El fútbol femenino ha estado tomando una relevancia indiscutible en los últimos años, y nada refleja esta tendencia más que el reciente partido en el que el Real Madrid femenino aplastó al Celtic en su encuentro de la Champions League. Si no tuviste la oportunidad de verlo, ¡te has perdido una exhibición de talento y determinación! Así que prepárate para un recorrido por lo más destacado del partido, lleno de anécdotas y un poco de humor, porque, seamos honestos, bien puede haber habido más acción en el campo que en mi sofá tratando de encontrar el control remoto.
Comienzo fulgurante del Real Madrid
Desde el primer pitido, parecía que algo especial estaba a punto de suceder. Con una energía que te recordaría a la que sientes en un bar cuando el equipo de fútbol de tu localidad anota un gol en el minuto uno, el Madrid no desperdició tiempo. La centrocampista alemana Melanie Leupolz empezó a filtrar pases como si estuviera repartiendo dulces en una fiesta infantil. Su primer pase fue para la extremidad, Athenea del Castillo, quien se deshizo de su marca con más gracia de la que yo me desharía de un preventivo de 30 años que me ofrecen en el teléfono. La jugada terminó en un tiro que, aunque no entró, fue un claro aviso de que el Madrid venía a por todas.
El gol que definió el encuentro
El primer gol llegó poco después, y qué gol fue. Una perla de Caroline Weir que, honestamente, podría hacer que hasta el más escéptico se levantara y aplaudiera. Recibió el balón en la frontal del área, hizo un par de toques y —boom— un zurdazo a la escuadra que dejó a la portera del Celtic, Kelsey Daugherty, absolutamente estática, como si hubiera estado contemplando esas obras de arte modernas sin entender nada. A mí me recordó a cuando mis amigos vinieron a cenar y les prometí una comida gourmet, pero terminé sirviéndoles macarrones con queso del microondas. No es que no estuvieran buenos, pero, caramba, ¡no era lo que prometí!
Un dominio aplastante
La primera mitad del partido fue en gran medida un monólogo del Real Madrid. Imagínate un concierto en el que solo toca una banda durante dos horas dejando a la otra en el backstage. El celta, que había caído en la primera jornada contra el Twente, se vio completamente superado. Misa Rodríguez, la portera del Madrid, casi tuvo tiempo de tejer un pull de lana por lo poco que la inquietaron. El Madrid finalizó el primer tiempo con 19 disparos, de los cuales varios se fueron a los palos. Cuántas veces me ha pasado eso en mi vida, especialmente cuando intentaba lanzar unos punterazos en los partidos de fútbol con mis amigos: siempre cerca, pero nunca lo suficiente.
Una de esas ocasiones fue un potente tiro de Oihane Hernández que se estrelló en el palo. Aquí es donde me viene a la mente la frase: «si no estás fallando, no lo estás intentando lo suficiente”. Quizás si Oihane me hubiera llamado para practicar, tal vez al menos un tiro hubiera entrado.
La segunda mitad: más espectáculo en el Alfredo di Stéfano
Si pensabas que el Madrid había terminado en la primera parte, te equivocas. El segundo tiempo comenzó con un Real Madrid aún más fresco, como si hubiera tomado un café triple expresso antes de salir al campo. Introduciendo los cambios, el entrenador Alberto Toril decidió darle aire fresco al equipo, y la entrada de Signe Bruun y Caroline Møller demostró ser efectiva.
El segundo gol, un cabezazo de Bruun, llegó en una jugada coral que dejó a los defensores del Celtic en el área como si no supieran si estaban en el parque o en medio de una exhibición de ballet. Entre tanto intercambio en la mediacancha, el Madrid seguía llegando, y cada vez que un jugador blanco tocaba el balón, daba la impresión de que la ciudad de Glasgow pronto tendría un nuevo monumento, esta vez, dedicado a la ineptitud defensiva.
El golazo de Møller
Si ya creías que era suficiente, Caroline Møller decidió bailar un poco con el balón y atinarle desde fuera del área con un disparo que, sospecho, podría haber descuadrado incluso las balas de un campo de tiro. La portera del Celtic no tuvo más opción que ver cómo la esférica se colaba, y en ese momento cada aficionada y aficionado del Madrid no pudo evitar soltar un suspiro de alivio. “¡Por fin!” parecía gritar la afición, probablemente en el sofá de varios rincones del planeta. En este punto, un pensamiento cruzó por mi mente: “Quizás si yo tratara de jugar así, incluso mis plantas en casa estarían más impresionadas que viendo a mis amigos hacer videojuegos”.
El penalti que cerró el espectáculo
Y como si no tuviese suficiente emoción, llegó Linda Caicedo, quien, al igual que Møller, decidió relucir sus habilidades. Un rápido cambio de pierna y fue derribada en el área. El acto culminante la llevó a la línea de penalti, y la presión estaba en su punto más alto. Sólo entonces comprendí que la gente, realmente, no pierde la fé en su equipo ni cuando las cosas se ven mal. La determinación de Caicedo brindaba esperanza a los aficionados, y, más importante aún, se tradujo en otro tanto en el telón del marcador. ¡Un final de 4-0 que hará hablar a la afición por un tiempo!
Conclusiones: ¿hacia dónde va el Madrid?
El resultado del partido deja al Real Madrid en una posición favorable en este grupo tan competido, con la confianza renovada tras la derrota anterior ante el Chelsea. Y lo que es aún más interesante, las niñas y jóvenes que están viendo a estas futbolistas están soñando en grande. Recuerdo mi infancia, cuando mis amigos y yo soñábamos en ser parte de un equipo, y aunque la mayoría terminó corriendo en círculos y jugando a video juegos, lo que viví esa tarde en el estadio fue épico.
Así que, la próxima vez que alguien te diga que el fútbol femenino no tiene la misma intensidad que el masculino, pregúntales si alguna vez han visto un partido como este. O, mejor aún, llévales a ver un match en vivo. Las cosas están cambiando, y el fútbol femenino está aquí para quedarse.
Veremos qué le depara el resto de la Champions al Real Madrid, pero hasta ahora, la temporada ha sido un emocionante viaje, y tengo la esperanza de que el camino hacia los cuartos de final se complete con más grandes victorias como esta. Entre los goles, la emoción y la camaradería, hay un mundo de posibilidades, y es un placer ser parte – aunque sea como espectador – de este espectacular viaje en el deporte. Que vivan el fútbol y las mujeres que lo juegan!