La sociedad ha tenido que lidiar con la presencia del machismo a lo largo de su historia, y en tiempos recientes, los casos de agresiones entran en las alertas mediáticas con frecuencia, dejándonos pensando: ¿realmente hay un compromiso genuino para enfrentar este problema? El reciente caso de Íñigo Errejón ha suscitado un torrente de opiniones, declaraciones de apoyo y, lamentablemente, también dudas sobre la sinceridad de estas. Como sociedad, debemos preguntarnos: ¿estamos realmente al lado de las víctimas?
La importancia de acuerpar: más que palabras
Cristina Fallarás ha sido un faro en este tema. Al hablar de la necesidad de estar «al lado de las mujeres víctimas de las violencias machistas», plantea una cuestión crítica: ¿qué significa realmente estar al lado de alguien? En épocas donde las redes sociales parecen ser el escenario de discursos vacíos, acordar el apoyo a estas víctimas implica muchas cosas más que simplemente emitir un tweet o dar una declaración en una rueda de prensa.
Recordemos ese momento en la vida de cualquiera de nosotros donde nos sentimos abrumados o necesitados de apoyo. Todos hemos estado ahí, ¿verdad? Ese lugar incómodo en el que el mundo parece desmoronarse y la gente a nuestro alrededor intenta consolar o, en algunos casos, utilizar nuestra situación para ganar algo de capital político. Es aquí donde la diferencia se vuelve crucial: ¿quién está verdaderamente presente para ayudar sin una agenda oculta? Estar al lado de las víctimas significa demostrar empatía y ofrecer un espacio donde puedan expresarse, sin juicios ni condiciones.
La narrativa política: entre el apoyo y la instrumentalización
¿Se ha normalizado la instrumentalización política en torno a casos de violencia de género? Es de esperar que, en el cruce de caminos entre política y violencia machista, algunas voces intenten aprovecharse del momento. No se puede negar que también hay un aspecto teatral en la política actual. Pero, ¿fue un acto realmente solidario, o simplemente escenografía?
El caso de Errejón ha puesto de manifiesto esta realidad. Mientras algunos partidos parecen dar un paso al frente para condenar su comportamiento, la pregunta que ronda en el aire es: ¿realmente están comprometidos con una lucha genuina contra la violencia machista? ¿O simplemente están tratando de limpiar su imagen ante las críticas? Si algo nos ha enseñado la historia reciente es que las palabras deben ir acompañadas de acciones, y no se trata solo de actos individuales, sino de un compromiso institucional.
La responsabilidad colectiva en la lucha contra el machismo
Ser parte de una solución implica no solo condenar el comportamiento de una persona, sino también reflexionar sobre el entorno que permite que estos comportamientos se perpetúen. ¿Qué modelos estamos promoviendo? Y, francamente, me gusta pensar que todos somos parte de un colectivo que tiene voz. Sin embargo, también debemos enfrentarnos a nuestra propia complacencia.
Como decía uno de mis profesores en la universidad, «no se puede ser neutral ante el mal». Si una sociedad anhela cambiar, cada individu@ necesita asumir responsabilidades. No se trata de señalar con el dedo a los demás, sino de cuestionarse internamente: ¿qué puedo hacer para ayudar a erradicar estas actitudes machistas en mi propio círculo?
La necesidad de un cambio estructural
El machismo no sólo está presente en individuos, sino que es una estructura que atraviesa nuestra cultura. A menudo se suele pensar que la violencia machista es un problema que les ocurre a los demás, pero la realidad es mucho más compleja. ¿Recuerdas la última vez que vislumbraste una situación incómoda y decidiste no intervenir? Así es como el ciclo de violencia se perpetúa.
Es vital que los partidos políticos se conviertan en espacios seguros para todas las personas, especialmente para las mujeres que militan en ellos. Y ahí es donde la educación y la sensibilidad juegan un papel decisivo. ¿Realmente se están tomando estas cuestiones en serio? Me viene a la mente esa vez que un compañero de trabajo intentó hacer una broma sexista… y toda la oficina se quedó en silencio. ¿Qué lección aprendimos de eso? Tal vez que reirnos del machismo no es tan divertido como pensamos.
El papel del feminismo en la política
La frase de Miguel Lorente, «la diferencia entre un partido de derechas y de izquierdas no está en el número de machistas, sino en el de feministas,» aunque cierta, es un recordatorio de que tanto en la derecha como en la izquierda el machismo tiene su lugar. Sin embargo, la lucha feminista, con su afán de lograr la equidad de género, puede marcar la diferencia. ¿Cómo se manifiesta eso en nuestras instituciones, y qué sucede si no hay feministas en ellas?
Es fundamental que el feminismo trascienda las fronteras de las instituciones y se convierta en un referente cultural. Ese tipo de feminismo que no se conforma con las palabras y que, en su esencia, busca crear un cambio estructural. Un feminismo que hace eco de las voces de mujeres que han sido silenciadas y que, lamentablemente, todavía enfrentan abusos y violencias en diversos espacios.
La educación como herramienta esencial
¿Está la educación desempeñando el papel que le corresponde en esta lucha? La respuesta es un claro sí, pero con matices. Caminar hacia un futuro equitativo implica mucho más que solo hablar sobre el machismo en aulas. Imagina una clase donde se enseñen no solo las historias de las heroínas, sino también de las mujeres que han luchado y enfrentado adversidades.
La educación es el primer paso hacia la lucha contra la violencia machista. No se trata solo de explicar «lo que está mal,» sino también de fomentar una cultura en la que el respeto mutuo y la igualdad sean la norma y no la excepción. ¿Cuántas veces hemos escuchado que educar en igualdad es la clave? Sin embargo, OJO, esto debe acompañarse de acciones concretas más allá de la teoría.
La acción es nuestra mejor respuesta
Estamos en un punto crítico. Los feminismos deben lograr que las voces de las víctimas resuenen, pero también es hora de que quienes han estado al lado de las víctimas se cuestionen su propia complicidad. ¿Cómo se escucha a la gente en situaciones críticas? El simple hecho de escuchar puede ser una herramienta poderosa.
Cristina Fallarás y muchas otras voces feministas han insistido en que el cambio no vendrá sólo en forma de buenas intenciones, sino de acciones concretas. Requerimos políticas claras desde los espacios de poder, avaladas por feministas genuinas que tengan la voluntad y el compromiso de luchar por la justicia.
El verdadero cambio se inicia cuando decidimos no permanecer en silencio. Nos toca a todos, como sociedad, asumir un compromiso colectivo con las víctimas y trabajar incansablemente para que no haya impunidad.
Conclusiones: un compromiso real
En resumen, deberíamos preguntarnos continuamente: ¿estamos realmente al lado de las víctimas de la violencia machista, o solo nos hacemos eco de sus sufrimientos en nombre del espectáculo mediático? Las respuestas y consecuencias de nuestras acciones definirán qué tipo de sociedad queremos construir. Debemos ser conscientes de que nuestro silencio puede ser tan ruidoso como nuestras palabras.
Ser un aliado verdadero no es fácil, requiere esfuerzo y una constante autoevaluación. Pero recuerden, cada paso hacia la equidad es un paso en la dirección correcta. Nos corresponde a todos estar al lado de las víctimas, no solo con declaraciones, sino a través de acciones que puedan cambiar las cosas de manera tangible.
La lucha continúa, y, como dice la famosa frase de las Tesis feministas: «La culpa no era mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía, el violador eras tú». No olvidemos que nuestras voces colectivas pueden y deben ser un faro contra la oscuridad del machismo. 🌟