La última manifestación en Santiago de Compostela ha dejado claro algo que muchos en Galicia ya sabíamos: la defensa del medio ambiente y el patrimonio natural está lejos de ser un capricho. Este domingo, miles de gallegos se movilizaron contra el desmedido proyecto de Altri y su amenaza de macrocelulosa en Palas de Rei, convirtiendo la Plaza del Obradoiro en un verdadero hervidero de voces y colores. Si me lo preguntan, no hay mejor forma de demostrar que la gente se preocupa por su hogar que viendo esa multitud unida por una causa común.

Contexto: La amenaza de Altri y la macrocelulosa

Para aquellos que no tenemos un máster en celulosa, quiero ponerles al día. Altri es una empresa portuguesa que ha puesto sus ojos en Galicia, con el fin de establecer una planta de producción de macrocelulosa. Ahora, ¿qué es eso exactamente? Para resumir, se trata de una celulosa que se utiliza para fabricar productos en sectores como el textil y el farmacéutico. A primera vista, podría parecer que ofrece oportunidades, pero ahí está el gran problema: la planta generaría 62 toneladas de residuos químicos, que terminarían directamente en el Río Ulla.

Y, seamos honestos, si hay algo que los gallegos valoran, es su naturaleza y sus ríos, que han sido parte de nuestra cultura y nuestra vida. La única cosa que causa mayor calamidad que un despilfarro de recursos es imaginarnos un futuro en el que nuestros hijos no puedan disfrutar de lo que una vez conocimos.

Un mar de pasiones en las calles de Santiago

La mañana de la manifestación, basta con mirar a tu alrededor para sentir la energía vibrante de la ciudad. Familias enteras participaron en esta causa, desde abuelos que compartían sabiduría hasta bebés que seguramente aún no entienden del todo la magnitud del problema, pero que fueron arrastrados en brazos con la esperanza de un futuro mejor. ¿Quién podría resistirse? Esta es una lucha por los que vienen, una batalla por la tierra que amamos.

La música resonaba en el aire y los lemas que salían de las gargantas parecían fluir con la misma fuerza que el propio Ulla. “Rueda recúa, a auga non é túa”, resonaba en cada esquina. Esa frase, que traducido significa “Rueda retrocede, el agua no es tuya”, es un claro mensaje al presidente de la Xunta de Galicia, Alfonso Rueda, quien parece más interesado en lanzar un S.O.S. a los intereses de la empresa que a las legítimas preocupaciones de la ciudadanía.

La presencia de líderes y la diversidad de voces

Lo mejor de estas manifestaciones es la gama de voces que representan al pueblo. La líder del BNG, Ana Pontón, fue una de las figuras destacadas y nos recordó que es hora de que el gobierno deje de ser el «comercial de Altri». ¡Y cómo me gustaría que Rueda se sentara frente a mi abuela y escuchara las historias de nuestra tierra! Pero claro, en lugar de eso lo único que escuchamos son ecos vacíos de promesas incumplidas.

El evento fue también una fiesta para la cultura gallega, con múltiples agrupaciones y asociaciones culturales presentes. Un verdadero testimonio de cómo el arte y la cultura están profundamente interconectados con nuestros derechos ambientales. ¿Es posible ser realmente integro en la lucha por la naturaleza sin valorar nuestras raíces culturales? Creo que no.

El papel de los medios y la manipulación informativa

Algo que a muchos de nosotros nos irrita es la manipulación informativa. En un momento dado, el escritor Lois Pérez hizo una broma sobre cómo seguro que en la TVG (Televisión de Galicia) informarían que había una afluencia histórica de «peregrinos a la misa de las 12». La ironía de su comentario fue innegable y, al mismo tiempo, refleja una realidad que muchos sentimos. Hemos estado en el tren de la desinformación y es un viaje que parece interminable.

Bajo la superficie de esos “números inflados” se esconde un intento de restar importancia a la manifestación. Pero, ¿cuántos informes más necesitamos para reconocer el clamor de la gente? A veces pienso que los medios deben ponderar más las voces de la ciudadanía que los intereses económicos, y eso no debería ser un concepto radical.

La solidaridad como fuerza motriz

En medio de una aglomeración tan diversa, uno no puede evitar notar los lazos de solidaridad que se forman. Aquellas largas telas azules portadas por centenares de manifestantes no eran sólo una representación del Río Ulla; eran un símbolo de unidad. Esa imagen me recuerda a las reuniones en la plaza de mi barrio, donde solíamos celebrar la vida, a pesar de lo que se nos viniera encima.

Los grupos en defensa del marisqueo, agricultores y otros colectivos de diversa índole también estaban presentes, demostrando que esta lucha va más allá de un solo interés. Es una lucha por un futuro donde todos los gallegos puedan convivir en armonía con su entorno. Porque seamos realistas, no hay nada más gallego que defender nuestra esencia, desde el mar hasta las montañas.

Un futuro incierto: la respuesta de la Xunta

El ambiente festivo de la manifestación fue oscurecido por la inminente decisión de la Xunta sobre el proyecto de Altri. Las advertencias son claras: la macrocelulosa pone en riesgo no solo el medio ambiente sino también 8,000 puestos de trabajo en áreas rurales y marisqueo. Por eso, la pregunta en la mente de todos era: ¿será que alguien realmente escucha?

El eco de la manifestación todavía retumbaba en la Plaza del Obradoiro cuando los asistentes desearon fervientemente que el mensaje llegara a quienes toman decisiones. Como siempre, la incertidumbre acompaña cada paso del camino. El tiempo es un factor decisivo y cada día que pasa es una lucha entre intereses económicos y la integridad de nuestras tierras.

Reflexiones finales: El poder de la voz colectiva

Al final, lo que vivimos en Santiago no fue solo una manifestación, sino una celebración de la lucha colectiva por un futuro mejor. Para mí, es asombroso cómo una sola voz puede fomentar un cambio positivo en la comunidad, pero cuando esas voces se unen, pueden incluso hacer temblar a grandes corporaciones.

Es esencial que no abandonemos la causa; cada pequeña acción cuenta. Desde compartir información y educar a otros, hasta reunirnos en nuestras comunidades para discutir qué hacemos a continuación. Porque, al final del día, esta es nuestra casa, y cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar en su preservación.

Así que la próxima vez que escuchen un rumor sobre algún proyecto que amenace nuestra tierra, no duden en salir y hablar. ¿Quién sabe? Tal vez la próxima manifestación sea aún más grande. ¡Esperemos que, para entonces, Rueda esté escuchando!

Confío en que este artículo haya sido una muestra de lo que significa Galicia y su gente: trabajadora, unida y profundamente enamorada de su tierra.