La violencia machista es una de esas realidades de las que todos hemos escuchado hablar, pero que raramente nos toca de cerca. Es como ese amigo lejano que se presenta en una fiesta y todos murmuran sobre él, pero realmente nadie lo conoce bien. Sin embargo, la realidad es que se trata de un problema endémico que afecta a miles de mujeres y niños en España. Con el inicio del nuevo año, los números han hablado, y son aterradores. En 2024, 47 mujeres fueron asesinadas por violencia machista, una cifra que, a pesar de ser la más baja desde 2003, sigue siendo inaceptable. Pero eso no es todo: se han contabilizado nueve menores asesinados por sus padres o exparejas de sus madres. Así que, hoy vamos a explorar este tema con una mirada honesta y crítica, pero también con la esperanza de que el diálogo y la acción pueden marcar la diferencia.
Un descenso engañoso en un problema persistente
Recuerdo una conversación con un amigo en la que bromeábamos sobre las cifras de violencia en el deporte, esas que suben y bajan como las acciones en la bolsa. «¡Tienes más probabilidades de que tu equipo pierda un partido que de que una mujer no sea asesinada por su pareja!», decía él riendo. Pero mientras él reía, yo pensaba en algo más serio. ¿De verdad estamos normalizando la violencia? Aunque hay un descenso porcentual en el número de feminicidios desde 2014, el hecho de que algo se esté «mejorando» no significa que se esté erradicando.
Violeta Assiego, abogada y activista, nos recuerda que «hacer una valoración de la violencia machista en base a los crímenes y asesinatos supone perdernos la gravedad de esa violencia desde el primer momento en que la mujer la está sufriendo en sus diferentes formas». Cuando hablamos de feminicidios, debemos recordar que la violencia machista no es solo física. Por cada asesinato, hay muchas más mujeres que sufren maltrato psicológico, emocional y económico sin que nunca lo sepamos.
La Ley Orgánica de Protección Integral a la Infancia y la Adolescencia frente a la Violencia, conocida como LOPIVI, intenta abordar la violencia vicaria, pero la pregunta persiste: ¿realmente estamos protegiendo a nuestras niñas y niños, o solo estamos contabilizando muertos?
Cifras que duelen
Para poner en contexto las cifras, las estadísticas del Consejo del Poder Judicial revelan que cada día hay aproximadamente 546 denuncias por violencia de género en el país. Piénsalo: ¡546! Esto significa que, cada 24 horas, hay una alarmante necesidad de apoyo, atención y respuestas por parte de nuestros sistemas de justicia.
Pero hay un matiz a tener en cuenta: de las 47 mujeres asesinadas en 2024, 24 eran extranjeras. Esto plantea la cuestión de si las políticas de protección son las mismas para todas las mujeres, independientemente de su nacionalidad. ¿Estamos realmente abordando el problema de manera inclusiva?
La historia desgarradora de Amal
Uno de los casos más impactantes fue el de Amal, quien fue asesinada junto a sus dos hijos. Imagínate: una madre que, a pesar de tener una orden de alejamiento contra su pareja, vivía con él. Esto no solo es inquietante, sino que refleja la incapacidad del sistema para proteger a las víctimas. Amal estaba inscrita en el Sistema VioGén con un riesgo «bajo», lo que implica que, supuestamente, no necesitaba protección policial, pero lo que realmente pasó fue una tragedia.
Este caso nos lleva a la otra cara de la moneda: el machismo estructural que permea nuestra cultura. ¿Qué han aprendido los hombres que cometen violencia? ¿Que pueden salirse con la suya, a pesar de las restricciones legales?
La voz de los expertos
Miguel Lorente, médico forense y exdelegado del Gobierno en materia de violencia de género, menciona un factor que muchos obvian: «El machismo estructural es el base de todas estas violencias. Y ni hablar del negacionismo, que alimenta conductas violentas». Recientemente, hemos visto cómo algunos discursos políticos han trivializado la violencia de género, afirmando que es solo un ‘tema de moda’; ¿qué error lamentable!
Y mientras tanto, el eco de sus palabras resuena en la mente de cada mujer que se encuentra atrapada en una relación abusiva. Cuántas veces he escuchado a mujeres decir: “Es normal que un hombre se ponga así”, como si el maltrato formara parte del menú del día. Este tipo de justificaciones son las que tenemos que desmontar.
¿Y los niños en todo esto?
Los niños son, a menudo, la voz olvidada en estos discursos sobre violencia machista. Para ellos, cada grito, cada golpe, cada sombra de miedo se convierte en una cicatriz emocional. Según Assiego, hay que reconocer “el interés superior del menor desde los derechos de la infancia como sujeto de derecho”. Pero, ¿qué sucede cuando esos derechos son pisoteados por el simple hecho de ser hijo de una madre en una relación tóxica?
Un dato escalofriante: desde 2013, han sido asesinados 62 menores a manos de sus padres o exparejas de sus madres. Y 36 niños quedaron huérfanos en 2024. ¿Acaso necesitamos más evidencia de que esta violencia no es solo un problema de adultos?
La importancia de detectar la violencia a tiempo
La prevención es la clave. A menudo, nos fijamos en las estadísticas, pero olvidamos el papel vital de la educación. Las empresas, instituciones educativas y familias deben unirse para crear una cultura de respeto e igualdad. Violeta Assiego destaca la importancia de tratar a los niños como víctimas desde la primera señal de maltrato. Este enfoque proactivo puede ser la diferencia entre la vida y la muerte para muchos pequeños.
Y aquí me viene a la mente un incidente personal. Hace unos años, en un taller, escuché a un padre decir: “A mí no me importa lo que haga con mi pareja, eso es cosa de ellos”. La verdad es que, si nos importa el futuro de nuestros hijos, debemos hablar, actuar, tomar partido en pro de la empatía y el respeto. Después de todo, no estamos hablando de una película de terror; estamos hablando de la vida real.
Nuevos caminos hacia la protección
Se han creado diversos mecanismos para ayudar a las víctimas, como el teléfono 016, que brinda atención las 24 horas del día. Sin embargo, la efectividad de estos servicios es una pregunta que aún permanece sin respuesta. No se trata solo de tener una línea telefónica, sino de garantizar que cuando las personas llaman, reciban la ayuda adecuada y rápida. ¿No merecemos un sistema que funcione, que no falle en su cometido?
También es fundamental utilizar herramientas tecnológicos, como aplicaciones como ALERTCOPS, que permiten a las víctimas enviar una señal de alerta a la Policía. Pero que esto no se convierta solo en otra estadística, sino en una verdadera red de protección.
Conclusiones y caminos a seguir
Este nuevo año ha comenzado con un recordatorio doloroso de que la violencia machista sigue estando presente en nuestras vidas. Las cifras pueden fluctuar, pero no hay ningún número lo suficientemente bajo que pueda hacernos sentir cómodos.
Hablar de violencia de género es un ejercicio necesario de responsabilidad social. Hay que derribar los muros de silencio y normalización que la rodean. Cada uno de nosotros, sin excepción, puede contribuir en esta lucha. No se trata solo de políticas efectivas; se trata también de cambiar nuestra narrativa cultural. Así que, ¿qué vas a hacer hoy para marcar la diferencia?
Al final, la lucha contra la violencia machista necesita un ejército de voces, un frente unido. Si no se reconocen estas cifras como una advertencia, estaremos condenados a seguir repitiendo la misma historia de horror y desesperación. Como bien dice Violeta Assiego: “El reloj no se puede parar; necesitamos actuar, y rápido”.
Recursos para ayudar
Si tú o alguien que conoces necesita ayuda, recuerda que existen recursos disponibles, como el teléfono 016 para las víctimas de violencia machista y sus familias. No estás solo; hay personas dispuestas a ayudarte.