El 6 de octubre de 2023 es un día que Patricia Falcón, una cooperante canaria de 56 años, nunca olvidará. Justo cuando muchos de nosotros estábamos disfrutando de nuestra rutina diaria, una notificación de WhatsApp cambió drásticamente su mundo. “La situación está cada vez peor, estoy pensando en coger a mi familia y huir a Siria”, le escribió su amigo Afif desde Beirut, una ciudad que en ese momento se encontraba bajo el fuego del bombardeo israelí. Este mensaje no solo fue un aviso de la severa crisis que estaba viviendo su amigo, sino un grito desesperado por ayuda y apoyo.
¿Cómo se siente una persona al recibir un mensaje así? ¿Impotencia? ¿Frustración? Lo más probable es que sí. Y, como no soy ajeno a este tipo de emociones, puedo decirte que esta historia no es únicamente sobre la tragedia de la guerra, sino también sobre la humanidad y la amistad que perdura incluso en las circunstancias más adversas.
Un encuentro en tiempos de pandemia
La amistad entre Patricia y Afif nació en un momento complicado: enero de 2021, durante la pandemia de COVID-19, cuando cada día parecía más pesado que el anterior. Confinada en un hotel en Beirut, Patricia estaba aislada del mundo, pero las cosas cambiaron cuando un amigo español residente en la ciudad la conectó con Afif. Este joven libanés, a pesar de tener un título universitario en sistemas de gestión de la información, se ganaba la vida conduciendo un coche compartido.
¿Te imaginas tener que renunciar a tus aspiraciones profesionales por falta de oportunidades? Muchos de nosotros quizás lo hemos vivido en diferentes niveles. Afif representaba a una generación marcada por la lucha y el sacrificio, y su dedicación a su familia era su motor. Con cada misión que Patricia realizaba en Beirut, su amistad se solidificaba, y su conexión a través de WhatsApp se convertía en un lazo emocional que iba más allá de la distancia física.
La sensación de incertidumbre
Entre bombardeos y destrucción, el 10 de octubre llegó con más noticias alarmantes. Patricia, preocupada por la familia de Afif, especialmente por sus hijos, Nour (13 años) y Hadi (5 años), decidió reanudar el contacto. Como madre (o como tía o amiga), seguramente puedes entender la angustia y preocupación que siente una persona al saber que hay niños en peligro.
Es impactante pensar que, en pleno siglo XXI y con toda la tecnología y avances disponibles, la vida de muchas personas todavía se ve amenazada por conflictos bélicos. Patricia recibía mensajes de Afif, quien le contaba sobre su decisión de huir a Siria. «Lo que me hizo dejar Líbano fueron los niños, yo estaba aterrorizado por lo que les podría pasar», le explicaba. Sus palabras reflejan lo que cualquier padre en el mundo podría sentir. Las decisiones sobre la seguridad de los hijos son, a menudo, los más difíciles.
La lucha por la supervivencia
La familia de Afif pasó días enteros atrapada entre las balas y la incertidumbre. Después de un largo viaje en autobús, llegaron finalmente a Irak, pero la sensación de seguridad era efímera. Al igual que muchas familias desplazadas por la guerra, la familia de Afif llegó a un lugar extraño, viviendo bajo tensión y agobiados porque sus ahorros comenzaban a agotarse. En un ambiente donde cada día cuenta, la lucha por sobrevivir se convierte en una rutina desgastante.
Recibir ayuda en esos momentos se vuelve crucial. Cuando la situación se torna aún más crítica, Afif, con un tono que ya no ocultaba la desesperación, le envió un mensaje a Patricia: “you have kids and feel also moral and material pressure.” ¿Te imaginas lo que eso significa? Tras haber sido siempre el apoyo para otros, sentir que ahora tiene que pedir ayuda es un desafío emocional inmenso.
Acto de solidaridad
En este punto, Patricia sintió que tenía que hacer algo. Decidió que era momento de pedir ayuda a sus amigos de España. ¿Te sientes incómodo pidiendo ayuda? Muchos de nosotros, yo incluido, a veces preferimos pasar por las dificultades antes de hacer una llamada a nuestros amigos. Pero, en este caso, no había tiempo para el pudor.
Así que, con su teléfono en mano y un nudo en el estómago, Patricia envió un mensaje pidiendo ayuda. Lo que sucedió a continuación fue un auténtico espectáculo de solidaridad humana. En cuestión de días, sus amigos comenzaron a enviar bizums, y Patricia recaudó la impresionante suma de 2.955 euros. Este acto de generosidad no solo fue un alivio monetario, sino que significó algo mucho más profundo: que la gente se preocupa y que, en medio del caos, podemos ser una luz para otros.
Enfrentando nuevos obstáculos
Parece que la odisea de la familia de Afif no tenía fin. A pesar de que tenían el dinero para regresar, las fronteras comenzaron a cerrarse debido a los movimientos de los rebeldes. La incertidumbre se apoderó de Patricia: «Pensamientos oscuros empezaron a cruzar mi mente». ¿Te has encontrado alguna vez atrapado en una situación de la que sientes que no hay salida? Es un lugar aterrador.
Las actualizaciones del viaje de Afif y su familia se convirtieron en parte de la VIDA de Patricia. Su amistad se reconfiguró en una relación más intensa y emocional. ¿Por qué? Porque cada mensaje que compartían se acompañaba de una vulnerabilidad y un deseo de sobrevivir que resonaba en el fondo del corazón.
Finalmente, después de una espera angustiosa y tras la intervención diplomática, lograron conseguir un vuelo para regresar a Beirut. ¡Qué alivio! El 16 de diciembre, tras mucho sufrimiento, la familia pudo volver a su hogar, aunque las condiciones en la ciudad seguían siendo difíciles. Pero estaban juntos y eso era lo más importante.
Un final con una chispa de esperanza
La historia de Patricia y Afif nos recuerda que, aunque existen tragedias en el mundo, también hay actos de increíble bondad que a menudo pasan desapercibidos. Al final, no solo lograron regresar a Beirut, sino que hubo un gesto adicional que demostró el impacto de la comunidad. Afif decidió donar el 10% del dinero recaudado a Dalia, una mujer que ayuda a niños en Líbano. ¿Ves cómo funciona el efecto mariposa? Una pequeña acción puede generar olas de generosidad y ayuda.
La guerra, según Afif, “es algo tan terrible que sentirse seguro es la mayor de las bendiciones”.
Así, a medida que esta historia se desarrolla, nos invita a reflexionar: ¿qué estamos dispuestos a hacer por aquellos que están en momentos difíciles? Te animo a recordar que cada uno de nosotros tiene el poder de afectar positivamente la vida de alguien más.
La amistad, la solidaridad y la empatía pueden prevalecer incluso en los tiempos más oscuros. Ser un “habibi”, como Afif llama a Patricia, significa que aunque el mundo a nuestro alrededor se desmorone, siempre habrá un lugar para la conexión humana.
Si alguna vez recibes un mensaje de ayuda como el que recibió Patricia, ¿serás tú la linterna en medio de la oscuridad? La historia de Patricia y Afif es un recordatorio de que, a pesar de nuestras diferencias, todos anhelamos lo mismo: estar a salvo, ser escuchados y, sobre todo, no estar solos en nuestra angustia.
Así que, la próxima vez que pienses que no puedes marcar la diferencia, recuerda esta historia. Porque la esperanza, como un buen café, puede surgir de los lugares más inesperados.