En estos tiempos donde la educación se postula como uno de los principales pilares del desarrollo social, es casi insólito que en pleno siglo XXI, aún existan situaciones como las que se viven en el colegio público de Navalafuente. Imagina ser padre de un niño que asiste a un colegio donde las condiciones son tan precarias que la calefacción ha sido un lujo en pleno invierno. ¿Te lo imaginas? Pues este es solo el comienzo de una serie de irregularidades que los padres de alumnos han expuesto con creciente frustración.
Así que, abróchate el cinturón, porque nos vamos a sumergir en la realidad de este colegio, donde, según se indica, los problemas parecen multiplicarse y las soluciones, en cambio, parecen tener un tiempo de espera tan eterno como las colas para entrar a una película de Marvel.
¿Qué está pasando en el colegio?
Desde su apertura como escuela independiente hace menos de un año, este centro educativo prometía más recursos y mejor atención. ¡Vaya promesa! En lugar de eso, se han encontrado con más problemas que soluciones. La situación provoca risa nerviosa, triste, si lo pensamos bien. Quiero decir, ¿cómo es que en 2023 hay niños en un aula a 12 grados y los adultos a cargo se limitan a pedir que se abriguen? ¡Sí, claro! Voy a ponerle un abrigo de osito a mi hijo y esperar que no se congela durante la clase. Suena fácil, ¿verdad?
Los padres, indignados, han levantado su voz: “El nuevo centro era uno de los pilares del proyecto político del Ayuntamiento de Navalafuente, que prometía inversión y atención educativa”. Ha sido como ese amigo que siempre llega tarde a la fiesta, pero sigue prometiendo que «ya está en camino» mientras se ve que se queda pegado al sofá.
La prometida independencia y su amarga realidad
Cuando se anunció que el colegio se desgajaba de un Centro Rural Agrupado y se convertiría en independiente, muchos padress se sintieron esperanzados. La Comunidad de Madrid estuvo muy entusiasta en su declaración, al menos por lo que se detalla en su comunicado oficial. “Refuerzos a la atención educativa en zonas rurales”, decían. Pero parece que la realidad ha sido más bien un eco de promesas vacías: “Mucha foto de las autoridades y poca inversión” es la frase que resume el sentir de muchos.
La falta de calefacción: ¿una moda en colegios?
Pasaron semanas sin calefacción, con temperaturas que hacían que las aulas parecieran más un iglú que un lugar donde se aprende. En circunstancias así, me imagino a los profesores pensando: “Vamos a ver qué tal se da la clase sobre los polos. Tal vez así logremos que entiendan lo que es el frío real”. Estar a 12 grados y dar una lección de geografía sobre el Ártico debe tener su encanto, aunque no soy un experto en pedagógica helada.
La buena noticia es que, según los padres, el problema de la calefacción parece haber sido solucionado. Pero, como en una mala película de terror, surgen nuevos retos. Permíteme contarte un secreto: la infraestructura del colegio es un misterio. Las humedades en los techos, goteras y otras deficiencias hacen que este lugar, que debería ser un refugio educativo, sea más bien un campo de batalla en pro de la educación básica.
La infraestructura: una historia de terror
Aquí es donde la situación se vuelve aún más escalofriante. Aun siendo un edificio relativamente nuevo, parece que ha pasado más tiempo en un filme de terror que en la lista de “colegios modernos en Madrid”. Imagina que te dicen: “Este lunes comenzamos el nuevo año escolar” y tú te preguntas si el profesor principal será el propio Freddy Krueger.
Los techos con goteras, las aulas frías (no, no frías, heladas) y los tragaluces que parecen más una invitación al juego de “atrapa el agua” hacen que uno se pregunte si alguna vez este lugar fue dotado de un mantenimiento decente.
La seguridad: un rompecabezas sin solución
Y si pensabas que la situación no podía empeorar, permíteme hablarte de otro aspecto preocupante: la seguridad. ¿Sabías que hay niños en un colegio donde no hay vallas? Así es. Comentarios sobre perros que saltan al patio sin duda no son lo que imaginabas cuando te dijeron que el jardín escolar tenía un diseño «parcialmente natural».
La falta de un conserje para supervisar el acceso al edificio es como si a una fiesta de cumpleaños le faltara un anfitrión. O, aún peor, como si dejáramos un buffet al aire libre sin supervisión. Uno puede preguntar: ¿de verdad es tan complicado contar con alguien que cuide el lugar y que diga «Hola, usted no pertenece aquí»?
La inseguridad de que cualquiera pueda entrar al colegio deja mucho que desear sobre la prioridad que se brinda a la seguridad educativa. Así, ¡adiós a la idea de un entorno seguro para diferentes actividades escolares! ¿Por qué no se hace algo al respecto?
El papel de las autoridades: un juego de ping-pong
¿Y cómo reaccionan los responsables de tomar decisiones? La Consejería de Educación se pasa la pelota al Ayuntamiento. El municipio, en cambio, sigue en silencio, como un niño al que le piden que comparta sus juguetes y mira para otro lado. Como si fueran expertos en la técnica del “no responder”. Esta falta de acción genera preocupaciones legítimas entre las familias.
Urge una solución
La comunidad educativa merece más. Es vital que todos los involucrados – padres, educadores y autoridades – tomen cartas en el asunto. Solucionar los problemas del colegio de Navalafuente no debe ser una causa perdida. La educación es un derecho; no un juego donde podemos dejar que una generación crezca ignorante de lo que significa un aula segura y cálida. Se espera que los responsables de tomar decisiones entiendan lo que la educación representa y actúen de inmediato.
Las familias no sólo quieren mejores instalaciones, llevan consigo la esperanza que su comunidad merece. Cuando invierten no solo su tiempo, sino también sus corazones en el futuro de sus hijos, lo mínimo que deberían recibir son aulas donde reinen las condiciones dignas.
La voz de los padres: un impulso necesario para el cambio
Hablemos ahora de los verdaderos protagonistas de esta historia, esos padres que se han convertido en los valientes defensores de la educación de sus hijos. Ellos son como esos superhéroes que vemos en las películas, aunque sin capa. Han estado luchando por una educación digna, alzando la voz por lo que consideran inaceptable. Nos enseñan que el cambio comienza en casa, en la comunidad y, más importante aún, que la unión hace la fuerza.
La importancia de educar y movilizar
La situación en el colegio de Navalafuente nos recuerda que todos podemos mejorar el mundo de la educación. Si un grupo de padres se une y eleva su voz, es posible que pronto veamos cambios en esos muros que, hasta hace poco, parecían inquebrantables. El cambio es posible, aunque algunas veces las decisiones tardan y el camino puede ser empinado.
Reflexiones finales
Como padres, cada uno de nosotros tiene un papel que jugar, ya sea como vigilantes, educadores o activistas. La comunidad necesita recordar que la educación no puede ser una excusa ni un juego de azar. La situación en el colegio de Navalafuente es una llamada de atención para todos nosotros.
Así que, te dejo con una pregunta, querido lector: ¿qué podemos hacer nosotros para asegurar que nuestros niños tengan acceso a un entorno de aprendizaje seguro y acogedor? La historia de Navalafuente es un recordatorio de que debemos ser parte de la solución, y no simplemente espectadores silenciosos.
Con esfuerzo, compromiso y humildad, nada es imposible. La comunidad de Navalafuente tiene en sus manos la oportunidad de cambiar el rumbo de la educación. La esperanza de un futuro mejor no debe ser una promesa distante; debe ser un firme compromiso en la realidad presente.