La historia está llena de momentos insólitos que parecen sacados de una novela de ficción, ¿verdad? Uno de esos momentos tiene que ver con una curiosa obsesión de Adolf Hitler por una bebida tradicional mexicana que lleva siglos en la cultura de ese país: el pulque. Pero antes de que empieces a imaginar a un dictador de la Alemania Nazi disfrutando de un trago de esta bebida en un bar de Tepito, déjame contarte cómo llegamos a este extraño cruce cultural.

Un dictador con gusto por lo exótico

Adolf Hitler no es precisamente el primer nombre que te viene a la mente cuando piensas en beber algo. Su imagen de líder austero y abstemio —aunque con un asterisco en la parte inferior— no parece encajar con la idea de disfrutar de unas copas de pulque. Sin embargo, su interés por esta bebida no se debe únicamente a un capricho de paladar, sino a una sinfonía de creencias sobre la salud, la cultura y el misticismo.

Recuerdo una vez que fui a una fiesta en casa de unos amigos y, en lugar de las usuales cervezas y vinos, nos ofrecieron pulque. Nunca lo había probado y, honestamente, no sabía qué esperar. Con su aspecto espeso (que uno podría pensar que es más bien un batido) y su leve burbujeo, me sentí como si estuviera experimentando un ritual ancestral. Por un momento, me imaginé rodeado de comunidades prehispánicas en un festín lleno de color, sabor y espiritualidad. Así que, tomando un sorbo y recordando que esa misma bebida había cautivado a un tirano, me pregunté: “¿Qué demonios está pasando aquí?”

Pulque: una bebida con historia

El pulque es, por naturaleza, más que un simple trago. Esta bebida alcohólica, cuya graduación oscila entre el 3% y el 6%, tiene raíces en la época prehispánica, hace unos 3,500 años. Se elabora a partir de la fermentación del aguamiel, el jugo extraído del agave, una planta considerada sagrada en las culturas indígenas de México. Los mexicas y toltecas ya lo veneraban, y tenían normas especialmente estrictas sobre quién podía compartirla. ¿Te imaginas que las reglas para beber pulque fueran más rigurosas que las de un club exclusivo en Nueva York?

Eran tiempos en que si eras menor de 70 años y te pillaban disfrutando de un trago de pulque, podrías enfrentarte a severos castigos. Me encanta esa dualidad de lo festivo y lo reverencial. Bien podría servir de tema para una serie en Netflix: “Las restricciones para beber pulque y las fiestas clandestinas en el México antiguo”.

La fascinación de Hitler

Hitler, en su búsqueda por la superioridad racial y una salud óptima, se volvió hacia el pulque, considerándolo casi una “pócima mágica”. Puede parecer surrealista, pero su obsesión lo llevó a ordenar la producción de un documental sobre pulque. Así, el cineasta alemán Hubert Schonger fue enviado a México para capturar el proceso de producción de esta bebida. La película, titulada «Pulquebereitung in Mexiko», se convirtió en una pequeña pieza de curiosidad histórica. Imagínate ver a los jornaleros cortando agave bajo el sol ardiente, un burro cargando barriles de esta bebida, y entre película y película, Hitler pensaba que lo que estaba mirando no era solo la producción de pulque, sino una representación de lo que él consideraba el «ideal» de vida.

Un viaje al pasado

El documental, de solo unos 12 minutos, es como un vistazo a un tiempo y lugar en los que las tradiciones y rituales eran la norma. Los rostros de los campesinos que trabajan la tierra y producen la bebida son un recordatorio de que cada trago de pulque está impregnado de historia y cultura. Mientras veía este documental, no podía evitar pensar en lo lejos que hemos llegado en términos de reconocimiento cultural. En aquel entonces, el pulque no era solo una bebida; era un símbolo de identidad, de comunidad.

Al igual que muchos otros objetos de valor cultural, el destino del documental era incierto. Después de la Segunda Guerra Mundial, la cinta se perdió entre los escombros de un mundo en ruinas, y hasta 2006 no sería redescubierta, comprada por un coleccionista español por la modesta suma de 70 dólares. El hecho de que esta película, ahora considerada el «Santo Grial del pulque», estuviera tan subestimada durante décadas es casi irónico, ¿no crees?

El pulque en la actualidad

Hoy en día, el pulque ha encontrado su camino nuevamente al aprecio popular no solo en México, sino en muchas partes del mundo. En la era de los artesanales, los food trucks y el slow food, esta bebida ha sido reivindicada como un producto de valor cultural. Los bares de pulque han empezado a florecer en toda la ciudad de México, y cada uno ofrece su propia variedad de pulcotecas, donde la fusión de sabores y la innovación culinaria están al orden del día. Así que, si alguna vez tienes la oportunidad de probarlo, no dudes en hacerlo. Puede que te sientas como un caballero medieval tomando su vino tinto… pero a la mexicana.

Reflexiones sobre lo insólito

En un mundo donde las relaciones culturales fluyen como el pulque de una jarra, la conexión entre un dictador y una bebida tradicional puede servir como una lección sobre la complejidad del ser humano. La historia se compone de momentos absurdos, ironías y conexiones inesperadas. Hitler, con su obsesión por la raza aria y todo lo que parecía indicarle hacia la salud óptima, terminó fascinado por un producto authenticamente mexicano. “¿Y si intentamos emular esa cultura?”, pudo pensar el Führer, quien finalmente quedó atrapado en el misticismo de una bebida que había existido mucho antes que él.

Así que la próxima vez que sientas curiosidad por un trago de pulque, recuerda la historia que lo respalda. En nuestra búsqueda de entendimiento y conexión con otras culturas, a veces los destinos nos llevan a lugares insólitos. Y tú, ¿te atreverías a disfrutar de un trago de pulque? Después de todo, puede que lo que consideras «raro» tenga sus raíces en revelaciones culturales profundamente arraigadas, aunque suene como la trama de un documental dirigido por un nazi.

Conclusión: un brindis por la diversidad cultural

Tomamos un momento para pensar en cómo la comida y la bebida nos conectan. Mientras que muchos países luchan por preservar sus raíces culturales, el pulque representa una forma de resistencia y reafirmación de identidad. Este poderoso vínculo entre Hitler y el pulque simplemente refleja que, en un mundo lleno de diferencias, a veces hay elementos que logran unirnos de la manera más curiosa.

Si hay algo que aprendí de esta historia, es que nunca debemos subestimar el poder místico de algo tan aparentemente simple como un trago. Así que, alza tu copa (o jarra), brinda por la diversidad cultural y no olvides que, en cada sorbo, hay una historia esperando ser contada. ¡Salud!