La reciente partida de Francisco Villalonga Cerdá, un verdadero monumento del deporte de la vela en Baleares, ha dejado una profunda huella en todos aquellos que tuvieron el privilegio de conocerlo o que disfrutaron de su dedicación a este deporte. Como aficionado a la vela desde mi adolescencia, me gustaría compartir mis pensamientos sobre su legado, su impacto en la comunidad y el camino que nos ha dejado a los amantes de este apasionante deporte.

Una trayectoria impresionante en la vela

Fran, como lo llamaban sus amigos, fue mucho más que un presidente de la Federación Balear de Vela (FBV) entre 1988 y 2008; fue un pionero. Su visión y determinación ayudaron a consolidar eventos de renombre, tanto nacionales como internacionales, contribuyendo a que las aguas de Baleares se convirtieran en un espacio de encuentro para los regatistas de todo el mundo. Recuerdo la primera vez que competí en una regata local, aún con el eco de su nombre resonando en el ambiente. ¿Quién no soñó alguna vez con ser como él, bandera en mano, navegando hacia la victoria?

Un legado imborrable

La noticia de su fallecimiento ha conmocionado a la comunidad deportiva y la presidenta del Govern, Marga Prohens, lo dejó claro en su mensaje en la red social X. Los tributos que han surgido desde las distintas esferas no solo reflejan su impacto en la vela, sino también en la comunidad. “El deporte balear está de duelo”, escribió Prohens, y no puedo estar más de acuerdo. Su dedicación y entrega fueron el timón que guió a muchos hacia las aguas de la excelencia.

Es cierto que no siempre se puede navegar en aguas tranquilas, y la vida de un líder como Francisco no estuvo exenta de tormentas. Sin embargo, su capacidad para enfrentar desafíos y convertirlos en oportunidades es un ejemplo para todos nosotros.

La importancia de la comunidad

El deporte no se vive solo en el agua; ocurre en cada interacción, cada charla y cada regalito que le haces a un amigo navegante. Francisco era consciente de esto y, por esa razón, se convirtió en el puente que unió a regatistas, amantes de la naturaleza y entusiastas del mar en Baleares. ¿Cuántas veces no ha ido uno a la playa, y de repente te encuentras con un amigo de la infancia que no veías desde hace años? Eso es la vela. Esos momentos de encuentro que trascienden competencias y trofeos.

La FBV ha expresado su agradecimiento hacia él, no solo por su labor, sino por la familia que ayudó a construir entre los entusiastas de la vela. Es un recordatorio de que el deporte, en su esencia, es una manifestación de amistad y camaradería.

Un recuerdo que perdura

La pérdida de Francisco Villalonga es un luto que resonará en la comunidad por mucho tiempo. Cuando la noticia llegó a mis oídos, la memoria de sus palabras durante los discursos de apertura de las regatas volvió a mí. Hablaba con tanta pasión sobre la libertad que encontraba en el mar, y a menudo terminaba sus discursos con una referencia al espíritu de equipo. “El viento puede cambiar, pero siempre hay que mantener el rumbo”, solía decir. Aunque quizás aquel día las olas no eran favorables, aprendí a navegar en los mares procelosos de la vida gracias a esos consejos. Todos nos sentimos aludidos, ¿verdad?

La influencia en la nueva generación

Uno de los aspectos más admirables de Francisco era su deseo de inspirar a los más jóvenes. Siempre tenía un momento para charlar con los niños en las clases de vela, compartiendo anécdotas y risas, asegurándose de que el amor por el mar se transmitiría de generación en generación. La FBV ha visto crecer a una nueva generación de regatistas que, sin duda, llevarán su legado a nuevas alturas.

En una ocasión, tuve la suerte de participar en un taller donde él era el mentor. Recuerdo su frase: “Cada vez que te enfrentas a un reto, recuerda que el viento no sopla a favor de quien no sabe dónde va.” Sus palabras siempre resonarán en mí, y puedo imaginar que, en alguna velada, muchos de los que lo conocieron compartirán historias similares.

La importancia del reconocimiento

Es fundamental que nuestra comunidad no solo recuerde a Francisco Villalonga por su legado en la vela, sino que también reconozca la importancia de su figura en cada competición, cada trofeo, y cada joven que se atreva a navegar en esas aguas. La actual presidenta de la FBV, Catalina Silvia Darder, también ha expresado su cariño y admiración por él, lo cual resalta la unidad y la fortaleza que ha dejado atrás.

La vida es un mar de cambios constantes, y hay que saber adaptarse. Quizás la mejor forma de honrar su memoria sea manteniendo vivo ese espíritu de superación y comunidad que él cultivó durante tantos años.

La necesidad de la innovación en la vela

No podemos hablar de Francisco sin mencionar su impulso a la innovación en el deporte. A medida que la vela ha evolucionado, también lo ha hecho la forma en que nos relacionamos con este deporte. Desde la implementación de nuevas tecnologías hasta la promoción de eventos sostenibles, Villalonga abogó por el avance y el crecimiento. ¿No es irónico cómo, a pesar de dedicar su vida a un deporte que se basa en lo tradicional, su mente siempre estuvo abierta al futuro?

Hoy en día, el uso de mapas digitales, sistemas de navegación computarizados y tecnologías ecoamigables son ejemplos claros de cómo su legado sigue vivo en el agua.

Pensamientos finales: un tributo al marinero

La muerte de Francisco Villalonga es un recordatorio de la fragilidad de la vida y del impacto que un solo individuo puede tener en un deporte y en una comunidad. Así como los veleros navegan con la fuerza del viento, el legado de Francisco navegará en nuestros corazones y mentes. Cada vez que zambullamos nuestros barcos en el agua, su espíritu estará presente, y seguramente sonreirá al ver a las nuevas generaciones continuando su labor.

Para aquellos que no conocieron a Francisco, todavía pueden sentir su influencia en el ambiente. Verán su legado en cada regata, en cada niño que levanta su vela por primera vez y en cada decisión que tomemos para mejorar nuestra comunidad y preservar la pasión por el mar.

Así que, la próxima vez que levante un vaso mientras la brisa marina acaricia nuestro rostro, recordemos a este gran pionero de la veloz experiencia, Francisco Villalonga Cerdá. Y si alguna vez escuchan el suave murmullo del mar, piensen en todo lo que hizo para que todos podamos disfrutar de esta belleza. ¡Hasta siempre, Fran!