La historia tiene una manera peculiar de entrelazar la vida de los personajes, más aún cuando dichos personajes son figuras literarias de renombre. El caso de Leopoldo Alas «Clarín», el autor de la monumental obra “La Regenta”, nos lleva a un mundo de refinamiento, pasión, y… esgrima. Así es, amigos. En pleno siglo XIX, donde los duelos eran una práctica tanto social como literaria, el escritor se destacó no solo como crítico literario, sino también como esgrimista. Y no estamos hablando de esgrima en el sentido tedioso de practicar deporte para mantener la forma – aunque, honestamente, ¿quién no quiere lucir bien en alguna fiesta? – sino en el contexto de un duelo de honor.
El regreso de un clásico
Este año se celebra el 140 aniversario de la publicación de “La Regenta,” una de esas novelas que deja huella, no solo por su complejidad narrativa, sino también por el retrato social que hace de Oviedo. En celebración de esta conmemoración, la historiadora Carolina Lasheras Díez se ha embarcado en un apasionante proyecto que abarca no solo los aspectos literarios de Clarín, sino también su faceta más desconocida: su amor por la esgrima. Y la mejor parte es que lo hará con una representación única del duelo que tuvo lugar entre Clarín y el escritor hispano-cubano Emilio Bobadilla.
¿Qué les parece? Imagínense a un Clarín con espada en mano, luchando no solo por su honor, sino también por el legado literario que nos ha dejado. Spoiler alert: No estoy aquí para hablarles de un simple “¿Quién ganó el duelo?”. Porque, seamos honestos, en el siglo XIX, ganar o perder era solo la cereza del pastel en un mundo donde las palabras y la honra importaban más.
Un duelo digno de recordarse
La arquitectura de este evento no surge de la nada. Fue un proceso cargado de investigación, en donde Carolina se ha sumergido en la historia para traernos una representación que retoma el uso de sables de duelo auténticos del siglo XIX. Me encanta cómo, a veces, una simple búsqueda de archivos puede llevarnos a descubrir sabores de la vida que parecían perdidos – ¡casi como buscar una receta familiar en la abuela! Carolina ha tenido la suerte de recibir la aprobación de los bisnietos de Clarín, quienes estarán presentes en el evento. Y, seamos sinceros, no hay mejor apoyo que el de la familia.
Las motivaciones que no son caprichos
En la vida de Clarín, el interés por la esgrima no surgió de un mero capricho, sino que se remonta a su juventud. Desde los 15 años, ya se mencionaba su interés por esta práctica en sus relatos. Además, su hermano Genaro Alas, un militar, también tuvo mucho que ver en este aspecto. ¿Quién no ha sido influenciado por un hermano mayor? Me imagino a Clarín tratando de impresionar a los amigos con sus habilidades de esgrima en un duelo de patio trasero… ¡O tal vez intentando impresionar a alguna dama!
Sin embargo, este interés se convierte en una parte fundamental de su vida, lo que abre las puertas a unas vivencias que van más allá de sus obras literarias.
Un viaje al pasado en la Biblioteca “Ramón Pérez de Ayala”
El homenaje se llevará a cabo en un lugar clave: la Biblioteca “Ramón Pérez de Ayala”. Y no es un lugar cualquiera, pues allí también se encuentra la biblioteca personal de Clarín, y el Archivo Tolivar Alas. Es el contexto perfecto para revivir una parte de la vida de este escritor que interpretó su tiempo a través de las letras.
Ahora bien, imagínense el ambiente: una biblioteca, un sable en mano, un duelo a primera sangre. Todo esto en medio de la solemnidad del acto… ¡es de película! Y, aunque no tengo sables en mi casa, me siento tentado a recrear escenas de acción con mis amigos mientras tomamos una copa de vino. ¿A quién no le gustaría ser parte de un drama literario de este calibre?
La importancia de los padrinos
En los duelos, los padrinos desempeñaban un papel crucial, asegurándose de que todo fuera justo (¿no les suena como a lo que hacen hoy los intermediarios en las negociaciones?). En el caso de Clarín, sus amigos literatos, como Tomás Tuero y Armando Palacio Valdés, estaban a su lado. De hecho, esta representación no solo será un homenaje a Clarín como esgrimista, sino también a la amistad literaria que unió a estos autores.
Además, los padrinos no solo eran testigos, sino que también intentaban evitar que el duelo que llegara a un extremo (vale, tal vez no pueden hacer esto en un juego de Monopoly, pero mencionarlo es gracioso). La historia nos dice que el duelo acabó cuando Clarín sufrió una herida leve en la boca, que hizo que el duelo fuera suspendido. Quién lo diría, una herida en un duelo podría resultar en un giro literario digno de un relato del propio Clarín.
El significado del duelo en el siglo XIX
Ahora, para que comprendamos bien la magnitud de esta representación, es importante entender el contexto social del siglo XIX en España. A pesar de que los Reyes Católicos habían prohibido los duelos y la Iglesia los condenaba, se convirtieron en una práctica común entre los intelectuales de la época. En este ambiente, la vida de Clarín se entrelazaba con la de otros autores como José de Espronceda o Benito Pérez Galdós, quienes compartían el interés por la esgrima y el duelo.
A menudo, se pensaba que un duelo era la única manera de restaurar el honor, pues el sistema legal no tenía las herramientas necesarias para resolver ofensas personales. Interesante, ¿verdad? Uno pensaría que en un mundo lleno de leyes, las palabras se pudieran resolver con abogados, pero evidentemente, no eran tiempos de mediación. En este sentido, el duelo se convierte en un espejo de la vida intelectual de la época.
Un duelo con ‘sabor’ literario
Pero la cosa no se detiene aquí. La profundización de Carolina en el duelo entre Clarín y Bobadilla llega hasta las características del propio duelo. ¿Sabían que, desde el punto de vista esgrimístico, el sable que eligió Clarín era una elección estratégica? Se puede decir que Clarín ya tenía su «plan de batalla». De hecho, la historiadora justifica que su elección podría haber sido influenciada por su zurdo naturalidad, lo que podría haberle dado una ventaja táctica. Un pequeño detalle que, en una batalla de honor, podría abrir la puerta a la victoria.
Nos encontramos pues ante un duelo lleno de pequeñas curiosidades como esta, que hacen que la historia se vuelva aún más atractiva. Devorando libros y relatos, uno empieza a pensar que la esgrima no solo va de espadas, sino también de puestas en escena literarias; donde cada golpe puede ser una forma arte.
La búsqueda continua de la verdad
Carolina se encuentra en una búsqueda por descubrir otros posibles duelos en la vida de Clarín. ¿Cuántos duelos más estarán enterrados en el pasado, esperando a ser revelados? Su investigación no solo arrojará luz sobre la figura de Clarín, sino que también nos hará repensar la estructura social y literaria de aquel tiempo.
Y como dice el dicho: “La curiosidad mató al gato, pero la satisfacción lo trajo de vuelta”. Sin duda, esta búsqueda de Carolina en el mundo de la esgrima y los duelos no hará nada más que enriquecer nuestra comprensión del legado de Clarín, dándole vida no solo en las letras, sino también en la acción, con el brillo del acero en el aire.
Un legado para el futuro
En definitiva, este homenaje no solo es un recordatorio del talento literario de Leopoldo Alas «Clarín», sino también de su visión, de su vida y sus intereses. La combinación de literatura y esgrima nos lleva a preguntar: ¿hasta qué punto las pasiones personales influyen en la creación literaria? La respuesta parece clara, y la historia que un día fue contada en recónditos salones de Oviedo, ahora se recreará en una biblioteca, donde el eco de una espada se unirá a la voz de la literatura.
Así que, si alguna vez han sentido el impulso de empuñar una espada (metro, fines de semana incluidos) y desafiar a alguien en un duelo, piensen en Clarín. ¿Puede que solo estén canalizando el espíritu rebelde de un gran autor? O quizás solo necesiten un par de lecciones de esgrima… Ambos escenarios suenan bien, ¡así que adelante!
En resumen, este evento tiene todo: historia, literatura, esgrima, y una pizca de honor. El legado de Clarín sigue vivo, y en este 140 aniversario, no solo celebramos su obra maestra, sino también al hombre detrás de la pluma, un hombre que hizo frente a sus miedos, preocupaciones, y… ¡cortes de espada!