La violencia de género es un tema que nos atraviesa a todos y, lamentablemente, se convierte en una situación cada vez más dolorosa de abordar. Puede parecer que estamos en una especie de bucle inacabable, donde cada nueva estadística nos recuerda que, a pesar de los esfuerzos, las cifras de mujeres y menores asesinados por la violencia machista siguen siendo escalofriantes. Este 2024 culmina como el año con el menor número de asesinatos de mujeres desde 2003, pero la cifra de asesinados permanece hiriente: 47 mujeres perdieron la vida a manos de sus parejas o exparejas. Además, el nuevo fenómeno de la violencia vicaria se ha cobrado la vida de nueve menores. Pero, más allá de las cifras, lo que aquí se busca es dar voz a las víctimas, reconocer el dolor de sus familias y examinar por qué, a pesar de ser un «año récord» en términos de lo que debería ser una buena noticia, sigue siendo un año trágico.

No hay cifras suficientemente bajas

Me gusta pensar en el optimismo razonable. Cada vez que escucho sobre una reducción en las cifras de violencia de género, inevitablemente pienso: «¡Bien, vamos por buen camino!». Pero luego miro a mi alrededor, y si bien es difícil encontrar oro en el fango, lo cierto es que nada justifica que haya mujeres asesinadas. Y aquí entramos a la lógica de las estadísticas: 47 mujeres asesinadas deberían ser cero. La violencia de género no puede ser abordada como un problema estadístico; es un problema humano.

La violencia vicaria: un grito desesperado

Si te has sentido alguna vez impotente, al ver que a pesar de los esfuerzos por erradicar el machismo, hay actos que conmocionan a la sociedad, tengo una noticia: no estás solo. La violencia vicaria, esa que busca hacerle daño a una madre a través de sus hijos, alcanzó niveles aterradores. En 2024, nueve menores perdieron la vida, y esto no solo debería horrorizarnos, sino llevarnos a una reflexión seria. Cuando me entero de casos así, recuerdo una vez que vi un documental sobre la violencia de género; se me encogió el corazón. ¿Cómo puede el ser humano caer tan bajo?

Es desgarrador saber que muchos de estos crímenes se cometieron a pesar de que existían denuncias previas. Un verdadero grito de desesperación que muestra que, lamentablemente, nuestras instituciones y herramientas de protección aún presentan brechas alarmantes. ¿Cuántas vidas más tendrán que extinguirse antes de que se tomen en serio las advertencias?

La labor del Ministerio de Igualdad: entre luces y sombras

El Ministerio de Igualdad se encuentra lidiando con un problema monumental, y a pesar de los esfuerzos, como la inminente implementación del Sistema VioGén II, aún hay inversiones que no llegan al fondo de la cuestión. La valoración del riesgo de las mujeres es uno de los puntos débiles del sistema, y aunque no quiero sonar pesimista, la verdad es que esto sólo agrava nuestra incertidumbre ante la situación. Es casi como intentar cubrir una herida con una curita pequeña mientras la hemorragia continúa.

Los diversos comités de crisis constituidos por el ministerio son un paso positivo, claro, pero ¿serán suficientes? Cada vez que hablo con amigas sobre esto, no puedo evitar sentirme frustrado. Hago olores de un café en mi cocina para desenredar mis pensamientos y siempre termina sucediendo lo mismo: “¿Por qué no hacen más?”. Y es que la lucha requiere no solo de legislación, sino también de conciencia social.

La importancia de la educación afectivo-sexual

Un dato que retumbó entre los ecos de la violencia en 2023 fue el aumento de casos entre adolescentes. La educación afectivo-sexual se vuelve crucial aquí. Recordando mis días de colegio, puedo decir que nunca se nos hablaron las cosas de manera clara, y esa falta de educación a menudo conduce a la normalización de comportamientos tóxicos y machistas. ¿No debería ser este el momento perfecto para empezar a educar en igualdad, en respeto y en empatía?

Los adolescentes son el futuro, y si no se les enseña desde una edad temprana sobre sus emociones, relaciones y la necesidad de respeto mutuo, ¿cómo esperamos cambiar la narrativa? Pero aviso: no es fácil, y con la cantidad de distracciones modernas (¿alguien mencionó TikTok?), la tarea se complica.

La intervención del Consejo de Europa y la necesidad de formación

Mientras tanto, el Consejo de Europa ha instado a España a mejorar la formación de profesionales que trabajan con víctimas de violencia de género. Imagínate un médico que no sabe reconocer los signos de abuso: eso puede ser, en muchos casos, una vida en el hilo. Lo que me hace pensar: ¿realmente estamos estancados? ¿Necesitamos a alguien más que venga de fuera para decirnos que nuestro sistema es deficiente?

Es un momento de reflexión, claro, pero también de acción. Si los profesionales no están capacitados, entonces la protección que se fastidia la sienten las víctimas, no el sistema. La clave aquí es reconocer que todos, de una manera u otra, somos parte del cambio.

Los horrores de la violencia vicaria: un caso emblemático

Uno de los casos más impactantes de 2024 ocurrió en el municipio almeriense de Abla, donde dos niñas fueron asesinadas por su padre, un hecho que dejó a la comunidad sumida en la consternación. Me resulta difícil imaginar la desesperación que sintió la madre y todo el entorno familiar. ¿Cómo se siente un padre que se convierte en monstruo? Aunque mi mente no puede verle como un padre en el sentido más pleno de la palabra, también me asalta la pregunta clave: ¿how could this happen?

Contrario a las creencias de algunos, la violencia vicaria no es algo que aparezca de la noche a la mañana. Existen caminos históricos, interacciones y señales que apuntan a esta futura violencia. Los jueces suelen separar el papel de “padres” del de “maltratadores”, y eso provoca una descoordinación fatal. La falta de comunicación entre los sistemas de justicia social, penal y de familia puede resultar en estragos irreparables.

Propuestas del Defensor del Pueblo

El Defensor del Pueblo ha propuesto medidas concretas para frenar esta locura. En su informe, señala la necesidad de criterios más estrictos en los procesos de custodia. No sólo eso, sino que también se hace énfasis en la coordinación entre los diferentes cuerpos judiciales. Me parece esencial que cada parte involucrada reconozca su rol. A veces siento que estamos hablando de una película de acción donde los protagonistas no se comunican y cada uno trata de salvar su pellejo sin un claro camino.

La normativa en el ojo del huracán

La renovación del Pacto de Estado contra la violencia de género de 2017 también asoma en el horizonte. Las novedades que se pretenden incluir son múltiples: desde la violencia vicaria hasta la digital y económica. Pero, a decir verdad, el tiempo avanza rápido y no siempre se cumplen los plazos. Cuando escucho sobre estos eventos legislativos, me siento como el niño que tiene el regalo de Navidad, pero la llegada de diciembre se siente lejana. ¿Cuánto tiempo más deben esperar las víctimas por una legislación efectiva que proteja sus vidas?

Conclusiones: el camino hacia adelante

Es evidente que el cambio lleva tiempo y esfuerzo, pero no podemos permitir que la desesperación nos paralice. La lucha contra la violencia machista es un esfuerzo colectivo, que necesita del apoyo de todos: desde las instituciones hasta las comunidades, desde los amigos hasta las familias. Es hora de hacer un llamado; no solo de escuchar, sino también de actuar. La educación y la concienciación son esenciales, pero ¿quién se atreve a ser la voz de las víctimas? ¿Quién se arriesgará a romper el silencio?

En conclusión, 2024 puede haber marcado un puntero, pero aún nos queda un largo camino por recorrer. La violencia es un problemático latido en nuestra sociedad, y no podemos permitir que su eco se vuelva un sonido habitual. Debemos alzar la voz, recordar las historias de las miles de mujeres que sufrieron y educar en nombre de todas. El trabajo comienza ahora, y no se detendrá hasta que cada cifra marcada en rojo aparezca en cero.