expectativas poco realistas que afectan a todos.

Por ejemplo, la pareja puede esperar que cada encuentro sea como sacado de una película para adultos, mientras que la realidad es que, al final del día, lo que realmente importa es la conexión genuina entre los dos. Las relaciones no siempre son de «guía rápida»; a veces, los pequeños momentos son los que realmente cuentan. Y aquí es donde el sentido del humor entra en la ecuación: poder reírse de las inevitables torpezas puede hacer maravillas para aliviar la ansiedad.

La importancia de conexión y comunicación

A medida que avanzamos en nuestras vidas, recordar que somos seres humanos que merecemos amor y placer es fundamental. La comunicación es la clave; hablar abierta y sinceramente sobre expectativas y deseos puede ayudar a aliviar la tensión. En mi experiencia, algunas de las conversaciones más incómodas han terminado siendo las más enriquecedoras.

Así que, ¿por qué no proponerse tener una charla sobre las ansiedades sexuales? Tal vez sea incómodo al principio, pero pensarás, “vaya, no soy el único con esos pensamientos en la cabeza”.

Conclusiones empáticas

La batalla contra la ansiedad sexual es un desafío en medio de un mundo que parece priorizar el rendimiento sobre la conexión genuina. Si bien ha habido avances en la conversación sobre la sexualidad, seguimos lidiando con viejos enemigos que resuenan en nuestro interior. La buena noticia es que hay esperanza. La lucha puede ser difícil, pero al tomar el tiempo para conectar contigo mismo y con tu pareja, liberar la presión de “resultados” y adoptar un enfoque más flexible y juguetón, podemos transformar la ansiedad en un viaje de autoconocimiento.

La sexualidad, después de todo, debería ser fuente de alegría y no de sacrificio. Y quizás, al final del día, lo más importante no sea ser «el amante perfecto», sino más bien, ser el amante auténtico.

Así que, la próxima vez que sientas esa presión o ansiedad, pregúntate: «¿En qué punto el placer se convirtió en otra cosa?» Y recuerda: el camino hacia el placer está lleno de giros divertidos y aprendizajes, así que abróchate el cinturón y disfruta del viaje.