Cuando piensas en boxeo, es probable que te vengan a la mente imágenes de combates épicos, guantes desgastados y sudor en la lona. Pero, ¿qué sucede cuando puedes ir más allá de la imagen del ring? ¿Qué ocurre cuando un ex boxeador, educador y autor, como Jero García, comparte su historia y la vida que ha moldeado su carrera? Hoy, te invito a sumergirte en el mundo de Jero y su reciente novela, Cola de lagartija, un relato que captura la esencia de su vida y el poder transformador del deporte.
La génesis de Cola de lagartija: ¿de conferencia a novela?
Puede sonar un poco extraño, pero la idea de escribir esta novela no surgió de un garabato espontáneo en un cuaderno, sino de una conferencia. Así es, durante la pandemia, Jero comenzó a reflexionar sobre los valores del boxeo en un contexto educativo. “Me empiezo a enrollar, a enrollar… y acaba en un ensayo educativo llamado Manual de un padre desesperado”, cuenta Jero con una sonrisa, como si recordara el momento en que se dio cuenta de que había un personaje que “pedía de comer”. Ese personaje, curioso y vibrante, es Cola de lagartija, que al final se transforma en el corazón de la novela.
¿Cuánto de Jero hay en Cola de lagartija?
Si pensabas que escribir una novela a partir de una conferencia sería sencillo, piénsalo de nuevo. Jero señala que la parte más retadora fue crear una cronología coherente. “Cuando tu vuelves a la mierda, la mierda mancha y, sobre todo, huele”, dice con sinceridad, recordando lo duro que fue enfrentar momentos de su vida que preferiría olvidar.
Imaginen a un niño de Carabanchel Bajo observando cómo el boxeo cambia su vida. Esa es la esencia del protagonista de la novela, quien, al igual que Jero, encuentra en el deporte una forma de canalizar su energía y enfocarse en el futuro. Y entonces, ahí está Madrid, sobre todo Carabanchel, como un personaje más. Es un punto de referencia que unifica esos recuerdos y anhelos.
Un barrio, una identidad
Medio riéndome, me pregunto: “¿Qué lugar ocupa Madrid en Cola de lagartija?” Y con un brillo en la mirada, Jero me dice: “La novela es todo Carabanchel. Es Cuña Verde total”. Para él, el barrio es mucho más que un lugar; es un crisol de experiencias, emociones y sueños. La forma en que habla de Carabanchel y su cercanía con el Pardo revela un amor profundo por sus raíces. No es simplemente un fondo vacío; es un espacio lleno de vitalidad, de olor a sudor y esfuerzo en el ring, de risas y lágrimas.
Recuerdos del pasado: un ring en la plaza
La magia del boxeo va más allá de las peleas. Jero recuerda con nostalgia el ring en la plaza del Pardo, donde los boxeadores se convierten en artistas en un escenario improvisado. Me hace reír cuando dice: “Es que al final los boxeadores son artistas, coño, eso hay que decirlo”. ¿No es cierto que todos deseamos encontrar un escenario donde brillar? La plaza del Pardo fue el suyo.
La lucha por el futuro del boxeo: ¿es ahora o nunca?
Cuando Jero se refiere a su visión del boxeo, parece claro que su potencial es enorme. “Nunca en la historia de España ha habido tantos boxeadores y tan buenos”, dice. Pero, volviendo a la realidad, se preguntan muchos, ¿por qué no vemos más campeones? Jero dedica una crítica honesta a los promotores: “Creo que se han quedado un poquito anclados en el pasado”. Es una observación perspicaz que resuena con muchos sectores en el deporte. Hay talento, pero también es necesario un soporte sólido.
¡Hablemos de la necesidad! Jero menciona que los boxeadores modernos no luchan por hambre, sino por encontrar un propósito. “El boxeo les da objetivos y valores”, añade. Imaginar esto me hace recordar mis propias etapas de búsqueda; todos necesitamos ese algo que nos haga levantarnos por la mañana. Para Jero, ese algo son los guantes de boxeo.
Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDH): herramientas para sobrevivir
Otro aspecto interesante de su vida que Jero comparte a lo largo de nuestra plática es su experiencia con el TDH. “El que nace trastornado, muere trastornado”, esta afirmación se siente cruda, pero también honesta. Su camino a través de aquel diagnóstico tardío me lleva a reflexionar sobre la importancia de encontrar herramientas que ayuden a canalizar esa energía. Jero ha encontrado en el boxeo y el deporte un refugio, un medio para gestionar su ritmo acelerado y derivar esa potente energía hacia algo productivo.
“Cuando hago deporte, estoy ya tranquilo”, dice. ¿No has sentido esa sensación de libertad que da una buena sesión de ejercicio? Lo cierto es que la actividad física puede ser un excelente antídoto para manejar el estrés y desenfrenos. Estoy segura que muchos de nosotros necesitamos un Jero en nuestras vidas, alguien que nos recuerde la importancia de mantenernos activos, de encontrar el equilibrio en nuestra propia batalla diaria.
Lecciones de vida y la magia de las palabras
Si bien Jero ha caminado por el ring y enfrentado múltiples adversidades, también ha encontrado la magia de expresarse a través de las palabras. La transición del boxeo a la escritura puede parecer un salto, pero para él es un viaje continuo. “Escribí para darles voz a esos chicos que han pasado por mí”, dice refiriéndose a sus boxeadores. Aquí está el trasfondo de su proyecto literario: honrar las historias de aquellos que se esfuerzan por sobrevivir en un mundo que a menudo parece indiferente.
Es bonito pensar en cómo las historias se entrelazan, ¿verdad? Las páginas de Cola de lagartija se convierten en un puente entre el ring y la vida. La conexión es tangible, incluso para aquellos que no saben lo que significa golpear un saco de boxeo. El boxeo puede ser un deporte solitario, pero cuando se comparte, las experiencias se transforman en algo grande, algo colectivo.
Reflexiones finales: el camino sigue
El viaje de Jero García es un testimonio de resiliencia. Desde su niñez en Carabanchel, pasando por los retos del boxeo y la recuperación de su salud mental, hasta explorar el mundo de la escritura, su historia es un recordatorio de la fuerza que se encuentra en la vulnerabilidad. En un mundo que a menudo puede parecer cruel, su voz emerge como una luz, iluminando el camino para otros que buscan su lugar.
En última instancia, nos invita a reflexionar sobre nuestras propias vidas. ¿Qué herramientas utilizamos para enfrentarnos a nuestras adversidades? ¿Estamos abriendo las puertas a nuestros propios “Colas de lagartija”? Con cada palabra que Jero plasma en papel, está no solo contando su historia, sino animándonos a todos a salir del rincón y luchar por nuestros propios sueños.
Así que, ¿qué te llevas de aquí hoy? Tal vez una lección sobre la importancia de narrar nuestras propias historias, la necesidad de actividad física o, simplemente, un recordatorio de que la vida, como el boxeo, está llena de giros inesperados. Te dejo con una pregunta: ¿estás listo para subirte al ring de tu vida y dar el primer golpe? ¡Vamos a por ello!