¿Alguna vez has tenido el presentimiento de que algo, por más nuevo y prometedor que parezca, no va a salir como se planeó?
Eso fue lo que sentí cuando supe del nuevo protocolo para la recepción de los menores migrantes no acompañados, presentado recientemente por el gobierno canario. Corría una lluvia de hojas de papel desde el boletín oficial, y la esperanza entre muchos creció, yo incluido.
Pero, ¿sabes lo que pasa generalmente con los presentimientos? A veces, se vuelven realidad.
Y la realidad me golpeo como un ventarrón imparable cuando descubrí que, al menos en la isla de El Hierro, se está incumpliendo este flamante protocolo. O como diría mi abuela, «le tomaron el pelo al protocolo».
En un reporte reciente que logró mis manos temblorosas, se descubrió que los menores que llegaron en las tres pateras entre el pasado viernes y sábado, fueron a parar, adivinen ¿dónde? al Centro de Atención Temporal de Extranos (CATE), centralizado con los adultos. Ahí es nada, ¿no se supone que debían ser recepcionados por un representante de la Dirección General de Infancia?
El incumplimiento del protocolo: un misterio digno de Sherlock Holmes
La isla de El Hierro tenía un montón de nuevos visitantes. Un cayuco con 42 personas, incluyendo 3 menores, se presentó allí el viernes. Luego llegaron dos más el sábado, uno con 57 migrantes y otro con 28. En total, hubo varios menores no acompañados viajando solos en esta complicada travesía.
En lugar de ser recepcionados por un funcionario de la Dirección General de Infancia, tal y como manda el protocolo, estos menores fueron llevados al CATE de San Andrés. ¿Te suena? Es un centro manejado por la Policía Nacional, donde las personas pueden permanecer retenidas hasta 72 horas. Sin embargo, como cualquier persona con un poquito de sentido común te diría, estos centros no están aptos para albergar a menores no acompañados.
Es casi tan raro como encontrar una piña en un cine. ¡Eso no va ahí!
El protocolo: bueno en papel, mal en práctica?
El protocolo recién nacido, de la mano del Gobierno de Canarias, ha empezado con pie izquierdo. Uno de los puntos clave es que la Policía ha de inscribir al menor antes de ser entregado a la organización que los acogerá, en este caso, la ONG Quorum Social 77.
El primer párrafo del protocolo establece que la recepción debe realizarse a través de un funcionario de la Dirección General de Infancia. Pero, ¿alguien adivina qué sucedió? Desde que el protocolo entró en vigor no ha habido ningún funcionario nunca jamás en las llegadas.
Y cuando digo nunca, es nunca. ¿Te sientes engañado? Yo también.
¿Abandono de menores o desorganización burocrática?
La Fiscalía Superior de Canarias respondió al incumplimiento con un decreto, advirtiendo que identificará a aquellas «personas de la Dirección General de Protección de la Infancia del Gobierno de Canarias» que se amparen en el protocolo para no recibir a los niños que llegan en cayucos. Además, investigará si han cometido algún delito de abandono de menores, u otros.
Ahora bien, Manuel Domínguez, vicepresidente del Gobierno de Canarias, insiste en que no hay ningún abandono, simplemente están tratando de que se cumpla la ley.
Pero yo no sé tú, pero yo cuando voy a hacer algo, trato de hacerlo bien (excepto cuando intenté hacer yoga y me caí de cabeza, no volví a intentarlo nunca, aprendí la lección).
En fin, parece que este tema está lejos de resolverse. Ahora bien, ¿crees tú que es un simple incumplimiento, o un abandono real? ¿Qué crees que podemos hacer para mejorar esta situación?
Para nosostros está claro: tener un protocolo es solo el primer paso, el siguiente es asegurarse de que se aplique adecuadamente.
Así que, mientras las respuestas llegan, seguiremos vigilando y esperando. Es mi deber hacerlo, es nuestra responsabilidad asegurarnos de que nuestros niños estén seguros y protegidos. Porque, al final del día, cada uno de esos menores migrantes podría ser nuestro hijo, nuestro hermano, nuestro amigo.
Y, como me dijo un sabio amigo una vez, «no basta con decir, hay que hacer».