En los últimos años, las noticias sobre incendios forestales han dejado de ser solo titulares impactantes para convertirse en recordatorios aterradores de lo que está en juego con nuestro estilo de vida moderno. El reciente incendio en Los Ángeles, que ha dejado un saldo trágico de 26 muertos y más de 150,000 evacuados, es sólo un ejemplo escalofriante de cómo la expansión urbana y el cambio climático se están combinando de maneras potencialmente catastróficas. Si alguna vez has tenido un fuego encendido en casa (la típica fogata que se te fue de las manos mientras asabas mal los marshmallows), sabes que un pequeño descuido puede incendiarlo todo. Ahora imagina esa chispa extendiéndose a una ciudad entera. ¿Te imaginas la desesperación?

Las comunidades en riesgo dependen de medidas de protección adecuadas. De hecho, un estudio de hace más de una década reveló que ya había más de un millón de hectáreas en España que se consideraban interfaz urbano-forestal, una zona donde las ciudades se encuentran con la naturaleza, y donde los incendios forestales tienen una vía de acceso más fácil. Pero, como nos advierte la catedrática Cristina Montiel Molina, la situación ha avanzado a tal punto que ahora estamos en un escenario mucho peor.

La trampa de la interfaz urbano-forestal

¿Quién pensaría que vivir cerca de un bosque podría ser tan peligroso? Para muchos, la idea de tener un hogar abrazado por la naturaleza suena idílica. Sin embargo, Montiel Molina enfatiza que este entorno «es una ratonera», porque aunque es hermoso, está repleto de riesgos y peligros latentes.

El 85% de los incendios forestales son causados por humanos. Sí, has leído bien. Esa barbacoa que se encendió por accidente, el fogón olvidado en la acampada o incluso una chispa de un cable eléctrico pueden ser el inicio de un desastre. Pero ¿qué hay de las medidas preventivas? Según Lourdes Hernández de WWF, «no hemos mejorado mucho» desde que comenzamos a explorar este tema. Las casas siguen creciendo junto a los bosques, y los programas de autoprotección continúan siendo más elusivos que un buen día en el gimnasio.

La falta de preparación y la necesidad de acción

Pensar que un desastre puede ocurrir en nuestro vecindario no es fácil. La mayoría de la gente quiere creer que está a salvo. ¡Claro! ¿Quién quiere vivir con la constante preocupación de un incendio acechando? Pero, dejando de lado la cómoda negación, la realidad es cruda. En España, no se tiene una cartografía clara y actualizada sobre estos territorios. La falta de información y de preparación puede ser tan peligrosa como el fuego mismo.

Sin embargo, no todo está perdido. Hay maneras en las que los gobiernos locales y las comunidades pueden actuar, comenzando por desarrollar esos planes de autoprotección que se mencionaron antes. Imagínate que los ayuntamientos de tu zona crean un protocolo tan detallado como una receta de pastel de chocolate. Al final del día, la preparación puede ser la diferencia entre una historia de éxito y una tragedia.

Lecciones del otro lado del Atlántico

El incendio en Los Ángeles es un grito de advertencia que se escucha a través de oceános y continentes. Josep María Espelta, investigador del CREAF, menciona que hemos perdido las fases intermedias entre los núcleos urbanos y la naturaleza. Vivir justo al borde del bosque es como jugar a la ruleta rusa, nunca sabemos cuándo podría ocurrir un desastre.

Esto también se refleja en las estadísticas. En California, por ejemplo, más de 12,300 hogares y negocios han sido destruidos por las llamas en la última década. Así que, cuando hablamos de incendios forestales, no estamos bromeando. En Canadá, el incendio de Fort McMurray de 2016 devastó más de 2,400 casas. ¿No es aterrador pensar que esto puede suceder a tu puerta?

Un entorno urbano más seguro

El cambio climático no se siente solo en los climas cálidos. En la cuenca mediterránea, la escasez de recursos hídricos y las altas temperaturas han llevado a la creación de un «nuevo paradigma» de megaincendios, como los expertos los llaman. Pero, como mencionó Pascale Vacca, aunque la construcción en esta zona es más resistente al fuego que en América del Norte, eso no significa que seamos invulnerables. De hecho, la combustión a menudo comienza por un «bombardeo de ascuas» arrojadas por el viento. ¡Así que la próxima vez que escuches que alguien prendió fuego a su jardín, quizás sea mejor que te mantengas a distancia!

Lo que realmente necesitamos son regulaciones claras sobre cómo construir en las zonas de interfaz urbano-forestal. Actualmente no existe una normativa sólida, lo que parece casi absurdo considerando lo que está en juego. Además, es fundamental que no solo consideremos los materiales de construcción, sino también el entorno que rodea nuestras casas. Como mínimo, el perímetro de 30 metros alrededor de una casa debe estar libre de materiales inflamables, o al menos ser gestionado adecuadamente.

¿Te imaginas tener tu entorno como un jardín donde todo arde con facilidad? ¡No gracias!

Hacia un futuro más seguro

El camino hacia la seguridad es claro, pero puede ser complicado. Cristiana Montiel Molina resalta que debemos tocar la campana de advertencia y que hay dos grupos que deben escuchar: los ayuntamientos y las comunidades autónomas. Para que alguien se preocupe por el riesgo de incendios, primero tiene que entenderlo. Hay que educar a la población y fomentar una cultura de la prevención.

En resumen, aquellos de nosotros que amamos nuestras casas, nuestros jardines y, sobre todo, nuestro hermoso planeta, debemos actuar. Ser responsables en nuestro entorno, proteger nuestras comunidades y trabajar de la mano con nuestras instituciones locales puede significar una diferencia real. ¿Realmente queremos ver cómo nuestras ciudades se convierten en cenizas? La elección está en nuestras manos.

Reflexionando sobre la naturaleza

La naturaleza es sorprendente y hermosa, pero tiene sus límites. Al continuar desarrollándonos sin tener en cuenta estos límites, arriesgamos no solo nuestras vidas sino también el equilibrio de nuestros ecosistemas.

Así que, la próxima vez que escuches una noticia sobre incendios forestales, piensa en cómo tú, como parte de tu comunidad, puedes ayudar a marcar la diferencia. Y recuerda, la clave no está solo en cómo construimos nuestras casas, sino también en cómo nos relacionamos con nuestro entorno. A veces, las lecciones más simples son las más efectivas. Después de todo, el fuego que calienta el hogar también puede consumirlo.