Cuando uno vive en Florida, la temporada de huracanes es un poco como esperar la llegada de un pariente incómodo que siempre llega sin avisar y, como si eso fuera poco, se queda más tiempo del que debería. Este año, helene y milton han decidido barajar las cartas en St. Petersburg, dejando tras de sí un rastro de destrucción que nos hace preguntar: ¿qué tan preparados estamos realmente para enfrentar la naturaleza cuando decide mostrarnos su lado más feroz?
Un vistazo a la devastación
Imagina que sales de tu casa y lo primero que ves son escombros, calles llenas de ramas caídas y, en el mejor de los casos, algunos semáforos apagados en un juego de «quién se atreve a avanzar primero». Así se siente St. Petersburg ahora. ¡Vaya forma de dar la bienvenida a las visitas! Decenas de miles de residentes, incluyéndome en la encuesta no oficial de “¿qué tal están las cosas más allá de mi ventana?”, se han quedado sin servicios esenciales como electricidad y agua potable. Hasta cerca de dos millones de hogares en Florida han sido impactados por cortes de luz. Es como un drama de Netflix, pero con menos palomitas y más preocupación.
Mis amigos en la ciudad cuentan cómo el tráfico ha disminuido drásticamente. Pareciera que muchos habitantes han decidido esperar al fin del mundo en casa (me incluyo, ¿quién no lo haría?).
Creo que la vida aquí podría describirse en una sola palabra: complicada.
La realidad de los tres días sin electricidad
¿Recuerdas cuando éramos pequeños y pensábamos que ir de camping en el jardín era una gran idea? Ahora, imagina que esa experiencia se convierte en tu vida diaria durante unos días… o semanas. Allicia Johnson, una madre soltera, se encontró en una situación similar: “Desde que se empezó a meter el agua estuvimos con un balde sacándola rápido para que no estropeara los muebles”. Ella no tenía el lujo de evacuar, un lujo que algunos damos por sentado. Con un hijo a su cargo y la presión económica, el caos de Milton se tornó en un desafío aún mayor.
Los locales como Allicia están enfrentando un doble desafío: los daños por el huracán y la incertidumbre laboral. “Normalmente trabajo como recepcionista y ama de llaves en resorts de lujo”, comenta. Pero ahora, el tiempo perdido sin trabajar significa que la renta y los gastos familiares no esperan. Es un recordatorio crudo de que, a veces, la vida no es justa, pero tenemos que adaptarnos.
Mientras tanto, las bomberas de agua y las excelentes fiestas de barbacoa en el patio trasero se han convertido en la norma para aquellos que sí tienen generadores. ¡Eso sí que suena divertido!
En la frontera de lo devastador y lo afortunado
Cruzando la zona de desastre, me dejé llevar por algunos vecinos que compartían cómo ellos, incluso tras las inundaciones, se consideraban afortunados. Matthew Couch, un médico local, y otro amigo, Chad Hall, dueño de su propia empresa de construcción, expresaron su alivio: sus casas son más nuevas y están mejor preparadas para soportar estas situaciones. “Las casas más viejas lo perdieron todo”, reflexiona Hall al ver los escombros a su alrededor. ¿Cómo se siente ser un afortunado en medio de todo esto? Quizás un poco culpable.
Es curioso cómo la perspectiva cambia con los desastres. Dos días antes de que Helene tuviera planes de reunión, un amigo mío me decía que lo único que temía era que su piscina se pusiera turbia. De repente, ahora se convierte en un lujo tener una piscina y una casa intacta. Un poco irónico, ¿no crees?
La lucha por el agua potable
Si pensabas que encontrar un surtidor de gasolina era complicado, intenta conseguir agua potable. En el área costera donde el huracán tocó tierra, un porcentaje preocupante, entre el 50% y 70% de las gasolineras, estaban desabastecidas. Cualquiera pensaría que están en una especie de maratón de supervivencia, y algunos se han encontrado haciendo cola durante horas solo para llenar el tanque.
Imagínate haciendo amistad con la persona de delante en la fila, hablando sobre lo mal que huele el agua de lluvia y la probabilidad de ver a nuestro amigo Ron DeSantis asomarse por la esquina con un megáfono para avisarnos de que hay cuatro gotitas disponibles en una unida gasolinera. ¿No sería gracioso si no fuera tan desesperante?
Si bien la escasez de gasolina se ha vuelto un problema, el suministro de agua es aún más necesario. No se trata solo de llenar la botella de agua mineral, sino de hervir el agua antes de cualquier uso, desde beber hasta cepillarse los dientes. La recomendación de las autoridades es clara, dejar todo el lujo de los días de spa y volver al estilo de vida primitivo. Tal vez deberían ofrecernos un nuevo reality show: «Sobreviviente en el siglo XXI».
Resiliencia comunitaria en tiempos de caos
A pesar del caos, hay algo realmente alentador en la manera en que la comunidad se une en tiempos de crisis. Los residentes de St. Petersburg han empezado a organizar pequeños grupos para ayudarse unos a otros, compartiendo recursos y apoyándose moralmente. Desde charlas informales mientras esperamos el generador, hasta intercambio de comida y suministros, la solidaridad parece brillar en la oscuridad.
Una pareja, Jeff y Sue Paddock, por ejemplo, estaban tratando de hacer funcionar un generador que extraería gasolina de su barco. En situaciones similares, la creatividad es clave. ¿Quién hubiera dicho que cargar el generador sería la nueva forma de hacer amigos?
Reflexiones finales: la incertidumbre, un nuevo compañero
Con la llegada de cada nuevo huracán, la incertidumbre se convierte en un viejo amigo, y el miedo se sienta en la mesa como parte de la familia. Cada año, los floridanos bromean sobre los huracanes, mientras se preparan con estantes llenos de alimentos enlatados y agua. ¿Alguna vez has considerado que quizás deberíamos llevar un poco menos de miedo y un poco más de risa a la mesa?
Aunque helene y milton han dejado su huella, la resiliencia de las comunidades se convierte en el hilo de esperanza necesario para avanzar y eventualmente reconstruir. Mientras tanto, aquí estamos, lidiando con desafíos nuevos y antiguos, todos los días recordando que la combinación de naturaleza y humanidad es un rompecabezas en constante evolución.
Así que la próxima vez que un huracán en Florida busque hacerse notar, tal vez deberíamos reírnos un poco más, preparar nuestras palomitas y recordar que incluso la naturaleza tiene su lado humorístico. Al final del día, todos estamos juntos en esta experiencia, luchando por nuestra propia “normalidad” en un mundo donde lo único constante son los cambios.